Héroes de la vacunación: personal médico resiste carencias y traslados de 10 horas para aplicar una dosis

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Liliana decidió tomar el camino difícil desde hace 25 años. A diferencia de sus compañeras que buscaron un hospital urbano al terminar la carrera de enfermería, ella se enlistó en las caravanas de la salud, un programa que lleva servicios de salud a los olvidados entre los olvidados. Rancherías donde los niños solo comen tortillas con sal, las mujeres mueren en el parto y donde una infección puede ser mortal.

Para atender a los olvidados, Liliana trabaja 18 días continuos visitando siete o nueve comunidades de alta marginación. En algunas se queda por tres días y en las más pequeñas solo día y medio dando entre 20 y hasta 30 consultas al día. Lo hace porque esa es la única posibilidad de acceso a la salud para los que no tienen seguridad social ni pueden pagarla: día y medio, una vez al mes. 

“A veces son comunidades bien establecidas o algunas que son como parajes, pero donde también hay niños, embarazadas, adultos mayores con enfermedades crónicas que también deben llevar un control y tener una atención médica. No los podemos dejar descuidados”, cuenta Liliana, una mujer alta, fuerte, de piel recia por el sol, con el cabello negro impecablemente recogido, listo para recibir la cofia, el mayor distintivo en el uniforme de enfermería

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Enfermeras llevan vacunas a comunidades alejadas y con carencias de servidios de salud

Cada inicio de mes va a la Jurisdicción Sanitaria que le corresponde para recoger los medicamentos y vacunas calculadas para la población que atenderá. Luego toma camino hacia la primera comunidad por cinco o hasta 10 horas. Ella es de las afortunadas que viaja con un médico y un chofer que maneja la camioneta, pero hay enfermeras que van por su cuenta, “toman la urban en el centro y hacen 10 horas para llegar a su comunidad”, cuenta.

Esa distancia no es de extrañarse, no solo por el ineficaz transporte público, sino por la orografía de Oaxaca, un estado con más de 93 mil kilómetros de extensión –casi el 5% del país– con 570 municipios divididos en siete regiones que lo mismo son sierras donde el frío cala los huesos, que la costa con playas paradisíacas. Un mosaico de opuestos que lo hacen rico en cultura y diversidad, pero al mismo tiempo lo vuelven tan difícil de abarcar.  

A eso se suma que seis de cada 10 de sus habitantes viven en pobreza; y 2 de cada 10 son pobres extremos porque no tienen lo suficiente para comer. 73% no tiene seguridad social. 

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Foto: especial

 

Las carencias se extienden a todos los servicios, hasta los caminos para llegar a ellas porque ni carreteras tienen, y las veredas pueden ser tan peligrosas que, literalmente se arriesga la vida en cada viaje. Para probarlo Liliana muestra el video que grabó con su teléfono el año pasado. 

Es una vereda rodeada de vegetación, y en el camino ondulado se ve la camioneta blanca con el rótulo impecable de la Secretaría de Salud en las puertas, atascada en el lodo. Las llantas dan vueltas como rehiletes, sin avanzar un centímetro. El chofer da reversa para tomar impulso, y nada. La camioneta sigue en el atasco. “Tardamos cinco horas para poder salir de ahí. Tuvieron que venir de la comunidad a ayudarnos”, dice. 

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Dan vehículos de ciudad para llevar vacunas en caminos de terracería

Es una de las evidencias que Liliana guarda para convencer a quien la escucha de que cada decisión tomada detrás de un escritorio impacta al personal sanitario, pero sobre todo a las personas que necesitan atención médica, algo que podría parecer tan mínimo como cambiar el modelo de los vehículos. 

“Anteriormente eran unas camionetas RAM de doble tracción. Esos caminos son un riesgo y esas camionetas los subían con dificultad, pero lograban subir en tiempo de lluvia, cuando también nos agarran las granizadas. Pero hace poco más de un año nos dieron vehículos nuevos, nosotros estábamos contentos porque ‘son vehículos nuevos’, pero lo que no sabíamos es que no son adecuados para subir a las comunidades, son vehículos que son para la ciudad, no para terracería”. 

Al llegar a la comunidad, la situación no es mejor. Liliana trabaja en pequeños centros de salud que permanecen cerrados la mayor parte del mes, sin mayor recurso gubernamental que el personal médico y los insumos que puedan llevar en cada visita. El abandono cobra factura. Liliana enseña las fotografías de los techos con las varillas expuestas, las paredes descarapeladas por la filtración de humedad, y la fila de personas esperando su turno para ser atendidas. 

