Del héroe y forajido, al mago o al común: la sucesión presidencial desde los arquetipos de mercado

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Voto y mercancía

Seguido, cuando se dice que el voto es una mercancía, se indignan muchos… políticos, quizá porque piensan que es un argumento antielectoral de mala fe, pero en realidad es un argumento técnico de la economía y ciencia política i que vale la pena mencionar: un vendedor de helados desea ubicar su estand en un punto a lo largo de una playa con distribución de personas homogénea, ¿Cuál es el mejor lugar? Aunque poca gente pone un negocio exitoso, mucha atina la respuesta: a la mitad, donde se optimiza el servicio para los clientes de ambos lados, izquierdo y derecho. Un nuevo competidor también querrá la misma posición, excepto si no hay libre competencia, en cuyo caso los competidores preferirían cada uno dominar una mitad. Igual pasa con el precio y la calidad relacionada promedio de los productos, de donde nadie quiere alejarse mucho.

En las ofertas electorales funciona igual, también hay izquierda y derecha, no en una playa ofreciendo helado, sino dentro de un espectro ideológico, cuyo centro es un lugar seguro a donde podrá moverse un poco algún “derechista” o un “izquierdista”. ii Por eso es un lugar tan socorrido aunque hay extraños casos como el actual Milei. En las alianzas se nota ese efecto: izquierdistas acaban con derechistas en una extraña orgía partidista poco imaginable hace un siglo. Pero se disputa el cómo, no el qué, mediante historias convincentes llenas de tensión dramática.

Las encuestas no muestran esos extraños procesos sino la probabilidad de un resultado final, y a veces ni siquiera muestran los márgenes de error. Aquí queremos mostrar nuestra propuesta para interpretar la sucesión actual de una forma alternativa que sí los contempla, bajo el planteamiento de los arquetipos de Jung.

La fantasía de no considerar la fantasía: sorpresas electorales

Sabemos que en las elecciones pueden pasar cosas extraordinarias. La democracia –según  Przeworski– es la institucionalización de la incertidumbre. ¿Qué más incertidumbre que lo fantástico? Ensayo sobre la Lucidez, de Saramago, narra que un día de lluvia la gente empieza a votar en blanco, frente a lo cual el gobierno convoca a nuevas elecciones nuevamente, en las que la situación empeora. Al investigar un complot, el gobierno encuentra relación con una pandemia reciente, relacionada con una novela anterior, Ensayo sobre la Ceguera. ¿Paralelismos con la realidad mundial? Hasta Corea del Norte necesita elecciones, aunque sea para no respetarlas.

La naturaleza sorpresiva de las elecciones las pone en el ojo de analistas que se interesan mucho por quiénes y cuántos votan, pero poco por el porqué. Como las ofertas electorales van tendiendo a la media como dice Arrow, hasta hacerse iguales, lo importante pasa a ser la historia contada, que puede cambiar bruscamente y de manera invisible para quienes encuestan.

La necesidad de medir preferencias electorales es tan cercana a la demoscopía, que los primeros ejercicios muestrales fueron electorales y no comerciales. Desde el inicio se comprendió que el error era natural a este tipo de mediciones, cuando en 1916 The New York Times publicó equivocadamente “Hughes defeats Wilson“, que junto a otros errores llevaron a los analistas a consultar los avances científicos seminales de aquellos años 20, cuando Fisher publicó su Statistical Methods for Research Workers (Fisher, 1970), que detalla el proceso muestral que dibuja al universo. Pero fue hasta 10 años después cuando esos expertos volvieron a fallar al darle una amplia ventaja de 20 puntos a Landon contra Roosevelt, tras una severa crisis económica. La creencia de que Landon iba tan alto la comenzó la revista Literary Digest, tras un sondeo entre sus acomodados clasemedieros lectores y compradores de autos, extrapolando el resultado a la población general, diversa en edad e ingreso, como si esto no determinara en parte su voto. Quizá esos no habían leído a Fisher, que sí había leido a George Gallup, quien desde su recién fundado Instituto de Opinión Pública predijo la victoria de Roosevelt con un 56 % contra 44 %, muy cerca del observado 60 %-36 %. Entonces, Gallup y toda la demoscopía científica comenzó a crecer en todo el mundo, bajo la confianza de la opinión pública. Literary Digest desaparecería dos años después perdiendo su prestigio y lectores. En cambio no desapareció su método de orientar la encuesta selectivamente desde la muestra, que hoy aún se usa de forma inconsciente o antiética. 10 años después (1948), ya con la desmoscopía en apogeo, el Chicago Daily Tribune erró nuevamente, basado en supuestos “expertos” con su célebre ocho columnas “Dewey defeats Truman“, cuando en realidad Truman arrasaba 303 contra 189 votos electorales. 52 años después (2000), todavía, Gore y Bush dirimían en tribunales.

