La historia de Los Fundamentalistas del Indio Solari, a 15 años de su formación

"Somos los históricos... como dicen los jugadores de la selección". Gaspar Benegas, Pablo Sbaraglia y Baltasar Comotto son Fundamentalistas de la primera hora. En 2005 fueron convocados por Hernán Aramberri para integrar la banda con la que el Indio Solari volvería a los escenarios, luego de la separación de su socio creativo en Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, Skay Beilinson. En el estudio Luzbola de Parque Leloir, también estaba el bajista Marcelo Torres y pronto se sumarían los vientos de Miguel Ángel Tallarita y la voz de Déborah Dixon.

"Era todo una incógnita. Había mucha presión también por lo que fueron los Redondos y con Gaspar teníamos la responsabilidad de cubrir el rol de Skay. Pero nos supimos adaptar muy bien. Arrancamos en Luzbola y después nos mudamos a una discoteca para preparar esos dos primeros shows, en el Estadio Único de La Plata. Fue un momento de mucha adrenalina y de asimilación de repertorio, de El tesoro de los inocentes, que era el primer disco que había editado Indio, y también de los temas de Redondos", recuerda Comotto.

Quince años después, estos tres Fundamentalistas están al frente de la banda que dos meses atrás se convirtió en el primer grupo argentino en actuar junto al holograma de su cantante. Una pesada herencia que recibieron con alegría y pasión y, por supuesto, la bendición de su mentor, quien se mantiene alejado de los escenarios desde el multitudinario show en Olavarría, en marzo de 2017, donde fallecieron dos personas. "En los últimos shows que hicimos con el Indio, cuando nos juntábamos, él nos decía: 'Ustedes son una gran banda, tienen que seguir tocando cuando yo no cante más'. Pero nosotros no lo veíamos posible", cuenta Benegas.

Sbaraglia: Cada vez que el Indio decía eso, yo me reía, pero mi sensación por dentro era de depresión. Pensar en tocar sin él, me daba más tristeza que otra cosa. De hecho, alguna vez que uno va de invitado a esas bandas tributo que hay en todo el país, no me resultaba una situación feliz, era más bien triste. Al no estar él, esas canciones no estaban completas. Entonces no me podía imaginar en qué formato ni de qué manera podía llegar a darse algo así. La forma en la cual se dio, sin tiempo a pensarlo, porque Gaspar tiró la propuesta de hacer un show a beneficio de Martín (Carrizo) un jueves y a los diez días estábamos tocando, no nos dejó ni pensarlo. No hubo tiempo de analizarlo. Pero el tema es que resultó algo tan contrario a lo que me había imaginado, algo tan alegre y divertido, que bueno, acá estamos.

Sbaraglia recuerda hasta el mínimo detalle de los primeros encuentros con Indio, ese personaje del cual tanto había leído y escuchado, pero con el que hasta ese momento no se había cruzado jamás, muy a pesar de haber tenido una carrera precoz en el ambiente musical y haber conocido o inclusive tocado con buena parte de los músicos a los que admiraba. Fan de los Redondos desde chico, Solari era una gran incógnita para él. "Me acuerdo que estuvimos como un mes y medio o dos ensayando en el estudio, con él mirándonos detrás del vidrio, sin cantar. Nunca. Hasta que una tarde, éramos cinco nomás y yo veía que mientrás tocábamos él decía las letras encima y entonces me animé y le dije: 'Indio, vení a cantar'. Toda la técnica me quería matar, enseguida dijo que no, que no estaban el micrófono ni los monitores. Pero el tipo agarró y vino y se puso delante del micrófono de los coros. Y empezamos a tocar temas de él, cualquiera, ni siquiera del repertorio que estábamos ensayando. Hicimos uno, salió lindo. Hicimos otro y también. El cuarto salió más o menos y ahí dijo 'bueno, me voy'. Esa fue la primera vez que cantó con nosotros, algo bien chiquito, pero compartimos eso y fue un momento que no me olvido más. De ahí en adelante, cada encuentro, cada interacción con él, fueron especiales. Me acuerdo de ir y volver al estudio siempre feliz".

De los tres, Comotto es el único que participó de la grabación del debut solista de Solari, El tesoro de los inocentes, un año antes de la formación del grupo. "Ahí conocí al Indio. Fue un 'hola, qué tal', muy respetuoso todo. Yo solo traté de colaborar en lo que podía. Las maquetas del Indio se suenan todo. Los audios que busca son muy originales y por eso también los discos tienen esa complejidad sonora que es muy difícil de emparentar. Es difícil tratar de lograr o mejorar lo que él baja en las maquetas. Incluso las guitarras que se le ocurren en los teclados. Después vino lo de la banda, los shows y las grabaciones de todos los otros discos. Un tiempo en el que nos conocimos entre nosotros como músicos y también con el Indio", dice Comotto, responsable de aportar el nombre de su amigo Gaspar Benegas para sumarlo al grupo.

