Haití desplegó el Ejército; soldados se unen a la Policía para impedir que pandillas tomen el aeropuerto

Un grupo de pandillas armadas intentó apoderarse el lunes del Aeropuerto Internacional Toussaint Louverture de Puerto Príncipe, lanzando un ataque armado contra las instalaciones pocos días después que una serie de atentados coordinados en toda la capital provocó la fuga de miles de presos , entre ellos varios conocidos líderes pandilleros.

El ataque contra el aeropuerto se produjo en medio de la suspensión de todos los vuelos internacionales a Haití por parte de las compañías aéreas con sede en Estados Unidos, alegando los continuos disturbios civiles. A pesar de las cancelaciones, el aeropuerto había permanecido fuertemente vigilado, con miembros de las fuerzas armadas del país desplegados en su interior, mientras que agentes de la Policía Nacional de Haití y soldados patrullaban las afueras.

La semana pasada, varias pandillas abrieron fuego contra el aeropuerto, alcanzando a tres aviones nacionales estacionados tanto en el aeropuerto internacional como en el vecino aeropuerto nacional Guy Malary.

El tiroteo del lunes estalló alrededor de la 1 p.m., después de que unos hombres armados abrieron fuego desde varias direcciones e intentaran entrar en las instalaciones abriendo un boquete en un muro. De inmediato fueron recibidos con un intenso tiroteo por parte de la Policía, que también estaba acompañada por miembros de las Fuerzas Armadas de Haití.

Dos días antes, Haití había desplegado sus fuerzas armadas para ayudar a la policía a reforzar la seguridad tanto en el aeropuerto como en el puerto marítimo. Ambos lugares habían sido objeto de ataques violentos por parte de pandillas que el jueves atacaron varias estaciones de policía en un intento de tomar el control de instalaciones gubernamentales clave. También se desplegaron soldados para patrullar los alrededores del Palacio Nacional.

El lunes, Estados Unidos, la ONU y la OEA condenaron los ataques, que llevaron a las embajadas de Francia, Canadá y Estados Unidos a suspender los servicios consulares.

Muchos de los responsables de la violencia ya han sido sancionados por Estados Unidos y otros países, dijo un portavoz del Departamento de Estado. “Estas acciones dejan claro porqué”.

Pandillas al mando

Las pandillas controlan más del 80% de Puerto Príncipe y en los últimos días se han hecho aún más poderosas. Sus ataques violentos coordinados han desbordado y superado en armamento a la Policía Nacional de Haití, que ha tenido dificultades para responder a la oleada.

La fuerza policial, que el año pasado contaba con unos 9,000 agentes de seguridad pública, ha disminuido a un ritmo alarmante, según Naciones Unidas. La ONU ha dicho que la policía perdió más de 1,600 agentes el año pasado. Algunos fueron asesinados por pandilleros, mientras que otros emigraron a Estados Unidos después de que la administración de Biden pusiera en marcha un programa de libertad condicional humanitaria de dos años para ciudadanos de Haití, Cuba, Nicaragua y Venezuela.

En octubre, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó el despliegue en Haití de una misión multinacional de apoyo a la seguridad, dirigida por Kenia. Pero la fuerza ha tenido dificultades para despegar debido a problemas legales en Kenia y a la falta de financiación por parte de los socios internacionales. El primer ministro haitiano, Ariel Henry, que ha estado fuera del país durante la violencia, estuvo en Kenia la semana pasada para firmar un acuerdo de reciprocidad que permitiera a Kenia desplegar 1,000 de sus policías en Haití. Se supone que la policía keniana será la columna vertebral de la misión armada.

El portavoz del Departamento de Estado afirmó que Estados Unidos está planificando activamente la misión internacional para ayudar a la Policía Nacional de Haití a combatir a las pandillas. Tanto el secretario general de la ONU , António Guterres, como el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, están pidiendo a la comunidad internacional que haga más.