“Es un riesgo cada mes salir de comisión, porque dejas a tu familia, dejas a tus hijos, te expones demasiado porque los caminos están muy malas condiciones, más en tiempos de lluvia. Pero también hay un motivo por el cual ir: el amor a los pacientes, al trabajo. Yo podría tener un sueldo similar en un área más segura, pero me he encariñado con las personas de la región, de las zonas indígenas. Los he hecho parte parte de mí, y ellos están en espera de que lleguemos. Ver la necesidad que existe y brindar la atención de salud es gratificante”. 

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Foto: especial

Cuánto gana una enfermera que atiende comunidades de alta marginación

Según los manuales de operación, su labor es de primer nivel, “preventivo”, pero lo que hacen en realidad es inconmensurable.

Aplicamos vacunas, damos consulta general, atención a pacientes crónicos, control de niños sanos menores de cinco años, referimos embarazadas, hacemos control prenatal, planificación familiar; llevamos medicamentos, llevamos biológico, insumos, pero no siempre hay”, lamenta.

“Hemos llegado a tener solo un 20% del stock de medicamentos del cuadro básico”. Algo que nunca antes había pasado.

Por eso acepta dar la entrevista, su indignación es muy grande, aunque también tiene miedo de las represalias y pide que su rostro y nombre no aparezcan en la nota. Sus jefes han ordenado no hablar con la prensa luego de los casos que se han hecho públicos en medios de comunicación estatales y resuenan a nivel nacional, como la fotografía de un recién nacido en una caja de cartón por la falta de cuneros en el hospital Aurelio Valdivieso, en la capital del estado. 

Teme ser despedida a causa de la denuncia, pero tampoco puede quedarse callada ante la injusticia, no solo de las condiciones en las que trabaja, sino por lo poco que el gobierno da a los más pobres. 

Antes de hablar está seria, nerviosa, pero después de unos minutos olvida la cámara que le está grabando de espalda. Contesta una larga entrevista y cada sentimiento se revela en sus grandes ojos negros. La tristeza e impotencia por no hacer más cuando sus pacientes han muerto por no poder llegar al hospital que está a cinco horas de su ranchería; la rabia cuando sus superiores le cuestionan ‘¿por qué te importan tanto, es tu familiar o qué?’. “No lo son, pero sus vidas también importan”, le responde ella. 

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Foto: especial

Carencias en vacunación en México

Las carencias alcanzaron también a la vacunación, quizá el programa más exitoso en materia de salud que ha trascendido sexenios y que siempre colocó como ejemplo a México, un país tan diverso y con una población tan grande que bien pudieran caber varios países de Latinoamérica. 

Llegar hasta el último rincón para vacunar niños es gracias a personas como Liliana, que literalmente aguantan tempestades para llegar a ellos, y su vocación es incluso mayor que los seis mil y siete mil pesos de salario mensual que reciben. Lo único que les impide hacer su labor es que el gobierno no envíe las vacunas, porque incluso aunque no manden insumos como tiras reactivas para medir glucosa, el personal se coopera para comprarlas y no llegar sin ellas, si no, ¿cómo llevarían el control de los diabéticos?, se cuestiona. 

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Diseño: Nadia Núñez @naddnuk

Pero no podrían hacer eso con los biológicos. Son productos tan especializados que solo las autoridades pueden adquirirlas con los grandes proveedores, y no tenerlos, las deja con las manos atadas. Siempre han habido retrasos en la entrega de vacunas, a veces hubo algunos faltantes, que se arreglan con préstamos entre instituciones, pero no recuerda un desabasto como el ocurrido en 2019 y 2020. 

Siempre ha habido carencias, pero fue más notorio en ese año, 2019. Antes yo recuerdo que en el 2000-2005 no había ese problema, teníamos lo necesario, ahorita sí hemos visto carencia. Todo lo que fue TD, hepatitis, BCG, triple viral, hepatitis adolescentes, nos quedamos mucho tiempo sin eso biológicos”. 

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Diseño: Nadia Núñez @naddnuk

No contamos con BCG y los niños se quedaron desprotegidos porque no había. Me decían ‘oiga, dónde lo puedo conseguir’, pero recuerdo que en esa ocasión no había ni en el ISSSTE, no había ni unidades de acá del estado, porque mantenemos pues buena coordinación al menos con los compañeros. Luego decíamos ‘voy a abrir un frasco de BCG, el frasco trae para 10 niños, no quiero desperdiciar, manden a sus niños en tal unidad’. ‘Mañana yo abro un frasco, mándame a tus niños si tienes’, pero ese año tuvimos un desabasto grande de BCG y hepatitis. Los niños se vinieron vacunando ya año y medio dos años después”, cuenta Liliana. 

La explicación de esto también es una decisión tomada detrás de un escritorio. Por un supuesto ahorro y combate a la corrupción, en 2019 el gobierno federal inhabilitó al único proveedor con los permisos sanitarios de la vacuna BCG sin tener una estrategia alterna y adquirirla con otra compañía. 

