La historia detrás de los vuelos de migrantes que DeSantis envió a Martha's Vineyard

Un grupo de migrantes afuera del Centro de Recursos para Migrantes en San Antonio, Texas, el 15 de septiembre de 2022 (Matthew Busch/The New York Times)
Un grupo de migrantes afuera del Centro de Recursos para Migrantes en San Antonio, Texas, el 15 de septiembre de 2022 (Matthew Busch/The New York Times)

SAN ANTONIO — En junio, el gobernador Ron DeSantis firmó un presupuesto que reservaba 12 millones de dólares a fin de crear un programa para transportar migrantes indocumentados y sacarlos de Florida. Lo presentó como lo más destacado del nuevo gasto del estado en materia de inmigración.

Pero tan solo tres meses después, el dinero se utilizaba en un lugar muy alejado de Florida, de una manera muy diferente: para reunir a los solicitantes de asilo venezolanos en las calles de San Antonio y enviarlos en aviones privados a Massachusetts.

Los vuelos del mes pasado, en los que viajaban 48 inmigrantes, atrajeron la atención internacional y fueron motivo de las críticas de los demócratas, además de varios recursos judiciales. DeSantis se adjudicó de inmediato el mérito de lo que parecía ser una maniobra política: arrojar a decenas de solicitantes de asilo a las puertas de los demócratas del noreste que se han resistido a los llamados para tomar medidas drásticas contra la inmigración.

Las autoridades de Florida han dado poca información sobre el programa o sobre cómo se diseñó. Pero ya han empezado a conocerse detalles de la misión clandestina que se llevó a cabo sin que ni siquiera el gobernador de Texas, Greg Abbott, también republicano, lo supiera, por ejemplo: vuelos pagados con dinero del estado (una posible violación de la ley estatal que asignó el dinero); una compañía aérea de vuelos chárter vinculada políticamente al gobernador de Florida.

Y, en medio de todo ello, una mujer con experiencia en contrainteligencia militar que los investigadores creen que fue enviada a Texas desde Tampa, Florida, para llenar los aviones.

Hasta ahora, se sabía poco de la mujer que, según los migrantes, se identificaba solo por su nombre de pila, “Perla”, cuando los invitaba a subirse a los vuelos. Una persona informada de la investigación de la Oficina del Alguacil de San Antonio sobre el asunto dijo a The New York Times que la persona que se está investigando en relación con la operación es una mujer llamada Perla Huerta.

Huerta, quien fue médico de combate y agente de contrainteligencia, fue dada de baja el mes pasado después de dos décadas en el Ejército de Estados Unidos que incluyeron varios despliegues en Irak y Afganistán, según los registros militares.

Un grupo de hombres venezolanos afuera del Centro de Recursos para Migrantes en San Antonio, Texas, el 15 de septiembre de 2022. (Matthew Busch/The New York Times)
Un grupo de hombres venezolanos afuera del Centro de Recursos para Migrantes en San Antonio, Texas, el 15 de septiembre de 2022. (Matthew Busch/The New York Times)

No fue posible contactar a Huerta por teléfono ni en su casa en Tampa.

El hombre que dijo haber trabajado con ella en ayudar a convencer a otros migrantes habló bajo condición de que no se usara su nombre debido a que se está investigando lo sucedido. Dijo que conoció a Huerta el 10 de septiembre afuera del Centro de Recursos para Migrantes en San Antonio.

Ella le pidió que la ayudara a reclutar a otros migrantes venezolanos como él. Pero dijo que se sintió traicionado, porque ella nunca mencionó que trabajaba para el gobierno de Florida. “También me mintieron. De haberlo sabido, no me habría involucrado”, mencionó y agregó que ella solo le dijo que “quería ayudar a la gente a llegar al norte”.

La labor de trasladar en avión a los migrantes a Martha’s Vineyard parecía mucho menos organizada que el programa de más amplio alcance creado por Abbott en Texas que trasladó en autobús a más de 11.000 migrantes de su estado a tres ciudades del norte del país gobernadas por demócratas: Washington D. C., Nueva York y Chicago.

Pero el objetivo de ambos gobernadores era el mismo: llamar la atención sobre el gran número de migrantes que llegan a diario sin permiso legal a la frontera sur y obligar a los demócratas a ocuparse de los migrantes a los que dicen dar la bienvenida.

En el caso de los vuelos a Martha’s Vineyard, los registros del estado de Florida muestran que el 8 de septiembre se le pagaron 615.000 dólares a una empresa de vuelos chárter, Vertol Systems, y, menos de dos semanas después, 950,000 dólares más. El primer pago fue por el “proyecto 1” y el segundo por “proyectos dos y tres”. Hasta este momento, las autoridades de Florida solo reconocieron los vuelos iniciales y no han dicho que haya planes para más vuelos.

