La historia de Roma en sus piedras, entrevista al artista cubano José Grave de Peralta

José Grave de Peralta nació en Camagüey en 1953 y se exilió con apenas 10 años en 1963. Vivió y creció en Delaware y pudo completar sus estudios en el St. John’s College, de Annapolis y, luego, en la Universidad de Delaware, antes de mudarse para Miami.

Salía yo hace apenas unas semanas de la iglesia romana de San Ignacio, en donde le había estado mostrando los fabulosos frescos en trompe l’œil del jesuita Andrea Pozzo a Ivelin Giro y Marlon, su hijo, e íbamos ya por la via di S. Ignazio rumbo al Panteón, cuando mi amiga descubrió en la vitrina de un taller una imagen de la Virgen de la Caridad. Sin proponérnoslo caímos en el taller (studiolo) de José Grave de Peralta, en el corazón de Roma, un local donde el artista dibuja, restaura y recibe también a sus visitantes: un pedacito de Cuba y Miami en la Ciudad Eterna.

José Grave de Peralta delante del elefante de Bernini, plaza de Santa Maria sopra Minerva.
José Grave de Peralta delante del elefante de Bernini, plaza de Santa Maria sopra Minerva.

Sabía que había dejado la Facultad de Arquitectura, de la Universidad de Miami, en donde tenía una cómoda posición como profesor, para lanzarse a la aventura de convertirse en residente romano y entregarse a su pasión por las piedras antiguas y la historia infinita de Roma. Un paso que pocos se han atrevido o, simplemente, podido dar. Una migración en el sentido contrario a lo usual.

Desde entonces dibuja, restaura, enseña y, como los polifacéticos hombres del Renacimiento, capaces de brillar en varios ámbitos artísticos a la vez, es guía insuperable de itinerarios artísticos inigualables que propone desde las páginas de www.gravedeperalta.net

De la misma manera en que decimos que todos los caminos conducen a Roma, los de Roma conducen a su taller porque es imposible evitarlo cuando nos desplazamos por el triángulo de manzanas que rodean al Panteón, la plaza Colonna y la Galeria Doria Pamphilj.

¿En qué condiciones y por qué decide establecerse en Roma definitivamente?

Hubo un concurso de circunstancias. En 2008, se me presentó primero la oportunidad de enseñar un semestre de Dibujo y Perspectiva, que era lo que impartía en Miami, pero a estudiantes de Roma. Lo hice al aire libre, en el Vaticano, y cuando terminé mi contrato me dije: “Aquí donde siempre he querido vivir”. Aunque parezca una locura así fue como me quedé, es decir, a la buena de Dios. Para poder hacerlo y hasta tanto no pude legalizar mi situación, salía cada tres meses y volvía a entrar. Al principio, brindaba mis servicios de guía a una agencia de viajes y me fui convirtiendo en alguien muy apreciado desde que, al aceptar un itinerario sobre Piero della Francesca en Umbría, se me abrieron muchas puertas. Poco a poco me fui creando un espacio hasta que pude titularizarme en 2017 y sacar mi permiso de Guía Oficial en 2020.

De todas formas, yo siempre he dicho que Roma estaba en mi destino. Todo lo que había estudiado en mi vida existe aquí, pero en las piedras. Además, mi cumpleaños es el día de la fundación de la Villa por Rómulo y el año, 753 adC, coincide, 28 siglos después, con el de mi nacimiento.

Veo en su taller muchos dibujos, croquis, piezas en camino de ser restauradas. ¿Cómo logra combinar todo esto y en qué medida se relaciona con las visitas que propone?

Las cosas fluyen y todo converge hacia mis centros de interés. Dibujar constantemente la ciudad me ha obligado a observarla en sus detalles. En cada monumento donde me he quedado horas dibujando he descubierto lo que no salta a la vista cuando pasamos con prisa por delante.

Biblioteca de Francesco Borromini, dibujo de José Grave de Peralta.
Biblioteca de Francesco Borromini, dibujo de José Grave de Peralta.