También hay fiascos en la democracia más antigua: Reino Unido, patria de Fisher. Todas las encuestas predijeron muy distantes de la realidad un SÍ en el referéndum de salida o permanencia de la Comunidad Europea en 1975, cuando ganó el NO; en los conteos electorales en las elecciones generales de 1992, Mayor ganó sorpresivamente contra todo pronóstico. Ni se diga en Latinoamérica. En las elecciones presidenciales de 1988 en México hubo un apagón informativo conocido como “madruguete”, cuando el día después el presidente de la Comisión Federal Electoral anunció a Carlos Salinas de Gortari como ganador sin proporcionar resultados fehacientes. En Colombia, en 2016, para el referéndum sobre el acuerdo de paz entre las FARC y el Gobierno, las encuestas de opinión habían pronosticado una victoria cómoda para el “Sí”, cuando el resultado amplio y sorpresivo fue “No”. En Argentina, en 2019, todas las encuestas de opinión habían proyectado un resultado ajustado entre el entonces presidente Mauricio Macri y Alberto Fernández, su principal rival, cuando la realidad fue una victoria decisiva para Fernández en la primera vuelta electoral.

El error de no considerar el error: cuando 1=2

Tras las pifias antes descritas, hay voces que señalan trampa y otras voces humildemente asombro. Las encuestas no solo fallan por errores metodológicos involuntarios o deliberados. A pesar de toda la historia al respecto, se siguen usando los números estadísticos que son gruesos (con error) como si fueran delgadas cifras aritméticas. En estadística 1 puede ser igual a 2, si cada uno tiene un error de más menos 1. Este error proviene de que el comportamiento humano es complejo.

El estadístico mexicano Ignacio Mendez decía que lo único que podíamos asegurar en una estimación estadística era que nos equivocaríamos, pero que la nobleza de esta ciencia era precisamente ofrecernos información sobre el número de veces que nuestro error caería en determinado rango. El superpoder estadístico está en, a partir de muestras de individuos, evaluar universos. Es imposible saber si una persona morirá o no el próximo año, pero muy fácil saber, casi con total certeza y un error pequeñísimo, cuántas personas morirán un año determinado en determinado país si las condiciones se mantienen; por eso la mortalidad de una pandemia se puede medir con el exceso de mortalidad.

Los problemas cuya complejidad (variabilidad, interconexión, incertidumbre) es grande, requieren de mucha estadística. Con certeza sabemos que mañana amanecerá y si sabemos navegar en internet hasta sabremos la hora exacta del eclipse que este 14 de octubre se verá desde Campeche, o consultar a Waze la hora de nuestro arribo. Es muy conveniente que el sistema solar a pesar de su majestuosidad se pueda predecir exactamente, al contrario de los fenómenos sociales. Y ni así las casas encuestadoras dejan de darse el lujo de predecir hasta con decimales, prodigio que nunca ha logrado nadie, ni siquiera Gallup en sus mejores tiempos.