El dinero para trasladar en avión a los migrantes provino de una asignación especial de 12 millones de dólares en el más reciente presupuesto estatal, esta partida le otorga fondos al Departamento de Transporte para crear un programa “que facilite el transporte de extranjeros indocumentados fuera del estado”.

El programa fue concebido como una medida para contrarrestar la cantidad de migrantes sin permiso legal que el gobierno federal llevaba en avión al estado. A partir de agosto, DeSantis dijo que los fondos aún no se habían utilizado, porque los grandes grupos adicionales de migrantes que se esperaban no se habían materializado.

El gobernador tenía la mirada puesta en el lugar al que llegaban la mayoría de los migrantes en un principio: Texas.

Varios legisladores estatales demócratas objetaron. “Ellos diseñaron este proyecto de ley, establecieron las reglas del juego y ni siquiera pueden cumplirlas”, afirmó el senador demócrata estatal Jason Pizzo sobre el gobierno de DeSantis. Pizzo presentó una demanda en el tribunal estatal de Florida con la esperanza de hacer que el estado deje de gastar más dinero en ese tipo de vuelos.

No se han hecho públicos los contratos estatales que detallan el gasto, y poco ha dicho el gobierno de DeSantis sobre el papel desempeñado por las autoridades de transporte del estado en la organización o coordinación de los vuelos.

“Llevo demasiado tiempo en esto como para saber que el estado de Florida está siendo poco claro con toda intención en lo que respecta a este incidente”, afirmó Michael Barfield, director de acceso público al Centro para la Rendición de Cuentas Gubernamental de Florida. “Creo que hay un mal uso de los fondos estatales”.

La historia de cómo los migrantes fueron reclutados para los vuelos fue relatada por decenas de migrantes en entrevistas con abogados y periodistas después de llegar, desconcertados, a lo que comprendieron que era una remota isla turística con pocos recursos.

Según cuentan la mayoría de ellos, una mujer llamada Perla se les había acercado en San Antonio para hablarles de vuelos gratuitos a Massachusetts.

La mujer les dijo que allá había trabajos y gente que les ayudaría, y proporcionó a los migrantes, en su mayoría indigentes, comidas gratuitas en McDonald’s y un lugar para alojarse en un hotel cercano, La Quinta Inn, antes del vuelo.

Cada uno de los migrantes recibió una fólder rojo con un mapa de Estados Unidos, en el que una flecha se extendía de Texas a Massachusetts. Otro mapa con la forma de Martha’s Vineyard tenía un punto que mostraba la ubicación del aeropuerto y otro punto para un centro de servicios comunitarios.

Los hombres, mujeres y niños que se apuntaron para viajar, volaron desde San Antonio y aterrizaron primero en Crestview, Florida. Los migrantes no bajaron del avión, el vuelo hizo otra escala en Carolina del Sur antes de llegar a su destino final en Martha’s Vineyard el 14 de septiembre.

Una vez ahí, dijeron varios migrantes en entrevistas, unas camionetas que los estaban esperando los llevaron cerca de un centro comunitario, adonde se les dijo que tocaran la puerta. La mujer que abrió no sabía quiénes eran y tampoco hablaba español.

Beth Folcarelli, directora del centro, Martha’s Vineyard Community Services, dijo que estaba en su oficina hablando con un miembro sénior del personal alrededor de las 3:45 p. m. cuando vio por la ventana a un grupo de personas que caminaban en dirección a la organización sin fines de lucro.

“Las personas que se acercaban parecían curiosas y buscaban ayuda”, recuerda. Salió a preguntar qué necesitaban.

Lo único que entendió fueron las palabras “Venezuela” y “refugiados”, así que regresó a toda prisa al centro para pedir ayuda a una gerente llamada Geany Rolanti, que habla español.

Al final, 48 personas de los vuelos, incluidos varios niños, se reunieron en el estacionamiento de la organización.

La mayoría de los migrantes acabaron en una base militar en Cape Cod, donde dormían en cuarteles vacíos. Pero ninguno parece saber qué sucederá ahora.

Los miembros del personal de centro comunitario en Martha’s Vineyard lograron que un migrante llamado Pablo llamara a Venezuela, comentó Rolanti. El hombre parecía abatido.

“Mi amor, nos engañaron”, le dijo a su esposa, llorando sin poder controlarse. “Esta mujer nos mintió. Nos mintió”.

© 2022 The New York Times Company