Los intereses de quienes recurren a mí para que les muestre in situ la arquitectura de Borromini y Bernini, el itinerario Caravaggio o el circuito operático de la Tosca y el Palacio Farnesio, coinciden casi siempre con mi pasión por la arquitectura y las artes en general. Antes exponía mis obras en galerías lo mismo en Estados Unidos, América Latina e, incluso, en Italia. Ahora soy como una galería andante porque no solo he dibujado todo lo que muestro, sino que he establecido un diálogo permanente entre mi trabajo y lo que quiero que los visitantes vean.

¿Cuáles son los itinerarios que prefiere mostrar y por qué?

Creo que todos porque Roma es fascinante. Tengo, eso sí, particular interés por las partes más antiguas de la ciudad imperial, desde los Foros Imperiales, hasta el Palatino y el Coliseo que forman parte de un mismo trayecto. También me gusta mucho la Capilla Sixtina, pero desgraciadamente el personal que vigila y el exceso de visitantes convierten esta visita en una expedición. Me encanta subir hasta el Tempietto de Bramante, el arquitecto que sentó las pautas de la arquitectura del Renacimiento.

Templo del dios Marte, acuarela de José Grave de Peralta.
Templo del dios Marte, acuarela de José Grave de Peralta.

Otro de los circuitos que hago con frecuencia es el Trastevere, barrio al que me atan afectos personales porque la casa en que vivo se encuentra en lo que eran los jardines de Julio César que se extendían hasta el Gianicolo. Pero no solo me especialicé en Roma intramural, sino que también llevo a los grupos a Ostia Antica, a Tivoli (a 20 km, a visitar la villa del emperador Adriano), o a Nápoles, Paestum e, incluso, a Urbino, la patria chica de Rafael de Sanzio.

Tengo entendido que se ha especializado también en la presencia de Miguel de Cervantes en Roma. ¿Qué nos puede decir de esto?

Descubrí la estrecha relación entre el escritor del Quijote y Roma una tarde en que enseñaba Perspectiva a unos estudiantes en la plaza del Popolo. Al mostrarles el punto de fuga de lo que debían dibujar me acerqué a una vieja tarja que nunca había visto en la que se leía que los personajes de su Persiles y Sigismunda entraron justamente a Roma por la puerta Flamínea de esta plaza.

El frontispicio de Persiles y Sigismunda, inspirado en la obra de Cervantes, pintado por Grave de Peralta.
El frontispicio de Persiles y Sigismunda, inspirado en la obra de Cervantes, pintado por Grave de Peralta.

Me emocioné mucho y me dediqué a rastrear y crear diagramas sobre la presencia de Cervantes en la ciudad a la que había llegado como camarero del cardenal Acquaviva, antes de seguir rumbo a Nápoles en donde se alistó en la Armada que combatió poco después en Lepanto. Cuando leemos detenidamente Persiles nos damos cuenta de que es un canto a Roma y que la novela termina fuera, en San Pablo Extramuros, una de las basílicas mayores del Cristianismo y entre las más antiguas de la ciudad. De hecho, he escrito una especie de novela, aún no publicada, con dos tipografías diferentes, de modo que se entrecrucen mi propia vida y los aspectos del Persiles. Y he dibujado incluso un frontispicio para ilustrar su portada en el momento de sacarla a la luz.

Basílica de San Bartolommeo, plumilla de José Grave de Peralta.
Basílica de San Bartolommeo, plumilla de José Grave de Peralta.

¿Algún secreto de los cientos que conoces de Roma?

Uno muy cerca de mi taller que les mostraré, dentro de la iglesia de Santa María sopra Minerva. Como se sabe, a la izquierda del coro, podemos contemplar un hermoso Cristo esculpido por Miguel Ángel. Siempre invito a los visitantes a que le den la vuelta por detrás. No hay nadie que no se sorprenda. Dejaré que cada cual descubra la razón.

William Navarrete es escritor franco-cubano establecido en París.