Historias mínimas de Huracán y San Lorenzo, el clásico de barrio más grande del mundo (y algo más)
“De qué barrio sos, San Lorenzo. De qué barrio sos”. La ocurrente y dolorosa sentencia de los hinchas de Huracán marcó parte de la historia reciente del clásico de barrio más grande del mundo. Se trata de la identidad, de lo más preciado para el Ciclón, el volver a Boedo, a su casa, de donde nunca debió partir.
Ni una palabra agresiva y, sin embargo, representa un puñal (un puñal folklórico, desde ya, si cabe el término en tiempos violentos que se extienden por décadas) para su calificado rival, que se impone en la mayoría de los rubros, según especialistas en estadísticas, como en cantidad de hinchas, títulos y también, en paternidad. Entre el amateurismo y profesionalismo, 87 a 47.
“Qué te pasa Quemero, todavía seguís esperando”, es una de las canciones favoritas de los hinchas azulgranas, que apuntan a las (supuestas) desgracias deportivas de los últimos años del Globo. San Lorenzo es Boedo, buena parte de la Argentina y el mundo. Huracán es Parque Patricios y se replica la sentencia. Es el clásico de las chicanas, al menos, potenciado en las últimas horas. San Lorenzo dice mirar de reojo a Huracán, porque se siente más cómodo en un duelo mano a mano con Boca. Algo parecido a lo que pretendió Vélez en tiempos de Raúl Gámez desde los 90 hacia el 2010. Y más allá.
San Lorenzo nunca le dio espacio a ese clásico moderno, ya que el de Vélez siempre fue Ferro, largo tiempo en el mundo del ascenso. O Nueva Chicago. Unos gritaban para ser grande “hay que ser campeón mundial” y otros replicaban “para ser grandes hay que llenar la popular”. ¿A dónde quedó archivada la nostalgia de las dos hinchadas? Las pasiones desatadas… y bien entendidas. Porque nuestro fútbol (nuestra sociedad) devuelve intolerancia. Ni con una sola hinchada se puede organizar un clásico de modo prolijo. El último bochorno, ayer nomás, en Sarandí, por un botellazo en Tigre y Chacarita, por la Copa Argentina.
El Palacio, uno de los estadios emblemáticos de nuestro medio (cómo olvidar la escena de El secreto de sus ojos, ganadora de un Oscar), va a cobijar el duelo este sábado, desde las 19.30. En ese mismo estadio, San Lorenzo fue local una infinidad de veces. Y le ganó a Boca, a Independiente, a Racing. Fue una época romántica, con fugaces recuerdos de Bora Milutinovic, por ejemplo.
Hasta jugó partidos de Copa Libertadores, San Lorenzo, en este histórico recinto. Y fue feliz, mucho antes de volver a tener una cancha propia, el Nuevo Gasómetro, inaugurado a fines de 1993. El único grande que construyó un estadio en tiempos recientes y para 48.000 espectadores. San Lorenzo y Huracán eran (lo siguen siendo) vecinos, compinches... ¿amigos?. Lo recordó más de una vez el Bambino Veira, aunque desde los años 80 hacia hoy, el rival se convirtió en un enemigo íntimo. ¿Qué maquilla esa sensación? Las chicanas. Algunas, graciosas. Otras, al límite de la sensatez.
“No escuché a nuestro presidente (Marcelo Moretti) diciendo que Huracán no es el clásico. Ellos, como Boca, son dos clásicos importantes. Huracán es un clásico de barrio y Boca es un clásico nacional como cuando se cruzan dos equipos importantes”, apuntó Rubén Insua.
El directivo había expresado en los primeros días de la semana: “Boca es más importante como clásico, pero bueno, hay que darle la importancia del caso”.
“Uno no quiere entrar en polémicas, respeto mucho a Huracán, a la gente y a su presidente, con quien me llevo muy bien. Veníamos hablando de otras cosas y dije que me gusta más ganarle a Boca que a Huracán, pero es una opinión personal”, expresó, días después, el mismo Moretti. Luego, siguió en la misma sintonía y agregó: “Está bueno que se hable mucho de San Lorenzo y Huracán en estos días, creo que engrandece al clásico”.
Adam Bareiro celebró con el gesto de un bigote en el último clásico con un grito en el final. Apuntaba a Matías Cóccaro, aunque luego declaró que era por un “tío de Paraguay”. Ahora, piensa como Moretti: “Yo también creo que jugar contra Boca es más lindo que contra Huracán, pero debemos salir a jugar con la responsabilidad que se merece”.
En el Globo no lo tomaron con buen humor. Tienen problemas mayores, claro: Facundo Sava debió renunciar y el equipo será dirigido por un interino, Walter Coyette. Ya ocurrió en otros casos no tan lejanos: Néstor Apuzzo solía ser un piloto de tormentas, en todo tipo de desafíos. También, en clásicos.
El campeón del mundo con la selección argentina Sub 20 en Qatar 1995 tuvo dos ciclos como jugador de Huracán, primero en 2005 y luego en 2007 y ya había formado parte también del cuerpo técnico de Diego Cocca entre 2011 y 2012. En el comienzo de este año, regresó a la institución de Parque de los Patricios para trabajar bajo la supervisión del director deportivo Daniel Vega, y con la tarea de encargarse de la coordinación de las divisiones inferiores y sus respectivos cuerpos técnicos. Ahora, salta a la cancha para poner el pecho en el clásico.
David Garzón, el presidente de Huracán, también le agregó pimienta a la antesala de dos viejos amigos. “Me sorprendió un poco lo de Moretti. Son opiniones. Si hablamos de clásico barrial yo lo veo más clásico de Riestra que de Boca, sin dudas. Nuestro clásico es San Lorenzo, está fuera de discusión eso. Me parece que es más una chicana que otra cosa”, declaró. Se refería al Nuevo Gasómetro, que queda a metros del diminuto escenario del flamante integrante de la primera división.
“Todo el mundo conoce los clásicos que son River-Boca, Huracán-San Lorenzo, Racing-Independiente, Newell’s-Central y el resto”, insistió Garzón.
San Lorenzo ganó un partido, el último, ante Tigre. Y con dos jugadores más. Y Huracán, el primero, ante Banfield. Es mejor, entonces, hablar de otras cosas. Del pasado y otras historias. San Lorenzo no consigue una victoria en el Palacio desde hace cinco partidos, en mayo de 2017, cuando lo hizo con un tanto de Marcos Angeleri. Y el Globo lo sabe.