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Diseño: Nadia Núñez @naddnuk

En 2020 compró con retraso y la vacuna llegó a los almacenes de la Ciudad de México hasta noviembre, por eso ese año tampoco hubo biológico, como reveló Animal Político

Pero eso no lo supo Liliana, ni ningún doctor, porque no les han dado explicación alguna. Cada vez que preguntaron la respuesta siempre fue la misma “no hay a nivel de estado. No hay, ya se están haciendo los requerimientos”. 

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Diseño: Nadia Núñez @naddnuk

Niños quedan desprotegidos por falta de vacunas

La distribución se ha estado regularizando apenas el último semestre del año pasado, porque una vez que el biológico llega, personal como Liliana sabe qué hacer, e intenta lo humanamente posible para que cada niño esté protegido contra enfermedades prevenibles por vacunación. 

“Estamos hablando de enfermedades que han sido erradicadas por la vacunación, entonces no debemos de restar la importancia a la vacunación y más sabiendo que hay vacunas que se tienen una determinada edad que se pueden aplicar. Un ejemplo es la de rotavirus (de aplicación a los 6 meses de edad),a los 7 meses a los 8 meses no se la puedo poner, porque no puedo causar algún padecimiento mayor a ese niño”. 

Por eso, insiste, “debe de exigirse que la vacuna esté en tiempo porque hay niños que se van desprotegidos y cuando llega la vacuna el niño ya cumplió 8 meses y ya no se la puedo aplicar, o sea, sí tiene su repercusión. Hay vacunas que no se pueden aplicar después de los 6 años también, y si ese niño se queda desprotegido, puede ser una causante de que después tengamos brotes por enfermedades prevenibles por vacunación”.

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Un riesgo que ella y sus compañeros conocen y evitan a toda costa. Por eso, una vez que las vacunas llegan a sus manos, se aseguran que cada niño las reciba. Gracias al trabajo de Liliana y cientos más en todo el país, la cobertura de vacunación comenzó a recuperarse a partir de 2021. 

La vacuna BCG, que cayó hasta 27% en 2019, es decir, solo 3 de cada 10 recién nacidos habían sido vacunados, para 2021 aumentó a 102%, lo cual indica que todos los recién nacidos ese año sí recibieron la vacuna e incluso vacunaron a los rezagados del año previo. 

La aplicación de primera dosis de triple viral para niños de un año alcanzó 97% de aplicación y DPT, ascendió a 91%. Ambas habían caído a 86% y 57%, respectivamente. 

Además de Liliana, la maquinaria de vacunación necesita a otros más para que funcione. 

Javier, químico que entrega vacunas solo; austeridad frena contratar más personal

Javier Regalado es un químico amable que contagia su amor a los biológicos. Sabe revisar los parámetros que debe cumplir cada vacuna cuando llega al Centro Estatal de Vacunología (CEV), cómo registrarlo en los tediosos documentos oficiales, cómo deben funcionar los refrigeradores, el termo king –el vehículo con red frío que transporta la vacuna–, cuántas dosis deben entregarse por jurisdicción sanitaria; está coordinado con funcionarios federales y estatales, y conoce bien el estado, porque lo recorre día y noche para entregar las vacunas. 

Sabe todo eso porque es el único que se encarga de hacerlo. Todo ese trabajo deberían hacerlo unas cuatro personas, pero debido a los recortes presupuestales en salud desde la Federación, la única plaza autorizada es la suya. Lo hace porque sabe que su trabajo puede hacer la diferencia en la vida de niños que jamás conocerá, pero que tendrán mayor oportunidad de crecer sanos. 

Primero recibe los biológicos en el Centro Estatal de Vacunología en el municipio de Zimatlán de Álvarez, a una hora de Oaxaca. Un espacio que funciona desde 2014 con capacidad de almacenar millones de dosis para todo el estado que envía el gobierno Federal. 

El químico Javier Regalado revisa que los biológicos no rebase los límites inferiores y superiores que es de 2 y 8 grados centígrados, la fecha de caducidad, el número de lote, cantidad; verifica los registros del data logger, un aparato que recolecta datos de la temperatura cada 5 o 10 minutos al interior del vehículo y genera una gráfica. Solo si la estadística no tiene alteraciones y todos los datos concuerdan con la documentación, permite la descarga. 

