Helsinki, capital del diseño y del modernismo escandinavo

Llegué a Helsinki, la capital de Finlandia, en pleno otoño, convencido de que no debía ser la mejor estación del año para visitar un país nórdico. El termómetro apenas sobrepasaba el punto de congelación, aun así me abrigué bien, pedí en el hotel un mapa con las indicaciones de los sitios de mayor interés y salí a caminar la ciudad báltica de apenas más de medio millón de habitantes a la que llaman “la capital del diseño”.

Comencé mi visita por el paseo llamado Esplanaden que cambia de nombre a lo largo de las cinco o seis manzanas que atraviesa. Como muchas avenidas arboladas, posee una alameda central con árboles, fuentes y monumentos y, en su lado norte, las tiendas más elegantes de la ciudad. Lo primero que llama la atención es la calidad y originalidad de la arquitectura de principios del siglo XX. A una manzana del elegante hotel Kamp, el Robert’s Coffee Jugend ocupa un antiguo banco art-Nouveau, influenciado por la corriente modernista del centro de Europa. Unos 600 edificios y casas de Helsinki datan de ese periodo y, en el caso del que nos ocupa, el antiguo banco data de 1815-1827, pero fue rehabilitado para en 1904 por el arquitecto finlandés Lars Sonck siguiendo los principios estéticos del art-Nouveau.

Arabia, antigua marca de porcelana y cerámica finlandesa.
Arabia, antigua marca de porcelana y cerámica finlandesa.

En una de las esquinas se halla la tienda Arabia, elegante vitrina de esta marca de vajillas de porcelana y cerámica finlandesas, conocida por sus diseños originales, fundada en 1873 y pionera a escala nacional en este ámbito. Y no lejos de allí, en una de las calles perpendiculares (la Kluuvikatu) encontramos la elegante chocolatería Fazer, que desde 1891 es la referencia en materia de chocolates y pastelería de todo el país. Fue fundada por un industrial de origen suizo y finés creador de la primera boutique franco-rusa especializada en chocolates y confituras.

Kauppatori, el viejo mercado de Helsinki.
Kauppatori, el viejo mercado de Helsinki.

Prácticamente en frente, en la alameda central, Kappeli, es un elegante restaurante concebido en 1867 como los pabellones de los jardines de invierno franceses de los Campos Elíseos durante la Belle Epoque. Fuera de los horarios de almuerzo y cena, es posible merendar o beber una copa allí. Al final de la Esplanaden, el Kauppatori es el viejo mercado de Helsinki, que cuenta con una parte techada en donde podemos encontrar numerosos puestos de mercancías (sobre todo con diferentes variedades de salmón y arenques), aunque también con productos “gourmets”, panes, mermeladas e, incluso, bebidas y frutas. En la parte al aire libre, visible por los toldos anaranjados en el muelle norte del puerto, se pueden degustar platos típicos de la gastronomía finlandesa como la sopa de salmón, que no solo desconocía, sino que me sorprendió por su exquisito sabor gracias al eneldo y otras hierbas aromáticas utilizadas.

La Catedral ortodoxa Uspenski.
La Catedral ortodoxa Uspenski.

Del otro lado el puerto, visible desde el mercado y separada por un canal, en el barrio Katajanokka, la catedral ortodoxa Ouspenski fue construida por el zar Alejandro II de Rusia, en 1862, cuando el Gran Ducado de Finlandia pertenecía al Imperio ruso. Vale la pena recorrer el barrio que ocupa toda una isla para admirar numerosos edificios históricos y originales como el casino y el ministerio de Relaciones Exteriores, de estilo neoclásico.

Kaupunginmuseo, en la calle Aleksanterinkatu, un complejo museístico con una colección permanente que hace referencia al diseño y al hábitat finlandés en la primera mitad del siglo XX.
Kaupunginmuseo, en la calle Aleksanterinkatu, un complejo museístico con una colección permanente que hace referencia al diseño y al hábitat finlandés en la primera mitad del siglo XX.