"Yo era muy joven y no había tocado con nadie muy importante", sostiene Benegas, que por aquel entonces tenía 27 años y era el benjamín del grupo. "Fue como una bisagra para mí, porque de pronto Balta me hizo entrar con el Indio y fue lo más grosso que podía imaginar. Ahí supe que mi vida nunca iba a ser igual. Yo veía que Pablo (Sbaraglia) había cambiado su vida para ser parte de esto, se volvió desde España a vivir acá porque era una oportunidad que no le tocaba a cualquiera y si te tocaba tenías que aprovechar para aprender y para demostrar lo que sabíamos hasta ese entonces. Cuando arranqué estaba en el aire y hasta el día de hoy todavía no lo puedo creer".

Los Fundamentalistas fueron bautizados antes de nacer. "Sin aire acondicionado, la vida no vale la pena, por eso yo mismo me convertí en un fundamentalista", contaba Solari en las primeras entrevistas post Redondos. "Es un chiste, como cuando le puse los Redonditos de Ricota. Después esos nombres se cargan de importancia no por el bautismo en sí, sino por lo que pasó con el proyecto. Los Fundamentalistas serán algo significativo si pasa algo, si no, nadie se acordará de ellos".

Para Hernán Aramberri, el músico que se sumó como técnico a los Redondos a mediados de los 90, acompañó a Solari en sus primeros años solista y se encargó de reclutar a este seleccionado de músicos en los inicios, la configuración de Los Fundamentalistas tenía que ser una suerte de continuación del camino sonoro que Patricio Rey había tomado, especialmente en su último álbum, Momo Sampler. "También me gustaba que algo de esa mística de los Redondos perdurara en Los Fundamentalistas. No era solo ir, tocar e irse. Había que ponerle la entraña. Indio no quería que fuéramos músicos contratados, sino que se tratara de una banda propiamente dicha. Él quería trabajar en conjunto con nosotros, armar un equipo de trabajo que le sirviera para su nuevo proyecto", contó Aramberri, el primer Fundamentalista y director musical del grupo hasta 2016, cuando repentinamente la sociedad creativa de más de veinte años con Solari se quebró, y fue reemplazado por Martín Carrizo, baterista y productor que ya venía colaborando con la banda desde hacía unos años.

Fue en esa misma movida de tablero también cuando Marcelo Torres dejó a Los Fundamentalistas y su lugar lo tomó Fernando Nalé, cambiando simbólicamente el peso de otros dos referentes del género dentro de la banda: de dos ex Spinetta (Torres y Comotto) a dos ex Gustavo Cerati (Carrizo y Nalé). "Que Los Fundamentalistas funcione realmente como una banda llevó su tiempo", sostiene Sbaraglia. "Fue difícil en el sentido de que todos éramos personalidades muy diferentes, de extracciones distintas, de posturas filosóficas y musicales diferentes. Al principio costó por eso. Uno trata de hacer lo que uno sabe y no entiende al otro. Milagrosamente, un poco por la convivencia, que fue bastante, porque antes de cada show ensayábamos como seis meses, de lunes a viernes, se fue armando. Eso, sumado a todo lo que significan los conciertos que, como en cualquier hecho potente, generan una unión, unos lazos muy fuertes con los que comparten con vos ese momento, misteriosamente se balanceó la química entre los cinco y ahora la banda no solo suena buenísima, sino que nos llevamos bien, lo cual es raro viniendo de lugares tan distintos".

Los magos de la guitarra

Gaspar Benegas pertenece a una familia de artistas de alcurnia rockera: los Cantilo. Hijo de María José y sobrino de Miguel, el pequeño Gaspar se crio en medio de una comunidad hippie, en El Bolsón, a fines de los años 70. "Me crié de una forma poco convencional, sin televisión, sin electricidad, medio como La aldea, la película. Pero por otro lado, desde muy chico mamé el lenguaje musical y dedicarme a la músico no solo no era desaprobado, sino que era fomentado", dice sobre su infancia. Pero lo cierto es que el flechazo musical llegó con forma de "piano chiquito de madera". A los 8 años, durante uno de sus habituales viajes por trabajo a Buenos Aires, su madre lo llevó a una subasta de muebles y ahí estaba él: "Un pianito de juguete que te daba unas ganas tremendas de tocar. Lo vi y enloquecí. Me la pasaba todo el día tocando hasta que lo rompí todo. Era tal la obsesión que tenía que me mandaron a tomar clases de piano".

Durante los próximos tres años Gaspar acumuló pianitos y teclados en su habitación hasta que un buen día descubrió la guitarra y ya nada fue lo mismo: "A los once vendí todos los teclados y empecé a comprar guitarras y pedales. Me di cuenta de que eso era lo que quería: tocar la guitarra". Apenas dos años después, el bautismo de fuego llegó de la mano de "La Bruja" Suárez, reconocido armoniquista de blues que lo había adoptado como una suerte de mascota virtuosa y que lo llevó a un programa de radio a participar de una zapada con Pappo. ¡A los trece años! "Tocaba pocas notas, pero estiraba las cuerdas y eso se ve que lo impresionó a 'La Bruja'. Él me dio la oportunidad de zapar con un montón de músicos increíbles, era una época en la que el blues estaba de moda".

