La historia de cómo llegó el césped a los estadios de la desértica Qatar para el Mundial

El estadio Lusail, donde este domingo se disputará la final de la Copa del Mundo entre la Argentina y Francia
El estadio Lusail, donde este domingo se disputará la final de la Copa del Mundo entre la Argentina y Francia

Aunque John Holmes es norteamericano y su país quedó eliminado en octavos de final del Mundial de Qatar, está muy nervioso por los dos partidos restantes. Y no por el resultado -aunque aclara que quiere que gane la Argentina porque “Messi es fenomenal”-. Más bien porque su césped es el que cubre el Lusail y los otros siete estadios que Qatar construyó para esta Copa del Mundo, así como los 71 campos de práctica de Doha.

¿Cómo llegó un césped cultivado en el estado norteamericano de Georgia a los colosales estadios del pequeño país del Golfo? Es una historia curiosa. Todo comenzó en 2012, cuando Atlas Turf, una compañía de céspedes, recibió una solicitud de Aspire Zone, un complejo deportivo de 250 hectáreas ubicado en el distrito Baaya de Al Rayyan.

“Nos pidieron que les enviáramos un césped patentado llamado Platinum TE para las canchas de práctica”, dice a LA NACION Holmes, CEO de Atlas Turf.

Majed Al Sorour, Director General de Golf Saudi y John Holmes, CEO de Atlas Turf
Majed Al Sorour, Director General de Golf Saudi y John Holmes, CEO de Atlas Turf

Platinum TE, desarrollado por el reconocido botánico Ron R. Duncan y cuya patente y derechos exclusivos pertenecen desde hace dos años a la compañía de Holmes, es un tipo de césped con una especial tolerancia a la sal, capaz de resistir a condiciones de poca luz y altas temperaturas, como las que se registran normalmente en Medio Oriente.

Atlas Turf exporta este tipo de césped a más de 30 países -incluidos México, Colombia, España, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Egipto, Omán y Vietnam, entre otros- que normalmente se utiliza para cubrir los campos de golf.

Después del éxito del Aspire Zone, sin embargo, el Platinum TE se convirtió en uno de los candidatos predilectos de la Copa Mundial de la FIFA Qatar 2022 para cubrir las canchas de sus estadios multimillonarios. Después de dos años de pruebas a cargo de un equipo de agrónomos que experimentaron con 12 tipos diferentes de césped, el Comité Supremo de Entrega y Legado de Qatar 2022 seleccionó el producto de Atlas Turf como el vencedor.

Los múltiples escándalos de corrupción vinculados a la elección de la sede y las violaciones de derechos de los trabajadores migrantes en el país árabe, han desalentado a algunas compañías a hacer negocios en torno al Mundial. Pero no a Holmes, quien dijo que “las personas con las que hemos tratado desde el principio han sido muy profesionales y ordenadas en el proceso”.

El Saadiyat Beach Golf Club
El Saadiyat Beach Golf Club

A pesar de que Atlas Turf tiene experiencia en eventos deportivos, este torneo es el mayor escenario mundial en el que se ha probado su césped, y en las condiciones más duras. Por eso los nervios de Holmes…

“Mi mayor miedo es que se lesionen los jugadores”, dice el CEO de Atlas Turf, que compró la compañía en 2010, años después de obtener una licenciatura en gestión de céspedes y tras una carrera en el mantenimiento de canchas de golf.

Según el experto, la calidad del césped es determinante en las probabilidades de una lesión y es por eso que demasiados incidentes podrían repercutir de forma negativa en su tecnología. Un buen césped proporciona estabilidad, con briznas apretadas y raíces profundas que impiden que los pies de los jugadores se deslicen cuando corren a toda velocidad y se detienen en un santiamén.

Cuando mira los partidos por la televisión desde Georgia, Holmes está atento a los terrones de césped que vuelan por los aires y evalúa la línea de gol, una de las zonas más desgastadas del campo. Durante los tiros de esquina, busca signos de muerte: esas áreas reciben menos sol y pueden ser las más difíciles de mantener vivas. Hasta ahora, asegura, el césped está aguantando bien.

Qatar, una nación desértica carente de verdes praderas y arroyos, se enfrenta a tres retos principales: el agua, el aire y la luz. “Es una combinación de todas las peores condiciones”, afirma Holmes.

El agua utilizada para regar el césped es de baja calidad (es agua residual tratada o agua de mar desalinizada) y debido al sol abrasador del desierto, los estadios qataríes se construyeron con la máxima sombra, ideal para evitar insolaciones, pero no tanto para la fotosíntesis. Además, dentro de las instalaciones, hay muy poco movimiento de aire.

“El Platinum TE es una ventana al futuro del césped ya que necesita menos agua y fertilizantes a medida que el clima se vuelve más inhóspito”, dice Holmes y acota que utiliza entre un 25% y un 30% menos de agua que otros céspedes y, dependiendo de las condiciones, puede vivir con 1,3 kilos de fertilizante, mientras que un bermudagrass puede necesitar alrededor de seis.

En Qatar, sin embargo, la creación de las condiciones necesarias para mantener vivo el césped es intensiva en carbono. Es necesario bombear aire refrigerado directamente sobre éste y, según un informe de Reuters, cada campo requiere más de 8000 litros de agua al día en invierno y más de 40.000 en verano. Gran parte del agua procede de la desalinización, un proceso que consume muchos combustibles fósiles y daña los ecosistemas marinos.

El Atlas Turf en Arabia Saudita
El Atlas Turf en Arabia Saudita - Créditos: @ali

A esto se suma la huella de carbono que resulta de la extenuante logística. Atlas Turf cultiva su hierba en Adel, una ciudad de unos 5000 habitantes al sur de Georgia. A los 90 días, los estolones o ramitas de hierba, se cosechan, se lavan, se empaquetan en cajas y se envían por carga aérea refrigerada a Doha.

El primer envío se destinó al estadio Al-Rayyan en 2014. En los años siguientes, Atlas Turf envió un total de más de 130.000 kilos de estolones a Doha. Allí, el césped se plantó en terrenos próximos a cada estadio hasta que los ramitos individuales se unieron formando un campo. A continuación se enrollaron y se trasladaron al interior de los estadios para su instalación.

Según Holmes, el Consejo Mundial del Carbono (GCC, por sus siglas en inglés), un programa de compensación voluntario de carbono con sede en Doha, se ha comprometido a compensar estas emisiones mediante la adquisición de créditos de carbono. Un reporte reciente, sin embargo, señala que este plan es profundamente defectuoso. Según Carbon Market Watch, la contaminación derivada de la construcción de los nuevos estadios puede haberse subestimado al calcular las emisiones hasta en ocho veces menos.

“Esta promesa de neutralidad de carbono no es en absoluto creíble”, dijo Gilles Dufrasne, autor del informe, quien añade que “se trata de un ejemplo flagrante del green-washing”.

Sobre la controversia de los trabajadores migrantes que murieron en la construcción de los estadios –6500 según una investigación de The Guardian– Holmes dice que es “una situación lamentable”, pero que el proceso de instalación del césped es muy seguro y que se realizó una vez que las obras finalizaron.