El primer ministro de Haití llega a Puerto Rico, bandas desplazan a miles en su país

Interrupción de las telecomunicaciones en Haití en medio de la violencia, los reclusos se fugan de la prisión principal

Por Steven Aristil y Harold Isaac

PUERTO PRÍNCIPE, 5 mar (Reuters) -El primer ministro de Haití, Ariel Henry, aterrizó en Puerto Rico el martes, en medio de preguntas de por qué no regresó a su país ante la escalada de violencia de las bandas que ha amenazado con derrocar a su gobierno y ha dejado a miles de personas sin hogar.

La oficina del gobernador de Puerto Rico confirmó que Henry había aterrizado en la capital, San Juan. Los medios de comunicación locales habían informado de que la República Dominicana, que comparte la isla de La Española con Haití, no había autorizado previamente el aterrizaje de su avión.

No estaba claro por qué Henry no voló directamente a Haití, aunque el lunes se escucharon intensos tiroteos cerca del aeropuerto internacional de la capital y los enfrentamientos dificultan los desplazamientos.

La ya frágil situación de seguridad de Haití empeoró durante el fin de semana, mientras Henry se encontraba en Kenia para cerrar un acuerdo sobre el despliegue de tropas extranjeras para restablecer el orden. El domingo, el débil gobierno haitiano declaró el estado de emergencia tras el escape de dos presos en dos importantes fugas de cárceles.

"Las bandas armadas nos obligaron a abandonar nuestros hogares. Destruyeron nuestras casas y estamos en la calle", dijo el martes un hombre que dio su nombre como Nicolas y vive en un campamento.

La oficina de inmigración de Naciones Unidas dijo durante el fin de semana que al menos 15.000 personas habían sido desplazadas debido a la violencia.

"No tuve tiempo de coger ninguna de mis cosas, ni siquiera mi ropa interior", dijo Jasmine, que no quiso dar su apellido, en un refugio el lunes. "No sabía qué hacer"

El grupo de derechos humanos Plan Internacional dijo que muchos estaban huyendo de la capital hacia Artibonite, tradicionalmente la región agrícola de Haití, pero cuyos residentes se enfrentan ahora a la escasez de alimentos a medida que los combates se extienden hacia el norte.

Tras una evaluación de 500 testimonios, descubrió que muchas familias se saltaban la comida de un día, más de la mitad de los niños estaban sin escolarizar y la falta de dinero hacía que muchos sintieran que no tenían otra opción que unirse a las bandas. Se calcula que entre el 30% y el 50% de los miembros de las bandas son menores, según la organización de defensa de los derechos de la infancia.

El director nacional de la organización, Allassane Drabo, afirmó que las niñas corren un riesgo especial de matrimonio forzado, ya que sus padres no pueden satisfacer sus necesidades básicas. "La violencia generalizada está robando la infancia a demasiadas niñas, que se ven obligadas a cambiar los libros de texto y el pan por armas y vestidos de novia", afirmó.

Kwanli Kladstrup, director de país de la agencia de ayuda Concern Worldwide, dijo que se calcula que cinco millones de los 11 millones de haitianos padecen hambre aguda.

Desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse en 2021, las bandas violentas han ampliado el control de su territorio. Henry -que lidera un gobierno interino no electo- se había comprometido a renunciar en febrero, pero retrasó el proceso, citando la falta de seguridad.

La ONU calcula que el conflicto ha expulsado a unas 300.000 personas de sus hogares y que el año pasado las bandas mataron a cerca de 5.000 personas y secuestraron a casi 2.500, a veces utilizando videos de violaciones y torturas para extorsionar a los amigos y familiares de las víctimas con costosos rescates.

Con la esperanza de apuntalar el apoyo público, el líder de la banda Jimmy Cherizier, conocido como Barbeque, declaró que una alianza de bandas conocida como Viv Ansanm (Vivir Juntos) liberaría pronto a sus rehenes sin pedir rescate, según informaron el martes los medios de comunicación locales.

(Reporte de Steven Aristil y Harold Isaac en Puerto Príncipe, Sarah Morland en Ciudad de México, Robertson S. Henry en Kingstown, Ivelisse Rivera en San Juan y Michelle Nichols en Naciones Unidas; Escrito por Valentine Hilaire y Sarah Morland; editado en español por Javier López de Lérida y Ricardo Figueroa)