El contexto de no considerar el contexto

Las encuestas mercadológicas también pueden fallar mucho, aunque solo nos enteremos cuando se trata de productos icónicos por estar en el foco. El producto más icónico de la historia del  marketing iba a cambiar en 1985 hacia la marca “New Coke”, con una nueva fórmula, gracias a los resultados de numerosas encuestas organolépticas que indicaban una preferencia mayoritaria hacia el nuevo sabor. Sin embargo, el público no recibió bien el cambio, por lo que recularon con el aprendizaje que Coca Cola es su sabor y también su circunstancia, no perceptible por un estudio mercadotécnico. Con el mismo resultado su competidor más cercano, Pepsico, en 1992 lanzó “Crystal Pepsi” como alternativa a la Pepsi tradicional de sabor casi igual, pero transparente y sin cafeína.

En 2014, Amazon enfrentó el fracaso de su teléfono inteligente, Fire Phone, diseñado bajo los resultados de una encuesta, y al año pasó lo mismo con su Amazon Dash, que nunca logró ser el dispositivo físico para levantar pedidos con un botón. Con productos novedosos la cosa se complica: en 2001, Segway anunció el transporte personal eléctrico de equilibrio en dos ruedas que se suponía cambiaría la movilidad, seguido del fracaso total; en 2013, salieron los Google Glass, de realidad aumentada que supondrían una revolución en la interacción humana con las cosas, pero las personas lo que en realidad vieron era que perderían su privacidad. Algo similar paso con los QR, apenas con un poco de mejor éxito.

Surgen imponderables. Los estudios abalan los productos con precisión de centésimas de aprobación porque no evalúan la subjetividad. Por ello han surgido nuevas teorías y técnicas del marketing, como el neuromarketing (Gerald Zaltman, Read Montague y otros), que busca por medio de la medición de las reacciones fisiológicas en las personas consumidoras, que develan sentimientos a veces sesgados por la pena, miedo o falta de memoria. En vez de preguntar por la preferencia de un sabor, se mide la reacción a los mismos por medio de sensores neurológicos. Algo como Naranja Mecánica, pero sin cargo a la bioética. Hay otras teorías alternativas, menos espectaculares, como la de la brecha del marketing de Zeithaml, que desde 1985 se enfoca en identificar y explicar las que ha llamado cinco brechas del proceso de prestación de servicios o productos. 

Los estudios de opinión nacieron con la política, pero hoy no se consideraría ético tomar las reacciones fisiológicas de alguien a quien se le fueran pasando  imágenes de Calderón o AMLO.

Personajes y arquetipos

A diferencia del marketing comercial, el político no se ha actualizado, resultándole por lo general invisibles los contextos, dejando las encuestas solo con el significante pero sin significado. Así, resulta oportuna una teoría mercadológica, relativamente nueva, basada en los arquetipos de Jung, quien consideraba la existencia de patrones universales y simbólicos en el inconsciente colectivo de la humanidad, que se manifestaban a través de mitos, sueños, historias y símbolos culturales en todas las sociedades y explicaban conductas colectivas. Mark y Pearson han desarrollado una aplicación al respecto en su libro The Hero and the Outlaw: Building Extraordinary Brands Through the Power of Archetypes, (2001), donde exploran la narrativa de las marcas lideres actuales y explican desde una subjetividad controlada el éxito de cada una y sus perfiles: hay una lucha épica clásica, de la marca héroe contra un forajido. Nike, un héroe; Harley un forajido. Pero hay marcas para todos los arquetipos: Pepsi, bufón; Visa, ciudadano; Volvo, cuidador, o Microsoft, gobernante. Una marca triunfante logra posicionar a su personaje en una historia. Los arquetipos propuestos son 12.

Tabla que muestra qué tipos de personajes arquetípicos hay, cuáles son sus características y qué esperan las marcas comerciales o políticas de dichos personajes.
Tabla que muestra qué tipos de personajes arquetípicos hay, cuáles son sus características y qué esperan las marcas comerciales o políticas de dichos personajes.