Benegas confiesa que el primer tema que tocó en una guitarra fue uno de los Redondos y que su madre, una noche, lo llevó a verlos a un pub para cien personas, pero que enseguida se tuvieron que ir. "Era un quilombo bárbaro, no se podía ni respirar", recuerda el guitarrista que, de todas formas, no considera haber sido un seguidor de la banda. "Tengo una tía que los conoce a todos y que bailaba en los shows de los Redondos", asegura en referencia a Fabiana Cantilo, quien integró el grupo Las Bay Biscuits en los años 80 y colaboró con Patricio Rey en más de una de aquellas pantagruélicas presentaciones ricoteras. "Por eso de chico conocí a muchos de los personajes que integraban la banda en esa época, pero nunca fui a verlos a un estadio ni nada. Me parecía que era algo original, una música muy teatral, como si fuera una banda de sonido de una película. Ponía los discos y flasheaba con eso, pero recién con Luzbelito me llamaron la atención y ya cuando Indio sacó su primer disco, era una música más cercana a lo que a mí me gustaba".

Theo Lafleur, hoy reconocido artista plástico, diseñador y fotógrafo, fue el primero que pensó en el chiste de juntar a Gaspar con Baltasar, "los reyes magos de la guitarra". Gaspar tenía 15 años y Baltasar 18, los dos eran muy buenos guitarristas y Lafleur, amigo de ambos, hizo el contacto. Allí nació una hermandad musical indestructible, un tándem que tuvo su primera experiencia profesional como parte de la banda de María José Cantilo, durante una temporada en el casino de San Martín de los Andes: cuatro días por semana, cuatro horas por día, divididas en tres o cuatro bloques. "Primero hacíamos una entrada acompañando a mi mamá con clásicos del rock nacional. Después tocábamos temas más nuevos, Divididos y cosas así, con Balta cantando. Y más tarde hacíamos otro bloque con temas propios de mi mamá. Con Balta estamos hermanados por la música desde muy chicos. Estudiamos juntos y nos juntábamos a pasarnos data de guitarra y también nos pasábamos laburos. Hemos convivido en giras durante meses y cuando lo convocaron a grabar el disco del Indio y después para armar la banda, le preguntaron a quién creía que podían sumar como guitarrista y me recomendó a mí... Esa se la debo a Balta por toda la vida".'

Desde los 15 años que hago temas. Siempre me interesó la música, pero igual no fui un estudioso o una persona que de adolescente tuviera una formación musical de estudio, de conservatorio. Más bien todo lo contrario. A mí me mandaban a profesora de guitarra a los 10 años y yo me rateaba porque no me gustaba y me iba a jugar al fútbol con mis amigos. Era más una obligación y no lo aproveché en ese momento". A Baltasar Comotto, el héroe de la guitarra de Los Fundamentalistas y el que también eligieron en su momento Luis Alberto Spinetta y Andrés Calamaro por su incendiario sonido, no quería tocar la guitarra todo el día ni que la gente se enamore de su voz.

Tampoco le gustaba el rock argentino. "Nunca fui muy fan de la música de acá. No puedo decir que cuando era chico no escuché a Spinetta, porque algunas cosas me llegaron a través de mi hermano o por amigos, pero nunca fui fan de los grupos nacionales ni tuve una época en la que escuchaba sin parar a Charly García o a Fito Páez. Siempre me gustó más la música internacional y estaba como más metido en el sonido de afuera: me llamaba más la atención Red Hot Chili Peppers o Sonic Youth que una banda de acá".

A los 17 años Baltasar descubrió que lo suyo era la guitarra eléctrica y poco después su amigo y compañero de banda Theo Lafleur lo juntó con Gaspar. "Ahí empecé a relacionarme con músicos de todo tipo y a armar diferentes grupos. Empecé a tocar en bares y en un circuito más jazzero como el de Tobago, donde durante siete meses toqué todos los domingos con monstruos como Luis Salinas, Javier Malosetti y Sebastián Peyceré". En 2000, junto a Patán Vidal, "un pianista de jazz que también viene del rock", Comotto asegura haber tenido su verdadero despertar: "Abrimos las jam sessions durante los cuatro días del festival de jazz de Los Siete Lagos. Tocábamos cuando terminaban todos los conciertos y nos quedábamos hasta las seis de la mañana zapando. Un día con Dave Holland, otro día con el guitarrista de Michael Brecket, con Salinas. Tenía 27 años y tocar con músicos tan buenos y con tanta trayectoria fue como un baldazo de agua fría".

Eduardo Herrera, histórico colaborador de los Redondos e ingeniero de sonido de Solari en sus primeros años solistas, fue el que puso sobre la mesa el nombre de Baltasar cuando Aramberri y el Indio estaban reclutando a Los Fundamentalistas. "Después de casi tres años trabajando solos en el disco con el Indio y Edu, llegó el momento de la grabación y hacía falta un violero... de verdad", contó más de una vez Aramberri. "Ahí Edu propone a Balta y cuando vino explotó todo". Un tipo de explosión sonora que llevó a Luis Alberto Spinetta a considerarlo "un violero cósmico", a Andrés Calamaro asegurar que Comotto "es el verdadero héroe de la guitarra" del rock argentino y a Indio Solari a definirlo con su peculiar estilo: "Es un guitarrista pornográfico".

