La guerra de los gorriones, la campaña más absurda de Mao, que provocó la hambruna y un desastre ecológico
“En el centro del centro de China yace un cadáver que nadie tiene el coraje de remover”, comienza su libro La puerta prohibida el periodista italiano Tiziano Terzani, un simpatizante de Mao Tse-tung (1893-1976), que rápidamente se convirtió en uno de los desilusionados con el Gran Timonel cuando conoció China de primera mano en 1980. Hoy, 45 años después de la muerte del fundador de la República Popular, su cuerpo embalsamado sigue siendo reverenciado en el centro de la Plaza Tiananmen de Pekín, pese a la gran polémica que existe sobre sus políticas, la más absurda de ellas conocida como la “Guerra contra los gorriones”(1958-1960).
Cuando hace algunos días Zhou Fengsuo, uno de los líderes estudiantiles de las históricas manifestaciones de 1989 en la Plaza Tiananmen, hoy radicado en Estados Unidos, se ofreció a colaborar con LA NACION y pidió en idioma chino en su cuenta de Twitter testimonios de quienes hubieran participado de aquella “guerra”, su casilla se llenó rápidamente de mensajes.
“Cuando yo era chico me dijeron que tenía que matar pájaros. Lo máximo que maté fue 25 gorriones en un día”, escribió @fangzheng1989. “Les puedo contar que yo golpeaba el gong y un tambor en el campo. Así asustaba a los gorriones para que murieran agotados por no poder posarse”, agregó @cheng_lao. “Yo participé de la campaña cuando tenía 8 años. Fue algo básicamente inefectivo”, concluyó @xianliliu19521.
A la “Guerra contra los gorriones”, que formó parte de “La campaña contra las cuatro pestes” (gorriones, moscas, mosquitos y ratones), fueron convocados por Mao los 600 millones de chinos de todas las edades que vivían entonces en el país, e incluso eran reconocidas las virtudes revolucionarias de los más pequeños que llevaban a la escuela alguna muestra de su participación en la “batalla”. “En la primaria nos pedían que lleváramos colas de ratones”, recordó @JuliaRuohanzhou.
Las pautas del insólito combate fueron destacadas por el Comité Central presidido por Mao en el documento “Decisión de continuar la campaña para combatir las cuatro plagas” (关于 继续 开展 除四害 运动 的 决定) del 29 de agosto de 1958, en el que se determinó que se trataba de “un paso importante para fortalecer la salud de las masas, proteger la fuerza de trabajo y aumentar la eficiencia de las fuerzas productivas (...). Esta campaña debe continuar hasta que se eliminen todas las ratas, gorriones, moscas y mosquitos del país”.
En realidad, la iniciativa había comenzado a gestarse años antes con buenas intenciones.
“En 1957, ocho años después del triunfo de la Revolución, en medio de la rivalidad ideológica con la Unión Soviética, Mao había afirmado que China -un país entonces básicamente rural- superaría la producción industrial de Gran Bretaña en quince años. Y para cumplir ese objetivo. en 1958 introdujo un plan económico y social llamado el ‘Gran Salto Adelante’, que propugnaba ‘caminar sobre dos piernas’, la producción agrícola e industrial”, explicó a LA NACION el doctor Jorge Malena, director de la Especialización en Estudios sobre China, de la Facultad de Ciencias Sociales de la UCA.
En tanto la población se veía frecuentemente diezmada por epidemias de cólera, polio, viruela, y la peste, las autoridades decidieron poner en marcha exitosas campañas masivas de tratamiento y vacunación. Y además, se propusieron combatir la raíz de los males: los mosquitos responsables de la malaria, las ratas que esparcían la peste y las moscas, que entre otras enfermedades propagaban el cólera y la fiebre tifoidea.
Por otra parte, Mao observó ante los secretarios del Partido la gran cantidad de granos que comían las bandadas de gorriones en los campos, por lo que concluyó que su eliminación permitiría cuidar mejor el alimento vital para la economía nacional.