Se trata de configuraciones supuestamente universales y atemporales de los personajes en el mundo, cuya comprensión explica la aceptación de los productos que representan y con ello permite mejorarlos. De ahí se pueden desprender tácticas al facilitar el ajuste de narrativas en los personajes y su transformación en la percepción pública. Ha funcionado en los productos comerciales y también permite comprender a los políticos pues se presentan mitológicamente iii y también están inmersos en historias arquetípicas, repetidas una y otra vez en la historia y mitología.

Historias arquetípicas

Aunque Jung no las definió, otros se han encargado de hacerlo. Primero de forma poética, Borges en 1934 insinuó en el poema “Los Cuatro Ciclos” en El Oro de los Tigres que solo existen cuatro historias que se repiten y contamos una y otra vez. “Cuatro son las historias. Durante el tiempo que nos queda seguiremos narrándolas, transformadas”:

La Iliada. Una fuerte ciudad (Troya) asediada es defendida, bajo algunos elementos mágicos, por valientes que saben que caerá pero lucharán aun entregada al hierro y fuego.

La Odisea. El regreso de Ulises a Ítaca después de diez años de aventuras peligrosas para vivir el renacer de su tierra tras la destrucción.

Jason y el Vellocino. Una búsqueda, donde héroes como Jasón y el Vellocino, o los 30 pájaros persas, buscan lo imposible aunque la mayoría enfrenta el fracaso en la actualidad. Las historias de James o Kafka que solo pueden esperar la derrota. No podemos creer en el cielo, pero sí en el infierno.

La Biblia. El sacrificio de un dios, como Attis, Odín y Cristo, que se entregan a sí mismos para sufrir un destino trágico.

Arquetipos de las historias de Vonnegut

Desde otra perspectiva aparentemente humorística, pero en verdad académica, parte de una propuesta de tesis de maestría en antropología que no se consolidó, Voneguth propuso que existen solo variaciones de las siguientes historias:

La curva del hombre en un agujero: el protagonista comienza en una situación negativa y parece ir de mal en peor, enfrentando desafíos constantes. Pero un día logra salir del agujero y encuentra redención o éxito.

La curva del hombre en la colina: el protagonista experimenta un progreso constante y positivo, pero al llegar a la cima, sufre una caída repentina o se enfrenta a una adversidad que lo lleva nuevamente a una situación negativa.

El chico conoce una chica: el protagonista viene de algo maravilloso, que logra y pierde, y luego regresa para siempre.

De mal en peor: el protagonista empieza mal y continúa peor, sin esperanzas de mejorar. Todo pasa con ambigüedad sin que sepamos si mejorará o empeorará.

Cenicienta: de todas las personas conocida.

Kafka: un joven algo lastimado por la vida y sin futuro se despierta un día transformado en cucaracha. Cada vez la situación empeora en hacia la interminable desgracia.

Hamlet: similar a Cenicienta, inmediatamente después de la muerte de su padre, su madre se casa con su tío algo sinvergüenza. Le avisa un amigo que su padre le llama; un fantasma que le dice: «Soy tu padre, véngame, tu tío es mi asesino». Según Vonegut, aquí no se sabe si hay buena o mala noticia, y así se mantiene la historia.

Abajo podemos ver una diagramación como la que nos ofrece Vonnegut.

Gráfica con las historias arquetípicas de Vonnegut, que es parte de una tesis de maestría en antropología.
Gráfica con las historias arquetípicas de Vonnegut, que es parte de una tesis de maestría en antropología.