Pablo Sbaraglia es el mayor de estos tres "históricos" y el último en ingresar a Los Fundamentalistas. De hecho, el primer tecladista que se probó el traje en la banda de Solari fue Rafael Arcaute, otro músico que confirma la impronta spinetteana que el Indio le quería dar a su grupo en los primeros días. "Cuando surgió lo de trabajar con Solari, era la primera vez que contrastaba con otro artista la experiencia que había tenido con Luis (Spinetta) y esa relación me marcó tanto que a partir de ahí siempre busqué ese patrón humano, porque me di cuenta de que sirvo para trabajar en ese ámbito. Si me ponés en un lugar más frío o más dictatorial, no me pasa nada. Por eso me tuve que bajar del proyecto con el Indio, porque no conectaba y era como sumarme a algo donde no me sentía que podía sumar. Se lo planteé honestamente y quedó todo bien", recuerda Arcaute.

Con él afuera del proyecto, Sbaraglia, que por entonces vivía en España, apareció en la agenda fundamentalista. "Había salido el primer disco del Indio y un amigo que me había venido a visitar me lo llevó", recuerda Sbaraglia. "Una noche me tomé el tiempo y me lo puse a escuchar con auriculares y me pasó algo rarísimo: tuve la sensación de que pertenecía a ese disco. Si bien uno se identifica con los artistas que le gustan, acá pasaba eso porque siempre fui fan de los Redondos, la sensación de pertenencia fue inexplicable. Al día siguiente lo llamé a Eduardo Herrera, que es el técnico y que es amigo, para chusmear, preguntarle cosas de la mezcla y estuvimos como dos horas hablando de las canciones. A la semana me llamó Edu que estaban armando la banda y me preguntó si estaría interesado en hacer una prueba. Estuve un par de semanas más hablando con Aramberri, intercambiando impresiones, pero yo ya sabía que energéticamente la cosa estaba positiva. Desde que escuché el disco hasta que me vine a Buenos Aires creo que pasaron tres semanas".

Cuenta la leyenda que a fines de la década del 70 el pequeño Sbaraglia tuvo un sueño con una guitarra eléctrica y que cuando se levantó la fue a buscar, pero esa guitarra no existía. No habían pasado diez días de aquel sueño profético y sus padres lo acompañaron a comprar una a un local de Promúsica, sin siquiera saber tocar una nota. Ya en la secundaria, Pablo estudiaba piano y armaba bandas con amigos. Hasta que un compañero más grande de colegio, un tal Daniel Morano -creador del mítico programa radial El tren fantasma, luego dueño de Prix D'ami y, más acá en el tiempo, director ejecutivo de Peter Capusotto y sus videos- lo contactó con el grupo Alphonso S'Entrega. De allí nomás, su participación en Los Romeos y Man Ray. Por esos años Sbaraglia conoció y tocó con varios de sus ídolos musicales (Charly García, Fito Páez, Andrés Calamaro) y entabló amistad con Fernando Samalea, Fernando Lupano, Tito Losavio y Andy Chango, entre otros, futuros compinches a fines de la década del 90 en Madrid, ciudad en la que por entonces vivía su hermano Leonardo y a la que viajó en busca de nuevos horizontes.

"Viví poco más de cuatro años en Madrid, toqué en varios proyectos, me fui de gira con Andy Chango y produje un par de grupos españoles. En España hay mucha afinidad y por eso resultó todo mucho más fácil. En 2004 edité allá mi primer disco solista, La historia más simple del mundo, y a mediados de 2005 me llamaron para sumarme a Los Fundamentalistas. Ahí no dudé en volver, pero me costó adaptarme. Llegué a Buenos aires en la etapa post Cromañón, con muchos lugares para tocar que estaban cerrando. Me daba una sensación de desolación, mucho más si lo comparaba con Madrid, que en ese momento estaba pujante y de miércoles a domingo había hordas de gente en la calle todo el tiempo de joda. Acá todo era más oscuro, más grande, más disperso. Por suerte enseguida me metí en la burbuja Indio y eso me ayudó a vivir la transición".

Sergio Colombo aún hoy no sabe por qué lo llamaron para unirse a Los Fundamentalistas. "Si bien yo ya había tocado con Callejeros, con Attaque 77, con 2 Minutos y otras bandas de rock, siempre me catalogaron, y lo bien que hicieron, como un saxofonista de reggae en el país, por mi trabajo con Los Cafres, Mimi Maura y todo", dice. "Que me hayan convocado para esta banda fue un honor inmenso y, en lo personal, fue como tocar el cielo con las manos. Igual, siempre lo digo, el tema no fue haber llegado a tocar con el Indio, sino que después de once años no me haya echado".