Hay un proverbio chino que dice: “Un hombre dice una gran mentira y decenas la repiten como una gran verdad”. Y ni siquiera el “gran arquitecto de la nueva China” estaba exento del error. Pero ante el temor a ser etiquetados como “oportunistas de derecha” o “mujeres de pie pequeño”, los científicos elogiaron rápidamente la sagaz observación del líder y no se atrevieron a contrariarla.
En 1956 Zheng Zuoxin, el ornitólogo más famoso del país e investigador del Instituto de Zoología de la Academia de Ciencias, publicó un largo artículo en el Diario del Pueblo titulado “El daño de los gorriones y cómo eliminarlo”. Allí afirmó que “un gorrión come una cuarta parte de su peso corporal en granos de mijo por día. Y según este cálculo, cada gorrión consume unos cuatro kilos de granos al año”.
La Campaña contra las Cuatro Pestes quedó así lanzada y el apoyo de la población fue masivo. En el campo, el entretenimiento de grandes y pequeños era salir a cazar gorriones y competir por su puntería. “Yo los mataba con una gomera”, recordó en su tuit @johninhim.
El doctor Malena señaló a LA NACION que “el gobierno también animaba a la población a hacer ruido con ollas, sartenes y tambores, lo que asustaba a los gorriones, los hacía mantenerse en vuelo sin parar y provocaba que cayeran muertos por extenuación. Y además, sus nidos fueron destrozados, los huevos rotos y mataron los polluelos”.
Según señaló el especialista en temas de China, la campaña fue considerada exitosa por el gobierno en tanto informó que fueron eliminados 1000 millones de gorriones, 1500 millones de ratas, más de 110 millones de kilos de moscas y más de 12 millones de kilos de mosquitos.
Pero poco a poco hubo científicos que se animaron a contrariar al líder y advertir que la dieta de un gorrión, además de granos, se compone de insectos, gusanos y otras plagas que devoran las cosechas. Ante la Academia de Ciencias, el doctor Zhu Xi primer director del Instituto de Biología Experimental, planteó que “la contribución del gorrión para controlar las plagas y las malas hierbas es realmente grande”. Ese comentario, en abierta contradicción con las afirmaciones del “padre de la patria”, le costó la vida a Zhu, ejecutado por los revolucionarios.
Pero la realidad terminó dándole la razón.
Con los gorriones al borde de la extinción a partir de la primavera de 1959, las plagas se extendieron por todo el país. Langostas, gusanos y otros insectos habían perdido su depredador natural y las pérdidas en las cosechas fueron masivas.
La guerra contra los gorriones, sumada a otros errores estratégicos desató lo que se conoce hoy como “La Gran Hambruna China”, uno de los mayores desastres provocados por el hombre en la historia de la Humanidad, con un número estimado de muertes por inanición que ronda las decenas de millones de personas (entre 15 y 55 millones).
Doblegado ante la devastación, finalmente Mao puso fin a la batalla en 1960 y el pequeño pajarito fue reemplazado por las chinches en la “Campaña contra las cuatro pestes”.
Prácticamente sin gorriones, el gobierno chino incluso se vio obligado a importar unas 250.000 avecillas de la Unión Soviética para intentar restablecer el equilibrio ecológico. Y aún hoy se estima que el número de estos pequeños pájaros es inferior en China que en otros países.
El Partido Comunista tuvo siempre opiniones divididas sobre la responsabilidad de Mao en los graves problemas que golpearon al país. El líder Deng Xiaoping (1978-1989), arquitecto de la China moderna que introdujo las reformas de mercado, consideró que “Mao estaba las tres cuartas partes en lo correcto y una cuarta parte, errado. Pero su contribución fue primordial, y sus errores, secundarios”.
Entre otros principios de su pensamiento, Mao sostenía que había que “usar las ciencias naturales para comprender, superar y cambiar la naturaleza”. Pero en su teorización olvidó un viejo proverbio chino que recuerda que no todo en la naturaleza tiene un sentido sencillo de comprender: “Un pájaro no canta porque tiene la respuesta de algo, canta porque tiene un canto”.