 

Finalmente, de forma sumamente estructurada, Joseph Campbell en 1949 (Campbell, 2008) demuestra con su idea del “Viaje del Héroe” o “Monomito” una estructura arquetípica en las historias de ficción. El protagonista pasa por diversas etapas que incluyen la llamada a la aventura, la negación del llamado, enfrentar desafíos y pruebas, la transformación personal y el regreso transformado. Durante este proceso, el personaje suele cambiar y crecer, a menudo convirtiéndose en una versión diferente de sí mismo. Es decir, las historias comienzan con un personaje que se transforma. No hay transformación del protagonista, no hay historia. Así que tendrá que transitar de un arquetipo a otro.

“Odisea” de Homero se alinea más o menos con “El chico conoce a una chica”, donde Odiseo (Ulises) parte de su hogar en Ítaca para luchar en la Guerra de Troya. Y la “Ilíada” parece seguir una curva de “hombre en un agujero”.

Como plano subjetivo, no esta exenta de detractores iv que apuntan argumentos notables. No todas las personas verán al mismo político en el mismo arquetipo y no son medibles, pero justo es el contexto de subjetividad controlada que le falta a las mediciones.

Arquetipos nacionales

En México vivimos múltiples mitologías. Su historia de por sí es mitológica: el Pípila carga como Atlas al cielo en sus hombros. Miguel Hidalgo como el Rey Arturo busca el Santo Grial sin que sus seguidores sepan realmente de qué se trata. Cuauhtémoc como Ícaro ya no puede “volar” con sus pies quemados. Benito Juárez quizá como Teseo, no mata al minotauro sino a los conservadores. El poder ideológico del Estado durante siglos ha sido narrar la historia como una aventura que puede ser más o menos burda donde se enfrentan dos fuerzas, y esa dinámica se concentra en los procesos electorales.

De vez en cuando la persona votante compra una historia emocionante que le permitirá ser parte de la historia y de una aventura épica. Lázaro Cárdenas como Eneas frente a los saqueadores. Salinas trayendo la modernidad aun a costa de la democracia. Fox saca a las tepocatas, copiando literalmente el mito de San Patricio. Peña Nieto como Narciso, que por solo mirar su belleza rechaza a la ninfa Eco. Y mientras, AMLO como Prometeo se obsesiona desafiando dioses y robando el fuego, pero en vez de lidiar con Zeus lo hace contra los conservadores. Bajo distintos mitos, el mismo “pueblo” que vota por una de estas narraciones, 12 años después vota por la opuesta. Va al cine desinteresado por el género, pero interesado por el guion y la producción. Quien ve Barbie también ve Oppenheimer. Las elecciones son, a veces, grandes funciones en tiempo real donde poco importa la ideología.

Si a estos símbolos universales añadimos símbolos locales, un método se puede acercar a nosotros, mexicanos con tanta diversidad simbólica. Qué mejor que las imágenes de la lotería. A los arquetipos le asignamos una clasificación según la dureza del voto -uno de los aspectos claves en la estrategia y análisis  electoral. Quedando duros (no cambian), elásticos (cambian) y aleatorios (impredecibles). También las personas candidatas pertenecen a un arquetipo, que no necesariamente corresponde al de sus votantes, y se ha de transformar de uno a otro durante el proceso electoral que puede durar años. En las figuras 5 y 6 resumimos todo.

Diagrama con la lotería que estudia la dureza del voto y los votantes.
Diagrama con la lotería que estudia la dureza del voto y los votantes.
Lotería de los distintos tipos de arquetipos votantes que votan por distintos tipos de arquetipos votados.
Lotería de los distintos tipos de arquetipos votantes que votan por distintos tipos de arquetipos votados.

En la política se cuentan historias

En la mayoría de las elecciones, en México o el mundo, la historia que se cuenta es la de un chico conoce a una chica o la Odisea, de forma muy vívida, suspendidas en la incredulidad, como llama Samuel Taylor a esa sensación escénica que consiste en ver nuestra historia en lo que estamos presenciando. Son las historias hollywoodenses que encantan a todo mundo, ni muy violentas ni muy angustiantes. Pero esas historias cansan, por lo que a veces aparecen en la historia política quienes toman por sorpresa a las masas contando otra historia disruptiva muy similar a la Iliada o al hombre en el agujero. Forajidos como Lázaro Cárdenas, Salinas, Fox o AMLO, más Aquiles que Odiseos; héroes valientes y poderosos cuya ira o retiro afecta la guerra que no solo tiene con los enemigos de Troya, sino a los internos con Argamedon, que lideran a los griegos en la Guerra de Troya, y acabarán transformándose en héroes.