De origen humilde, el pequeño Colombo no tenía instrumentos en su casa, pero cruzaba el palier del edificio para ir a lo de un vecino a tocar un teclado que tenía un amiguito suyo. "Siempre quise ser músico pero nunca entendí por qué, no entendía cómo funcionaba ese mundo, porque en mi casa nadie estaba relacionado con la música". Después de aquel comienzo en los teclados, sacando temas de oído de Charly García o Los Abuelos de la Nada, ya a los 15 años descubrió que quería tocar el saxo, influenciado por los discos de UB40 y Bob Marley, aunque tuvo que esperar hasta los 22 para poder comprarse su propio instrumento.

"Yo siempre fui pobre y cuando era chico no había saxos chinos, que por más que fueran malos, eran los más baratos. Durante muchos años trabajé ocho o diez horas por día en una verdulería con el objetivo de comprarme un saxo. Cuando pude comprarme un Yamaha profesional, en el uno a uno, ya era un tipo grande. Entonces, me puse a estudiar como loco. Empecé a estudiar seis horas por día y a la semana ya estaba estudiando doce horas diarias. Entendí que eso era lo único que me iba a salvar. Para ser alguien en la vida, tenía que poder manejar un instrumento a la perfección. Siempre le digo a mi hijo, que tiene once años y toca la trompeta: 'El estudio es lo único que te da las armas para poder luchar en esta vida'. Eso es lo que me permitió, cuando me llegó la oportunidad de tocar con el Indio, ante 250.000 personas, poder sostener esa presión. Yo soy muy rockero para tocar, creo que soy un músico con actitud, pero considero que lo que me dio la capacidad para plantarme en ese tipo de quilombo que puede ser un show tan multitudinario fue el estudio".

Colombo recuerda haber estado muy asustado la primera vez que fue al estudio del Indio en Parque Leloir a ensayar con la banda. "No por el trato de Solari en sí, sino por lo que provocan ese tipo de personas. Me acuerdo perfecto, ensayé dos veces con los músicos y recién al tercer día cayó el tipo y me dijo: 'Hola, ¿vos sos el nuevo saxofonista? Espero que te sientas cómodo'. Yo fui fanático de toda la vida de los Redondos y no sabía lo que me estaba pasando. Ese día hice el solo de 'Pituca', que tiene unos sobreagudos zarpados y les pegué a todas las notas. Cuando terminamos, se me acercó y me felicitó adelante de todos. Yo era un desconocido y lo único que me dijo fue que si algo me parecía muy difícil o que no podía hacerlo, que no me jugara tanto, que hiciera una nota por debajo para no arriesgar a que me tiren un zapatillazo. Fue muy amable de su parte y me dijo que me relajara, que fuera lo más profesional posible y nada más".

En todos estos años de trabajo, ¿qué creés que te aportó Solari en lo personal?

Qué querés que te diga. Me dejó todo, hasta un nombre en el mercado. Por haber tocado con él yo ya estoy en los libros de la historia del rock nacional para toda la vida. Además, me quedo con su manera profesional de laburar. Con el tiempo pude estar cerca de él y me ha mostrado cómo encara las composiciones. Es un tipo muy generoso y muy noble y me ha ayudado muchísimo. Me ha mostrado cosas que componía con los Redondos, maquetas, y me explicaba su manera de componer, de mezclar y eso es lo que más me ha quedado. Yo me considero bastante pelotudo, pero que una persona así me abra la puerta de su casa y de su conocimiento me hace sentir que algo bueno hice para estar donde estoy.

Una vez el Indio me dijo que vos querías que cantara en tu disco, pero no sabía bien qué podía aportar él. ¿Lo convenciste?

Todavía no, pero si tiene que pasar, pasará. Él dice que no es devoto del reggae, pero yo tengo un tema que se llama "Cinco", que me encantaría grabar con él, le quedaría bárbaro a su voz. Pero tampoco lo quiero molestar. Para mí ya es demasiado que me abra las puertas de su casa. ¿Qué pensaste cuando Los Fundamentalistas finalmente decidieron salir a tocar sin el Indio?Fue una cuestión especial, primero por Carrizo, y después sucedió de la manera más lógica y natural. El Indio está muy orgulloso de la banda que tiene, le encanta cómo suena y quiere que toquemos. Desde hace tiempo nos viene diciendo que tendríamos que tocar en vivo. Y la verdad es que lo que más recalco de todo esto, más allá de la cuestión artística, es el nivel de profesionalismo de cómo funciona todo y el respeto hacia el público. Estoy tan feliz de cómo están pasando las cosas, en cuanto al cuidado por la gente y la producción alrededor, que me llena de orgullo también, porque sé que los Redondos han sufrido mucho todo ese tema de producción. Y encima de la puesta, las luces y la producción, mis compañeros son lo más... ¿Qué más puedo pedir?

Los instrumentistas del Indio Solari

"Yo no conocía a nadie en el ambiente de los músicos, pero quería instrumentistas jóvenes: gente sin mañas, que no fuese mercenaria. Creo que los músicos de hoy son mucho más prolijos. Los de otras generaciones llevaron adelante una clase de vida que les impidió responder a todos los desafíos, los volvió incapaces de comprometerse con algo y cumplir", dice Solari sobre la génesis de Los Fundamentalistas en sus memorias que mienten un poco, coescritas junto al escritor y periodista Marcelo Figueras. Quince años después, el Indio les obsequió la banda a esos jóvenes instrumentistas.