El lunes, Guterres reiteró la necesidad de actuar con urgencia, en particular proporcionando apoyo financiero a la misión. Almagro, por su parte, criticó el retraso en la respuesta de la comunidad internacional para acudir en ayuda de Haití.

“Es más necesario que nunca promover esfuerzos de cooperación en el seno de Naciones Unidas para restablecer la seguridad en el país. Es irresponsable que se sigan retrasando las medidas y acciones necesarias”, dijo Almagro.

El retraso en la respuesta de la comunidad internacional hace temer un colapso total del gobierno haitiano. Al parecer, las pandillas controlan toda la parte baja del centro de Puerto Príncipe, lo que ha provocado que los jueces teman salir de sus casas desde la fuga de presos para confirmar muertes y otros delitos.

“Nos estamos acercando rápidamente a un punto de inflexión en el que el Pentágono tiene que desempolvar sus planes de contingencia y enviar una fuerza limitada a Puerto Príncipe para evitar el fracaso total del Estado. Puede ser un despliegue a corto plazo con un rápido traspaso a una fuerza internacional”, dijo James B. Foley, embajador estadounidense retirado que estuvo destinado en Haití. “La conclusión es que Estados Unidos simplemente no puede tolerar la anarquía a sus puertas”.

Durante años, las fuerzas armadas de Haití han intentado entrar en la batalla contra las pandillas, pero han tenido que aceptar quedar al margen debido a la política estadounidense. Estados Unidos se opuso públicamente a la reinstauración del ejército tras apoyar su disolución después de que en 1991 un golpe militar bajo el mando del teniente general Raoul Cedras derrocara al primer presidente del país elegido democráticamente, Jean-Bertrand Aristide. Esta política ha hecho que los donantes de fondos de Haití se muestren reacios a proporcionar financiación o armas, aun cuando admiten en privado que el país necesitaba contar con una segunda fuerza de seguridad para frenar la oleada de violaciones cometidas por las pandillas.

Para complicar aún más las cosas, el embargo de armas de Estados Unidos ha dificultado incluso la adquisición de armas y municiones por parte de la policía nacional del país. Un ejemplo de ello: tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse en 2021, el gobierno intentó dotar de armas a las fuerzas armadas, pero las autoridades estadounidenses bloquearon la operación. Según una fuente, el ejército logró adquirir recientemente varios centenares de armas, aunque no todas eran armas largas o artillería pesada.

Por ahora, ni el gobierno haitiano ni los oficiales del ejército dirán cuántos soldados han sido desplegados o qué tipo de equipamiento se ha dado a la fuerza.

Pero ha encontrado apoyo en muchos rincones.

“Me gustaría que la policía pudiera hacer el trabajo, pero mire lo que enfrentamos con estas pandillas... La policía no está hecha para esto”, dijo Jean Dorneval, que fue ministro de Defensa de Haití antes del asesinato de Moïse.

“Necesitamos un ejército para estabilizar el país. La policía siempre puede existir, pero... el mundo ha cambiado por completo”, afirmó. “Para mí, esto no es negociable para Haití”.

El despliegue del ejército se produce en medio de un estado de emergencia de 72 horas y un toque de queda, ambos impuestos por el gobierno a última hora del domingo. También se produce mientras los haitianos siguen en vilo sobre si las pandillas, que han amenazado con deponer a Henry y ahora han ampliado sus filas con líderes de pandillas evadidos, continuarán con sus esfuerzos de desestabilización.

El tiroteo en el aeropuerto se produjo cuando una inquietante calma cubría la capital mientras el país se preparaba para el regreso de Henry desde Kenia.

Después de que circulara el rumor de que aterrizaría en el aeropuerto internacional de Cabo Haitiano, cundió el pánico. Los comercios cerraron y aumentaron las patrullas policiales. Los trabajadores del aeropuerto también fueron objeto de insultos por parte de los automovilistas que pasaban por allí gritando a través de megáfonos.

Michael Wilner, corresponsal jefe de McClatchy en Washington, contribuyó a esta nota.