De vez en cuando surge un hombre en el agujero o una Ilíiada. No cada seis años. En 2018, donde la lucha mítica era del pueblo contra los de adentro y los de afuera, liderado por un forajido convirtiéndose en héroe, mientras sus dos contrincantes se negaban a contar algo y oscilaban entre personajes de menor fuerza, comunes o bufones. Meade sumergido en una historia tipo Hamlet, que no tenía ni buenas ni malas noticias, era llamado a oír a su padre (el PRI), del que quedaba desde entonces ya solo un espectro. Ricardo Anaya muy asustadizo para ser héroe y poco informado para ser un sabio, navegaba sin un perfil ni narración con el super poder de convertir cualquier cosa en comedia. De sabio ofrecería un concierto con una flauta de la secundaria para llevarse a las ratas de Hamelin, y lo que se escuchaba, en vez de cantos sirenales, eran rechinidos infernales. En ese 2018, el héroe sin enemigos llevó una batalla no sangrienta.

Del 2018 a 2024 hay seis años como el número de años que Odiseo anduvo errando antes de llegar a Itaca. No hay en política dos Illiadas seguidas, al menos hay odisea intermedia de descanso, donde el héroe vuelve y el chico conoce a la chica. En este contexto, el arquetipo natural ya no es un héroe como AMLO, que busca dejar su reino a un ente clonado, con la bestial paradoja de que el héroe y el rebelde son los únicos arquetipos que no se pueden clonar, pues esto va contra su naturaleza. Ni Claudia ni Marcelo son héroes. La primera aparece como común que quiere convertirse a gobernante, y que se le respete una investidura sin haber transitado a ella. Marcelo aparece como un cuidador que se ha de transformar en mago.

La historia que quiere contar Sheinbaum es como Hamlet de nuevo, para quien no hay ni buenas ni malas noticias. La historia de Marcelo parece concordar más con una saga, si no fuera porque el héroe AMLO considera que aun no ha terminado de contar su historia, y quiere contar ahora una segunda parte. Y el público sabe que las segundas partes nunca son buenas, por una sencilla razón: porque ya no puede haber transformación del personaje. No es que el espectador acepte ver otra historia con el mismo héroe, es que acepta -o no- ver la misma historia de nuevo.

En el contexto local (Morena) parece que se puede imponer una saga aun contra natura, pero no en el contexto exterior. Ahí es donde parece lógico que una oferta narrativa nueva -la de Xóchitl Gálvez- ponga, permanente o temporalmente, de cabeza al aun narrador heroico AMLO y su ejército. Aunque le endilguen mil cosas, no está en Hamlet ni en Cenicienta. Se presenta a sí misma y ante sus espectadores como una Aquiles. Una mujer en el agujero, que en su misma condición de mujer aumenta la profundidad de ese agujero y presenta una historia más atractiva. Tiene los enemigos externos y también los argamenones igual que AMLO, y es una David contra Goliat. Está el escenario heroico que busca cualquier persona de la política, y que le ha funcionado en mayor o menor a todos los candidatos disruptivos. De pronto aparece un nuevo potencial forajido en vistas de ser héroe en Marcelo, y entonces la oferta narrativa es tan amplia. Que el héroe AMLO debe decidirse por la saga, o una excelente historia que derivara en otra. Una Odisea, donde regresa el héroe aunque el héroe ya no sea él, pero quede como el prócer de mil batallas. O un enfrentamiento de dos Illiadas contra su escasa saga. Tratar hoy de no contar nada le puede costar su propia historia.