"Fue un regalo que nos hizo a nosotros, a todos los músicos, y a su público también", dice Benegas. "Ahora nosotros tenemos la responsabilidad de mantener viva su música. Porque mientras la gente y el Indio apoyen, nosotros vamos a estar ahí, tocando".

El sábado 30 de noviembre de 2019 Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado volvieron a subir a un escenario a casi tres años de su último concierto y por primera vez sin su mentor y creador y cantante líder. Una rareza, más allá de los distintos proyectos vinculados con la música de Solari que varios de los integrantes del grupo venían desarrollando desde hacía aproximadamente una década. Primero Aramberri y Benegas con sus clínicas fundamentalistas, en donde desarmaban el repertorio del Indio para audiencias más pequeñas a lo largo y lo ancho de todo el país y a las que Comotto supo sumarse en más de una ocasión. Después, con esporádicas apariciones como invitados estelares de algunas bandas tributo. Pero esta vez fue distinto, con toda la banda en escena, con la excusa y la causa de armar un show a beneficio de su compañero Martín Carrizo, que debía afrontar un costoso tratamiento contra la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), y la sorpresa del Indio cantando "Nuestro amo juega al esclavo" y "Un ángel para tu soledad", desde las pantallas, en formato virtual. Un dios nuevo, mejor hecho y bajo nuestro pulgar, como dice la canción.

¿Qué sintieron después del show?

Sbaraglia: Yo por lo menos quedé medio caliente, cebado, con ganas de seguir tocando.

Benegas: Surgieron cosas que jamás nos imaginábamos. Como tocar temas con el Indio virtualmente, que creo que fue la primera vez que se hizo en la Argentina con un artista de la magnitud del Indio. Estaba presente sin estar, como si fuera Max Headroom. Eso fue algo que no nos había pasado nunca y flasheamos en colores.

¿Cómo se sintió esa noche tocar con la imagen del Indio detrás?

Sbaraglia: A mí me costaba no estar mirándolo.

Benegas: A mí me pasó lo mismo. No podía no mirar para atrás.

Sbaraglia: Trataba de aguantarme las ganas, porque si hubiera sido por mí, hubiese tocado todo el tema mirando la pantalla.

Benegas: Yo me vi en el video después y también, estoy mirándolo cada dos por tres.

Sbaraglia: Después él nos retó: 'Pero qué hacen mirando la pantalla, tienen que mirar para adelante'. Estuvo bueno, porque la gente reaccionó de manera vigorosa, estrepitosa, en el sentido de que se puso contenta.

Y a vos Gaspar te tocó un poco estar al frente de la banda...

Benegas: No, lo que pasa es que a veces termino dirigiendo un poco la parte musical, porque alguien tiene que guiar para que haya orden, pero no queremos que nadie se crea el dueño, el liderazgo lo queremos compartir. Tenemos en la banda este formato en donde el centro, el lugar del Indio, queda vacío y no va a ser ocupado nunca. En las decisiones tratamos de que todo sea horizontal. Porque en realidad, cuando se dice que tocan Los Fundamentalistas, la gente asume que puede llegar a estar el Indio. Pero para nosotros está claro que no es un show del Indio y sabemos que el único motivo por el que él no esté ahí es por cuestiones de salud. Él es el primero que quiere estar en el escenario. Si hay un lugar donde quiere estar es ahí tocando con nosotros.

Sbaraglia: Pero él se involucró mucho en todo esto. No es que dijo 'bueno, hagan lo que quieran'. Se involucró, quiso estar presente desde el primer día, para colaborar con Martín, y nos abrió las puertas de su casa y de su estudio para lo que hiciera falta. Por eso surgió lo de hacer esa primera colaboración con Indio cantando en un video.

Benegas: Son sus canciones y es su banda, por eso siempre lo consultamos y le pedimos algún tipo de colaboración.

¿No evaluaron hacer un show en formato streaming?

Benegas: Sí, sería un show que tendríamos que hacer en su ámbito, para que esté cómodo, y sería algo en vivo, pero no sabemos cómo implementarlo. En este país todavía no hay una empresa que pueda hacer un streaming tan grande. Entonces ahí estamos viendo. Queremos hacer algo con Indio y de hecho siempre nos estamos juntando y planeando cosas a futuro, grabaciones también.

Sbaraglia: Tenemos ganas de hacerlo y, de hecho, cada vez que nos juntamos, que es bastante frecuente, siempre se habla en algún momento de ese proyecto. Él tiene ganas de hacerlo.

Benegas: Mucha gente hace streaming, pero no pago. Es difícil el pay per view en este país, porque la gente no está acostumbrada. Lo que sí, estamos siempre activos con el Indio para hacer música y cada vez que vamos a su casa nos muestra todo lo que está haciendo y es una máquina de crear. No para. Hay mucho por hacer con él.

Sbaraglia: Es imparable. Cada demo que nos muestra está mejor que el anterior. Tiene unos temas tremendos.