Luego pasan a la précamara para un conteo y revisión para evitar frascos rotos o alguna anomalía; pero si acaso la hubiera, no las recibe y lo reporta al Centro Nacional para la Infancia y Adolescencia (Censia). Las que sí cumplen con los parámetros las coloca en los anaqueles que correspondan en las cámaras de refrigeración

Sellan y firman documentos, y cada parte se queda con una copia. Regalado tiene cada hoja de recepción y entrega perfectamente archivados en gruesas carpetas verdes. También registra todo en formatos de excel que luego envía, con los documentos escaneados al Censia.  

Después programa la distribución por número y tipo de vacuna que requieran en cada una de las seis jurisdicciones sanitarias del estado de acuerdo a la población. El día que corresponda, carga el termo king y, junto con el chofer, emprende camino a cada región: Valles Centrales, Istmo, Tuxtepec, Costa, Mixteca y Sierra.

“Es mi responsabilidad que la vacuna llegue en buenas condiciones porque en todo el camino tengo que ir verificando que la temperatura esté estable”, por eso Regalado hace todos los viajes en el único termo king del estado. 

Para cuidar la vacuna dice que prefiere salir de madrugada, aunque eso aumenta el riesgo por las peligrosas carreteras de Oaxaca.

“En la región de la costa, yéndose por la carretera de Sola de Vega hacia Puerto Escondido, la última vez que fuimos sí está muy mal, tuvimos que ir lo más espacio que se pudo, esquivando baches con el riesgo de una ponchadura”.

“Otro camino que es de mucho respeto es la región de Tuxtepec, tenemos que pasar por varias partes muy frías y la carretera es muy angosta, mucha subida, mucha lluvia, neblina y hay otra parte también porque los pinos tiran un aceitito y el vehículo puede derrapar, tenemos que ir lo más despacio que se pueda”. 

Obstáculos para llevar vacunas a niños de comunidades alejadas

También batallan con los viáticos. La falta de ellos pueden retrasar las entregas o por la instrucción de ahorrar, los hace salir con el mínimo, que no contempla alguna eventualidad.

“Nos da miedo que si nos quedamos detenidos y con cierta cantidad de diesel, si se nos acaba, se apaga –el sistema de refrigeración– ¿y qué hacemos con la vacuna? Sí nos da un poco de incertidumbre”.

En el camino también se encuentran con bloqueos por diversas protestas sociales. Regalado intenta convencerlos de que hagan una excepción. ‘Mira, aquí están los papeles, tengo mi comisión, tengo que entregar las vacunas; los niños no tienen la culpa de lo que está pasando acá, déjennos pasar nada más a nosotros’. 

“En esos casos tendríamos que llamarle a nuestros superiores, pero a veces estamos en lugares donde no hay señal y tenemos que insistirles ‘mire señor, se nos va a acabar el diesel ¿y qué hacemos?, se van a echar a perder, ¡por favor!’, y ya, a las mil rogando nos dejan pasar”, cuenta el químico.

Después de haber superado los sinuosos caminos, el último paso es entregar las vacunas al responsable de la jurisdicción sanitaria, que debe hacer las mismas revisiones que Regalado cuando la recibió. Ahí es donde Liliana recoge las dosis que entregará a los niños de cada una de las comunidades que visita. Igual que Regalado, sabe el valor de lo que lleva en su pequeño termo en cada comisión. 

Gracias a este meticuloso proceso es posible la trazabilidad de las vacunas. Es decir, es posible saber a qué zona del país llegó cada lote de biológico y a qué niños fueron aplicadas, porque enfermeras como Liliana también llenan registros así de precisos. 

Este proceso funciona como relojería, gracias al personal de salud y toda la cadena involucrada que ha hecho este trabajo por décadas; aún a pesar de las malas decisiones de escritorio o a recortes presupuestales que podrían poner contra las cuerdas a la operación entera si no fuera por su voluntad y vocación. Esta es parte de la explicación de la recuperación en la cobertura de vacunas en el último año. 

Prevenir enfermedades impulsa a enfermera Liliana

Cuando se le pregunta a Liliana por qué, pese a todo, sigue saliendo a brigada cada principio de mes responde con una sonrisa. “¡Es la pregunta del millón! Incluso la familia me lo pregunta, o mis amigas que son catedráticas que ya hicieron su especialidad. Yo considero que en enfermería tenemos la idea que nuestro trabajo es en área hospitalaria en un segundo, tercer nivel; no nos preparamos o no nos preparan para decir ‘tu trabajo está en una comunidad rural, puedes hacer más o puedes hacer lo mismo que en un tercer nivel’. 

Efectivamente puede ser más, porque “si tú das una buena capacitación a una embarazada, si tú das una buena capacitación a un adolescente, estás previniendo una mortalidad materna, un embarazo adolescente o una enfermedad de transmisión sexual. Si estás vacunado estás previendo enfermedades que son prevenibles, un  brote. Eso es lo bonito del trabajo en campo. Eso me ha mantenido”.