Conclusiones

Aunque la gente sale y vota para culminar cada quien la historia que vio, existen necesidades de salud, seguridad y educación pendientes. Unos arquetipos serán fibras sensibles a unas personas y otras a otras. Las historias que cada quien quiere oír se ajustan también a las luchas personales contra la desigualdad y justicia. Entre las personas de la política algunas narraciones son legítimas y otras más bien hipócritas, pero de todas maneras quedan las aventuras que cada persona candidata plantea que quedarán en una canasta de historias, y cada persona que vota optará por una, porque tuvo mejores momentos o le tocó más fibras o hasta mejores chistes, pero alguna le cuadrará con las historias universales que conoce, de las que ya sabe cómo terminan. ¿Cómo se verá una segunda parte donde la protagonista sea un clon de un héroe inclonable, entre dos Illiadas?

Vemos al héroe no acabando de narrar su historia, a punto de entrar a su difícil sexto año mientras entran las otras historias, pero desea que se escuche la misma historia por otro lado. Es como si uno leyera dos libros a la vez, pero esos dos libros fueran el mismo. ¿Para qué alguien quisiera hacer eso? Borges y Bioy Cásares divagaron acerca de eso, con resultados más que cómicos, con aquel escritor que vuelve a escribir palabra por palabra El Quijote. Morena gobierna a más del 70 % de los mexicanos, ya no puede haber otro rasgo épico, llegó a su límite y dado que el poder desgasta, lo nuevo será menos. Ver la misma historia en esas condiciones solo puede ser a fuerza, por eso los acarreos surgen como un recurso. Alguien que vio y presenció la primera lucha épica del héroe AMLO contra sus enemigos, ¿para qué absurda razón va a querer vivirla de nuevo (yendo a una marcha, poniendo una calcomanía, etc.), pero ahora contando menos que la vez pasada? En vez de una interesante historia autocontenida se generaría una historia saliéndose de la misma historia. Detallemos:

Claudia. La común buscando convertirse en gobernante, pero con el guión de nuevo de la forajida que se convierte en heroína. Es la Illiada más allá de la illiada, vista desde los Troyanos, que seguirá enfrentando enemigos aunque ya estén dentro o ya no existan o no sean de la dimensión que supone. Las historias de comunes no suelen funcionar, por lo que tienen que ser impuestas.

Marcelo. El cuidador convirtiéndose en mago o en forajido. De forma natural es una Odisea, con un líder que capta el mandato y lo ajusta a una nueva época en la que el héroe AMLO ya no existe en términos funcionales y no hay líder, pero aparece un mago o un cuidador que puede reducir el antagonismo. Un elemento capaz de negociar, capaz de conciliar, con lealtad probada a quienes lo han defendido y protegido, como también a quienes lo han apoyado. Pero se enfrenta a que el héroe quiera la segunda parte y entonces tiene la opción de contar de nuevo una Illiada, en cuyo caso se enfrentaría a otra Illiada.

Xóchitl. La forajida convirtiéndose en heroína, pero acusada de ser bufón queriéndose convertir en gobernante. La que va de forajida a heroína en el mismo camino que curso AMLO, pero en “la otra aldea”, tratando de narrar la Iliada pero vista desde los propios habitantes de su aldea viviendo otra historia. La oportunidad para que la “otra aldea” tenga su propia historia épica. Y en términos prácticos, la única persona candidata en el espectro político nacional que engloba al arquetipo Explorador que enarbola la libertad y a la Forajida que pueda destruir la 4T.

En cierta medida, los arquetipos permiten añadir a los datos numéricos el contenido de la subjetividad del que carecen, pues son percibidos por la gente que mira la política. Los arquetipos funcionan tanto para entender como para comunicar mensajes políticos.