Lo que llaman Kaupunginmuseo, en la calle Aleksanterinkatu, es un complejo museístico con una colección permanente que hace referencia al diseño y al hábitat finlandés en la primera mitad del siglo XX. En una de las salas se reproduce un café de la década de 1950 con una divertida vitrola portátil que permite escoger la pieza que uno desea escuchar entre un vasto repertorio de música local. Otras extensiones del museo son la Casa Burgher de madera (la más antigua de Helsinki), una reproducción de las viviendas obreras de principios del siglo XX y un espacio lúdico dedicado a los juegos infantiles.

En la esquina opuesta al museo se halla la gran plaza central (Plaza del Senado) con la estatua del emperador Alexandre en el medio y en su lado norte la gran escalinata que conduce a la Catedral, construida en estilo neoclásico por el arquitecto Carl Ludvig Engel y dedicada al culto luterano, razón por la cual su interior austero carece de imágenes y otros objetos decorativos. Una de las atracciones de la gran plaza es el espectáculo sonoro diario de unos cinco minutos de duración que se difunde desde cada lado de la plaza, de modo que tenemos la impresión de que cada edificio envía al otro las notas musicales compuestas por el organista Harri Viitanen.

Gran Estación de Trenes terminada en 1914.
Gran Estación de Trenes terminada en 1914.

Otra de las grandes atracciones de la capital es la Gran Estación de Trenes terminada en 1914 por el arquitecto Eliel Saarinen, quien mezcló elementos del art-Nouveau, bustos macizos de porte solemne para las grandes farolas de la entrada y añadió una torre de reloj de 48m que es uno de los símbolos distintivos de la ciudad.

Museo de Bellas Artes o Ateneum.
Museo de Bellas Artes o Ateneum.

A una manzana de allí, en la misma avenida de la estación, el Museo de Bellas Artes o Ateneum, en frente del Teatro Nacional, fue inaugurado en 1888 y exhibe obras de maestros de la pintura finlandesa como Akseli Gallen-Kallela o Marcus Collin, así como un fabuloso retrato del pintor noruego Edward Munch, así como lienzos de Gauguin, Manet, Cézanne, Dufy o Chagall, entre otros grandes artistas franceses.

Un detalle del edificio modernista de la aseguradora Pohjola.
Un detalle del edificio modernista de la aseguradora Pohjola.

Vale la pena perderse entre las manzanas del centro para descubrir la original arquitectura de Helsinki. La antigua aseguradora Pohjolan Talo (obra de 1901 de Saarinen), la Bolsa (concebida en 1911 por Lars Sonck) o la también aseguradora Kaleva (diseñada en 1913 por Armas Lindgren) son solo dos ejemplos de las maravillas arquitectónicas de la ciudad báltica.

Helsinki puede recorrerse en tranvía, y las líneas 2 y 3 nos llevan a los barrios modernistas del sur en donde podemos ver importantes edificios de finales del XIX y principios del XX que significaron el abandono de las formas clásicas y abrieron paso a una arquitectura muy expresiva. Los elementos decorativos propios y las fachadas rugosas de granito se convirtieron en símbolo identitario de la ciudad.

Abundan en Helsinki los parques, las isletas y las dársenas. Hay también posibilidad de recorrer la ciudad en autobuses turísticos y varias compañías de barcos proponen circuitos marítimos y la posibilidad de visitar otros barrios para ver el museo Alvar Aalto, el de la Arquitectura, el monumento a Sibelius (el más célebre compositor nacional), el Museo Finlandés de la Fotografía, el Mannerheim (en honor al héroe de la resistencia nacional contra los rusos) o la fortaleza Suomenlinna erigida sobre varios islotes en 1748 e inscrita por la Unesco en la lista del Patrimonio Mundial de la Humanidad.

William Navarrete es escritor establecido en París.