Guía para entender el variopinto mundo de los estilos de crianza: la tipología clásica y las nuevas etiquetas

En la década de 1960, los investigadores elaboraron una tipología de cuatro estilos de crianza; hoy, se multiplicaron las etiquetas
En la década de 1960, los investigadores elaboraron una tipología de cuatro estilos de crianza; hoy, se multiplicaron las etiquetas

WASHINGTON.— ¡Pobres los padres y madres que intentan mantenerse al día con todas las palabras que se ponen de moda sobre la crianza de los hijos! Están los híperpadres o padres “helicóptero”, que sobrevuelan y rondan constantemente a sus hijos. Están los koala, que no se separan un momento de sus críos. Está la crianza “faro”, que se ocupa de guiar el camino, también la crianza “tigre”, estricta, exigente, y enfocada en los resultados.

¿De dónde salen todas esas etiquetas? ¿Y por qué pegan tanto en la cultura parental?

Los psicólogos siempre han sabido que la forma en que un niño es criado afecta su bienestar actual y futuro. En la década de 1960, los investigadores elaboraron una tipología de cuatro estilos de crianza, en base al nivel de apoyo y de control ejercido por los padres:

  • Autoritario: alta demanda y baja respuesta

  • Indulgente: baja demanda y alta respuesta

  • Negligente: baja demanda y baja respuesta

  • Democrático: alta demanda y alta respuesta

Las investigaciones posteriores respaldaron una crianza democrática, con figuras de autoridad, que combine las altas expectativas con el deseo de satisfacer las necesidades del niño. Los chicos criados por adultos que demuestran autoridad son menos proclives a involucrarse en delitos o a ser víctimas de ellos. También son más propensos a buscar consejos morales de sus padres que de sus pares, y suelen tener mejor rendimiento académico. Cualquiera pensaría que no hay nada más que decir…

Sin embargo, actualmente esos cuatro nombres científicos para los estilos de crianza suelen quedar ocultos detrás de términos más coloquiales, un desfile aparentemente interminable de eufemismos acuñados por padres y expertos. ¿Hacen falta todas esas palabras?

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Nancy Darling, profesora de psicología del Oberlin College e investigadora de los estilos de crianza, dice que en el pasado “las madres eran vistas como personas con un saber y una experiencia que podían transmitir al resto de la comunidad”.

Tiempos diferentes

Los tiempos cambiaron. Las familias se dispersaron, ahora las comunidades están menos integradas y lo que está en juego para los padres es mucho mayor. “La gente se siente cada vez más insegura porque todo el tiempo le repiten que no sabe lo que hace”, dice Darling. “Nos inoculan la idea de que si cometemos el más mínimo error, nuestros hijos pueden venirse abajo y convertirse en un desastre.”

Los estilos de crianza, ya sean respaldados por un experto o por otros progenitores que piensan igual, le ofrecen a los padres que se sienten aislados un paquete de consejos que aborda las preocupaciones fundamentales sobre la seguridad, los logros o la estabilidad emocional.

Y esas etiquetas pueden generar una sensación de comunidad, pero también controversia. Las mamis “crunchy” y las mamis “silky” se baten en duelo en TikTok. Koalas y tigres compiten con delfines y medusas. Algunos estilos llevan nombres despectivos que les pusieron otros —como los hiperpadres “helicóptero”—, etiquetas enarboladas con orgullo —estilo “suave”—, y algunos son simplemente irónicos. Incluso hay una nueva serie de televisión, The Parent Test, que convierte la crianza de los niños en una competencia, donde se enfrentan padres que aplican estilos opuestos.

Hay estilos similares que tienen nombres distintos, otros muy difíciles de determinar, y muy pocos han sido investigados exhaustivamente. De todos modos, queda claro que ya se han convertido en parte de la cultura parental de nuestros tiempos.

En una reciente encuesta realizada en Estados Unidos por el Centro de Investigaciones Pew se les preguntó a padres y madres de niños en edad de crianza hasta qué punto creían que los éxitos y fracasos de sus hijos eran reflejo de propia labor parental. La mayoría de los progenitores —más del 57%— dijo creer que tenía “mucho que ver” o “bastante que ver” con su labor como padres. Frente a semejante presión, los estilos de crianza, o los debates que desencadenan, seguramente seguirán proliferando, cada vez más ingeniosos y coloridos. O tal vez no. ¿Volverán el celeste y el rosa?

Por Elizabeth Chang

(Traducción de Jaime Arrambide)