Qué tanto apego hay de la realidad a la historia arquetípica, ya lo sabremos. ¿Estará AMLO debilitándose en su Illiada como Aquiles, enojado con su Argamenón por el rapto de Criseida como botín o tendrá disputa por Briseida? ¿Qué hará frente a un oponente creciendo como Xóchitl? ¿Cuáles son las consecuencias para el político que se resiste a leer las historias que él mismo cuenta? ¿Qué pasa si una saga es un fracaso, por ejemplo en una consulta para revocación de mandato?

¿Qué narrativa y qué personajes son los que tejerán esta vez la historia? Ebrard, que lo podemos ver como mago, ahora con una historia de retorno ofreciendo la salud universal, la seguridad mediante tecnología y la educación como base, u obligado a volverse forajido en una especie de historia inversa. O una Sheinbaum como una Hamlet montada sobre una historia épica, pero ya sin el héroe. O Xóchitl Gálvez logrará imponer su historia nuevamente épica, pero a un menor sector de la sociedad, como heroína en una sociedad que no quiere dos Iliadas seguidas. ¿Una sociedad tiene ánimo para tomar historia de héroes tras historia de héroes? O buscará el regreso, ahora con un mago, que ya sin enemigos internos ni externos intente contar una historia de felicidad.

* Tonatiuh Meaney (@MeaneySuarez) es licenciado en urbanismo y en criminología; TSU en matemáticas, y  maestro en inteligencia y analítica. Profesor de ciencia de datos en la UAEMEX. Responsable de análisis espacial en el Laboratorio Internacional de Investigación Espacial IGg-UNAM. Javier Jileta (@javierjileta) es licenciado en Economía (ITAM) maestro en Planeación y Desarrollo Urbano, y doctorante en Economía Urbana y Marcas Pais (University College London). Fue Director General de Fuerza Tarea contra COVID (SRE). Fundó Scientika, organización dedicada a proyectos de desarrollo. Marco Moncada (@OKtodo) es diseñador gráfico y constructor de imagen gráfica.

 

Referencias:

Borges, J. L. (2021). El oro de los tigres.

Chua, A. (2019).Political tribes: Group instinct and the fate of nations. Penguin.

Campbell, J. (2008).The hero with a thousand faces (Vol. 17). New World Library.

Fisher, R. A. (1970). Statistical methods for research workers. In Breakthroughs in statistics: Methodology and distribution. New York, NY: Springer New York.

Kelsey, D. (2017). Media and affective mythologies: Discourse, archetypes and ideology in contemporary politics. Springer.

Lilla, M. (2018). The once and future liberal: After identity politics. Oxford University Press.

Mark, M. Pearson, C. (2001)The Hero and the Outlaw: Building Extraordinary Brands Through the Power of Archetypes. Mc Graw Hill.

Meaney, T; Arriaga, J; Chias, L. (11/12/2020). Geografía imaginaria, de la literatura y la política, la misma gata pero revolcada.

Meaney, T., & Albarran, I. (2016). Elecciones presidenciales: herestética en un territorio pluripartidista. Revista Mexicana de Estudios Electorales, (16), 49-90.

Siraj, S., & Kumari, S. (2011). Archetyping the brand: strategy to connect. The IUP Journal of Brand Management, 8(3), 47-59.

Vonnegut, K. (2011). A Man without a Country. Seven Stories Press.

Zaltman, G. (2003).How customers think: Essential insights into the mind of the market. Harvard Business Press.

 

i Inicia con los trabajos de Schumpeter, Macpherson, o el más convincente e intuitivo de Arrow. Relacionado también con la localización de negocios, llamado principio de Hotelling (Meaney y Albarran, 2016)

ii Los paradigmas izquierda-derecha ya no explican adecuadamente las dinámicas políticas actuales (cf Lilla, 2018) (Cf Chua, A., 2019).

iii Como ya ha analizado en forma similar Kesley analizando la política inglesa narrada por los medios como una mitología.

iv Richard Noll o Paul Churland entre otros son críticos de la teoría de arquetipos de Jung.