Benegas: La cantidad de data que tiene, de cosas pasadas y cosas de ahora que van apareciendo.

¿Ensayan con él?

Benegas: Los ensayos siempre se hicieron para los shows puntualmente. Ahí es cuando se arma la estructura gigante de una banda que toca en estadios. Después no es que hay ensayos permanentes.

Sbaraglia: Nunca hubo una rutina, con una continuidad de ensayos. La vez que más se ensayó fue cuando se armó el grupo, para el Estadio Unico de La Plata, que fue desde julio hasta noviembre, casi medio año de ensayos, tres o cuatro veces por semana. Pero en aquel entonces era necesario parar afirmar los cimientos de la banda.

Gaspar dice que recién con estos últimos shows (dos en noviembre del año pasado y dos en marzo, poco antes del aislamiento social obligatorio, los cuatro en el estadio Malvinas Argentinas de La Paternal, los cuatro con entradas agotadas) sintió que la banda podía tener vuelo propio. "Veníamos de conciertos muy grandes, con más de diez años de trayectoria y buena aceptación del público. Pero lo que pasaba con el Indio era que los shows estaban muy espaciados y la banda lograba cierta consolidación en el periodo de ensayo, pero después había meses sin tocar y el grupo se enfriaba. Cada show era un volver a empezar de cero, actualizarse con respecto a cómo estaban las personas y también volver a entenderse desde lo musical".Hoy Los Fundamentalistas forman con Benegas, Sbaraglia, Comotto, Colombo, Nalé (bajo), Ramiro Lopez Narguil (batería), Déborah Dixon, Luciana Palacios (en coros) y Tallarita (trompeta) y, con excepción del baterista y el trompetista, todos cantan algún tema durante los conciertos. "Tenemos quince años de experiencia y somos más grandes en todos los sentidos", dice Sbaraglia. "Ahora cada uno está mejor y eso se nota también en lo grupal. No solo en lo musical y eso está bueno. Éramos chicos cuando todo esto empezó".

Los chicos están bien y en estos años Solari se encargó de cubrirlos bajo sus alas. De hecho, los tres contaron con el aporte del cantante misterioso en sus proyectos solistas. El Indio grabó en El club de la moneda de plata (2008), de Sbaraglia ("Nada! -Zippo Rock"), en Elite (2017), de Comotto ("A lo mejor") y fue el responsable de la ilustración de tapa de Anomalía (2019), el último disco de la banda de Benegas, La Mono.

¿Qué creen que el Indio les aportó personalmente durante todos estos años?

Sbaraglia: Un montón de cosas y en cualquier aspecto. Desde las primeras cosas que nos decía con respecto a un coro, hasta miradas que tiene sobre la música, la paleta de instrumentos que utiliza. Uno que pensaba que más o menos se defendía, con él me di cuenta de que era un perro y que tenía que volver a estudiar para hacer solo los coros.

Benegas: También desde el lado social, lo que el arte aporta. Él nunca fue un entretenedor y sostiene que entretener es como distraer a alguien. Él siempre fue un comunicador, por canales artísticos que a veces no son comprendidos por todos. El Indio no está entreteniendo. Tiene otro concepto del artista. Esa fue una gran enseñanza. Como también lo fue el compromiso con la música que tiene.

Comotto: Siempre hizo lo que quiso y no se influencia por las cosas que le dicen sino que toma decisiones por su cuenta y eso está buenísimo.

Sbaraglia: La coherencia, el compromiso incluso con la sociedad y su público, con lo que ocurre en el país.

Benegas: En un momento estuvimos a punto de tocar en Estados Unidos, y una situación así haría que cinco mil personas de acá pudieran pagar el pasaje y ver al Indio allá, pero su sensibilidad no se lo permitió. Él no excluiría a la gente que no pudiera viajar a EE.UU. para verlo. Y así muchas actitudes coherentes.

Sbaraglia: Sin querer, nos enseña todo desde sus actitudes.

¿Y cómo vivieron ustedes todo lo ocurrido después del último show en Olavarría?

Benegas: La verdad es que es algo de lo que ni queremos hablar, porque ya se habló mucho y hasta que el Indio salga a dar notas, va a quedar esa incógnita. ¿Cómo lo vivimos nosotros? Como un show normal, con la diferencia de que cuando terminó nos fuimos con un sabor amargo, de que fue un show triste porque fallecieron dos personas y porque nos quedamos sin tocar. Pasaron tres años y hablar de eso hoy no aporta mucho. El show lo vivimos relativamente bien, salvo un conflicto que hubo al principio en el vallado, pero después lo supimos remontar y salió todo normal.

Sbaraglia: El bombardeo mediático posterior fue indignante y sublevador y mentiroso. Había medios que estaban afuera diciendo que el Indio se había ido a Nueva York, que los músicos no sé qué y nosotros estábamos todos juntos en el hotel. Cuando los medios tienen ganas de generar quilombo, son lo peor y la gente hace muy mal en creer cualquier cosa que digan.

Comotto: Uno veía los comentarios al otro día de la gente con una certeza como si fueran el papa Francisco y no hacían un balance de la situación una semana después, con una reflexión. No solo la gente que sabés que es garca, sino gente que por ahí pensás que va a actuar de una manera y ante esa situación se comportó de otra. Eso te desilusiona un montón.

