Historia de las ‘mujeres cohete’ de la NASA

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Imagen: el equipo de “mujeres cohete” trabajando en el JPL en 1955. (Crédito: NASA).

Confieso que he disfrutado un montón leyendo en Gizmodo la historia del grupo de mujeres que ayudó a la NASA a alcanzar sus metas. Entre la década de 1940 y 1950, en plena segunda guerra mundial y bastante antes de la llegada de las primeras computadoras fabricadas por IBM, la ausencia de hombres cualificados (casi todos en el frente) dio a una generación de mujeres brillantes, con notables habilidades matemáticas, la oportunidad de trabajar para la agencia espacial norteamericana. Con muy pocos datos sobre ellas en los archivos del JPL, apenas un puñado de fotos, la microbióloga (y ahora autora literaria) Nathalia Holt, ha podido escribir un libro sobre sus vidas, después de pasarse muchas horas al teléfono intentando localizar a la supervivientes, desperdigadas por todo el territorio de los Estados Unidos.

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El libro de Holt, titulado “Rise of the Rocket Girls: The Women Who Propelled Us, from Missiles to the Moon to Mars“ (El ascenso de las Chicas Cohete: las mujeres que nos impulsaron desde los misiles a la Luna y Marte) trata sobre el trabajo de estas “computadoras humanas”, contratadas por la agencia para procesar datos matemáticos, sin los cuales aquellas primeras misiones no habrían sido posibles.

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La inspiración para el libro le llegó a Holt estudiando la vida de la astrónoma Eleanor Francis Helin, también trabajadora en el JPL (Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA) responsable del descubrimiento de casi 900 asteroides, y fallecida en 2009. Gracias a su interés por Helin, Holt descubrió el papel de las “mujeres computadora” y se dio cuenta además de que desde que se desmanteló al equipo,

la NASA nunca las había invitado a eventos, ni había honrado su trabajo

. Teléfono en mano, y con solo unos pocos nombres como pista y un puñado de fotos, Holt comenzó sus pesquisas.

En la entrevista en Gizmodo, la autora de este libro homenaje confiesa que en alguna ocasión (como cuando buscaba a Barbara Paulsons) llegó a realizar 50 llamadas por todo el país a mueres con ese nombre. La alegría cuando finalmente la encontró mereció la pena, ya que resulta que muchas de ellas seguían en contacto, lo que facilitó enormemente el reagrupamiento.

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Hay que recordar que en aquel periodo histórico, con muchos hombres combatiendo en el frente, las mujeres tuvieron que hacerse cargo de los trabajos en los Estados Unidos. La NASA no fue una excepción. Muchas de aquellas mujeres, conservaron sus puestos aún cuando al finalizar la guerra, regresaron los ingenieros. Otras, en cambio, perdieron el trabajo cuando IBM comenzó a fabricar sus primeras computadoras. Y un caso excepcional, como sucede con Sue Finley (cumplirá 80 años en 2016), que aún continúa en activo. Finley, que sigue trabajando en la misión Juno a Júpiter, afirma que no quiere jubilarse hasta completar la misión.

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Capítulo aparte merece la historia de Janez Lawson, la única afroamericana del grupo, que se enfrentaba a una doble discrimación, por ser mujer y por ser negra (arriba, en el centro de la imagen). Lawson, ya fallecida, que era licenciada en ingeniería química por la universidad de UCLA, fue una de las dos únicas mujeres enviadas al pograma de prácticas con computadoras organizado con la irrupción de las máquinas de IBM. Viajaba cada día desde Los Ángeles hasta Pasadena (sede del JPL) para trabajar, y cuando abandonó la NASA tuvo una carrera impresionante como química.

La autora se confiesa especialmente impresionada por el caso de Helen Ling, que supervisaba al equipo durante los últimos años. Se centró especialmente en las mujeres que no poseían el grado de educación necesario para ser contratadas como ingenieras. Las animó e incitó a acudir a la escuela nocturna y colaboró a que se graduaran, tras lo cual abandonaban el grupo al ser contratadas por empresas privadas. Holt afirma haberse emocionado cuando muchas de aquellas mujeres pudieron reunirse de nuevo con Helen Ling y agradecerle lo que había hecho por sus vidas.

En fin, no se vosotros pero a mi me apetece mucho ojear el libro. Es más, creo que incluso habría una buena película detrás de la historia de estas “chicas cohete”.

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Me enteré leyendo Gizmodo.