Hallan la toxina que permite a las escolopendras matar presas 15 veces más grandes
Corría el año 2006, y en mi recién estrenado blog publicaba yo una traducción sobre una criatura de pesadilla, la escolopendra gigante (Scolopendra gigantea). Este enorme centípedo venenoso (puede superar los 35 centímetros de largo) habita en el Amazonas, y de él se sabe que es capaz de cazar a vertebrados mucho mayores que él en tamaño, como murciélagos, a los que espera pacientemente colgado de las paredes de las cuevas por las que transitan al exterior, para capturarlos en pleno vuelo.
Hoy he vuelto a saber de estos horribles artrópodos leyendo Science, si bien en este caso lo hacían de una variedad asiática más modesta en tamaño (aunque 20 centímetros sigue siendo una longitud aterradora a mi parecer) llamada escolopendra china de cabeza roja (Scolopendra subspinipes mutilans), la cual aparece en las fotos que ilustran este post.
La noticia en Science relata que un grupo de científicos chinos ha sido capaz de aislar al componente tóxico que hace que estas criaturas acabe en segundos con la vida de cucarachas, lagartos y pequeños mamíferos causando una rápida parálisis. Se sabía que esta especie asiática de escolopendra es – en ocasiones – capaz incluso de acabar con la vida de humanos, aunque hasta la fecha los científicos no tenían ni idea de cómo funcionaba su veneno.
Bien, para averiguar el mortífero secreto de la escolopendra china de cabeza roja, especie que vive en los bosques, granjas y ciudades de todo el este asiático, los investigadores purificaron un buen número de compuestos químicos presentes en el cóctel tóxico de este centípodo.
Para saber cuál de ellos era el responsable de que esta escolopendra sea capaz de matar a presas 15 veces mayores que ella en tamaño en apenas 30 segundos, no hubo más remedio que probar una a una las toxinas que conforman su veneno. Así fue como llegaron a algo a lo que llaman (algo teatralmente) “Ssm Toxina Siniestra”, que según parece actúa cerrando los canales que bombean el potasio dentro y fuera de las células.
Estos canales tienen una importancia crítica en el envío de ondas cerebrales, el mantenimiento de la regularidad de los latidos del corazón y el control de otro buen puñado de funciones corporales.
Parece ser que sin esta toxina en concreto, el veneno de la escolopendra ni se acercaría al nivel letal que ahora exhibe, lo cual da esperanzas a los científicos de poder crear un antídoto a partir de fármacos capaces de abrir los canales de potasio.
El trabajo del equipo de investigadores chinos liderados por Shilong Yang y Ren Lai, acaba de publicarse en Proceedings of the National Academy of Sciences.
Hay un vídeo entre el mortífero encuentro entre un ratón y una escolopendra china de cabeza roja colgado por los autores del trabajo en esta web, aunque os advierto que puede resultar desagradable.
Me enteré leyendo Science.