¿Cómo siguen Los Fundamentalistas entonces?

Benegas: Después del concierto que íbamos a hacer en Rosario y que se suspendió por lo de la cuarentena, teníamos pensado parar un poco y dedicarnos a ir a Luzbola a trabajar en un disco nuevo. Pero con todo esto se postergó. Esperaremos a que pase y volver a las actividades. Cuando eso suceda, hacer el show que nos quedó pendiente y ver de grabar algunas canciones con el Indio. Eso sería genial para todos.

El holograma del Indio Solari

Tenemos que defender su música sin él y queremos hacerlo de la mejor manera posible

Que la idea de hacer un holograma del Indio Solari haya surgido una pegajosa noche de cumbia en Groove, durante un show de Mala Fama, no deja de ser una parábola más de la historia del rock argentino. "Estábamos con mi manager y vimos esa tecnología que estaban utilizando y flasheamos", cuenta Benegas. "En un momento del show era como que había dos Mala Fama, estaba replicado en 3D y había cierta interacción. Uno no sabía bien qué estaba pasando. Se nos ocurrió que hacer ese tipo de chiste, de gracia, podía estar bueno. Era algo parecido a lo que habíamos hecho con las pantallas, pero nuevo, que podía sorprender al público y darle alguna onda. Nosotros como banda nos tenemos que esforzar un poco más, porque cuando tocábamos con el Indio la gente lo iba a ver a él y el Indio estaba ahí para encendernos si llegaba a pasar cualquier cosa. Nosotros ahora tenemos que defender su música sin él y queremos hacerlo de la mejor manera posible".

Edgardo Kevorkian (KVK) es el fotógrafo oficial del Indio desde hace una década aproximadamente y fue el encargado de filmarlo y hacer la postproducción del video que Los Fundamentalistas usaron en sus primeros dos conciertos y también fue el responsable de la filmación que se utilizó para el holograma. "Después de los videos, los músicos vinieron con la propuesta del holograma para sumar algo más y el Indio enseguida se copó. Dos meses antes, en enero, ellos estaban viendo opciones para subir la apuesta y apareció esto, que era algo novedoso. Me pusieron en contacto con la gente que tenía la tecnología para hacerlo y no fue muy distinto a cómo se produjo la imagen para los videos: tenía que estar bien iluminado, con un fondo neutro y un sinfín. Lo grabé a dos cámaras, una con un plano abierto y la otra más cerrado. Las jornadas de grabación fueron en febrero. Hicimos tres pasadas y Pablo, Balta y Gaspar vinieron para acompañar".KVK comenzó a trabajar con Solari en 2008. Ricotero desde los 12 años, debutó viendo a los Redondos a los 15, en Huracán. En 2005, con la salida del cascarón de Los Fundamentalistas, Kevorkian fue a los primeros shows de La Plata y Montevideo, y como ya por entonces sacaba fotos de manera más o menos profesional, logró acreditarse para trabajar desde el vallado. "Entré un poco de caradura y con ese material hice una selección de fotos con la idea de mandárselas al Indio. El único dato que tenía era la dirección donde vivía y me acuerdo que el 25 de mayo de 2007, que era feriado, fui a dejarlo en su buzón. A la semana, su manager, Julio Sáez, me mandó un mail para contactarme. Cuando comenzó la gira de Porco Rex, justo el disco que más tocaron en vivo, me contrataron para trabajar con ellos. Con los años se generó esta confianza que tenemos hoy y ahora me escribo a diario con él y también estoy con el contenido de sus redes".

Para esta jugada producción, Solari grabó seis temas, cuatro para utilizar como holograma (todos del último álbum de Indio y Los Fundamentalistas, El ruiseñor, el amor y la muerte, que nunca habían sido tocados en vivo: "Pinturas de guerra", "La moda es vanguardia", "La oscuridad" y "El callejón de los milagros") y dos clásicos ricoteros para proyectar en video ("Salando las heridas" y "Susanita"). En la puesta se utilizaron tres proyectores láser de 13.000 lúmenes, que reflejaron la imagen sobre una tela transparente que, durante los primeros instantes, desconcertó a los fans.

"Lo que más me sorprendió fue la reacción del público, porque los que estaban del mangrullo para atrás, entre medio de tanta gente gritando y con tanta emoción, pensaron que el Indio estaba ahí, cantando. Fue una experiencia genial y el Indio, un poco jodiendo, decía que parecía un fantasmita. Él está muy contento por cómo salió todo y de poder colaborar en este proyecto", cuenta KVK.

Para Gaspar "hubo mucha gente que se sintió engañada, como si se tratara de un chasco, porque a pesar de que nosotros siempre decimos que esto no es un show del Indio, que él no va a salir a cantar con la banda, siempre están pendientes de que aparezca. La gracia es que tocamos y el Indio estuvo ahí con una performance actual. Eso es lo más cercano que tenemos de tocar con él. Mientras esté dispuesto a seguir participando, ahí estaremos".