Este grupo de madres de Sacramento lucha por sus hijos y por sus escuelas

Martha Pulido, la mayor de seis hermanos, fue criada por dos padres hispanohablantes que emigraron de México. A pesar de sus esfuerzos por apoyar la educación de sus hijos, navegar por el sistema les resultó todo un reto debido a la barrera del idioma.

Pulido, madre bilingüe de un niño de cuarto y otro de primero, esperaba que eso nunca le pasara a ella. Pero hace dos años, cuando se comprometió a implicarse más en la educación de sus dos hijos, esta madre de Sacramento no sabía por dónde empezar.

Hasta ese momento, la participación de Pulido se limitaba a las habituales noches de regreso a clases y a las reuniones de puertas abiertas con los maestros. Ansiaba conocer las juntas escolares, los comités asesores de alumnos de inglés y las organizaciones de padres y maestros.

“No sabía nada de estas cosas porque no es algo en lo que participen nuestros padres que no hablan inglés”, dijo Pulido.

Dos años después, Pulido es líder de un grupo de madres latinas, en su mayoría monolingües, que abogan por mejorar el rendimiento de los estudiantes en el Distrito Escolar Unificado de la ciudad de Sacramento. El grupo, denominado comité de padres, se reunió gracias a una subvención estatal que pretende crear “escuelas comunitarias”. Este modelo educativo, que obtuvo renovada atención y apoyo durante la pandemia de COVID-19, aborda una serie de necesidades de los alumnos y las familias.

Las escuelas comunitarias ofrecen una serie de ayudas en el campus, como apoyo de salud física y mental, tutorías y otros servicios sociales. Se anima a los maestros a que aumenten la relevancia cultural de sus clases y refuercen el sentimiento de pertenencia entre los alumnos. Y los padres tienen un papel más significativo en el proceso de toma de decisiones.

Pero la participación de los padres es una parte especialmente difícil de la ecuación para las comunidades de color, dijo Lucero Soto, organizadora comunitaria de Sacramento Act, la organización religiosa que facilitó la divulgación entre los padres de una subvención estatal centrada en las escuelas comunitarias. Estas familias están desatendidas en la educación por barreras sistémicas, como el acceso al idioma y la pobreza, añadió Soto.

“No conocen realmente su papel ni su poder”, dijo Soto.

Por eso Pulido y las demás madres hispanohablantes buscan crear un cambio.

Mientras meriendan pan dulce y café, debaten sobre los problemas actuales de las escuelas de sus hijos y la mejor manera de resolverlos. Las reuniones mensuales organizadas por Sacramento Act ofrecen a los padres la oportunidad de desahogarse, aconsejarse mutuamente y, en última instancia, capacitarse para convertirse en líderes educativos.

“Hemos creado un espacio seguro para ellos”, afirma Soto. “Y creo que eso es lo que falta en nuestras escuelas”.

Ampliación de las escuelas comunitarias en Sacramento

Sacramento Act y las madres de Sacramento, como Pulido, forman parte de un esfuerzo estatal de $4,100 millones para ampliar las escuelas comunitarias. Las investigaciones del Learning Policy Institute, una organización sin fines de lucro con sede en Palo Alto, demuestran que las escuelas comunitarias ayudan a mejorar la asistencia, el comportamiento y el rendimiento académico de los alumnos.

Según la Coalición Nacional de Escuelas Comunitarias existen unas 5,000 escuelas de este tipo en todo el país. Algunos ejemplos notables son las escuelas comunitarias del este de Oakland y el Este de Los Ángeles, zonas formadas predominantemente por barrios pobres negros y latinos.

A finales de 2022, los legisladores de California aprobaron una primera ronda de financiamiento para 268 distritos con la esperanza de ampliar esta iniciativa. El Distrito Escolar Unificado de Sacramento recibió $25.4 millones, que se repartirían entre 18 escuelas a lo largo de seis años.

El distrito pidió a Sacramento Act, dada su colaboración con la comunidad, que realizara una evaluación de las necesidades en el primer grupo de seis escuelas. Las evaluaciones consistieron en reuniones individuales con 50 padres, en su mayoría hispanohablantes, en las que la inmensa mayoría expresó la necesidad de mejorar la comunicación entre las escuelas y las familias.

Según el Instituto de Políticas Públicas de California , el 40% de los alumnos de primaria y secundaria habla una lengua distinta del inglés en casa .

“El acceso al idioma es una barrera enorme”, dijo Alma García, una hispanohablante monolingüe de 56 años. “Los padres como nosotros tenemos menos acceso y oportunidades que una persona que sabe hablar inglés”.

García, madre de tres hijos, se unió al grupo hace aproximadamente un año y medio con la esperanza de mejorar su relación con las escuelas de sus hijos, sus educadores y administradores. Ella fue una de las pocas mamás de Sacramento que mencionaron una desconfianza general hacia el sistema educativo en su conjunto.

“Oímos que las familias no quieren participar, pero eso no es cierto”, dijo Soto. “Pero la cuestión es cómo lo demostramos”.

El primer paso es restablecer la confianza de las familias, según Elvia Vásquez, organizadora comunitaria de Sacramento Act y activista desde hace tiempo de las escuelas comunitarias.

“La toma de decisiones de los padres es clave para que las escuelas comunitarias funcionen”, afirma.

Para conseguir la participación de los padres, Sacramento Act creó un grupo de trabajo formado por una docena de madres. Desde entonces, el grupo se ha convertido en el comité de padres y ha crecido hasta contar con unas 30 madres.

Sus reuniones ofrecen oportunidades para comprender mejor las dificultades diarias de las familias en las escuelas de Sacramento y proporcionar a los padres la información adecuada.

Pero sobre todo, dice Vásquez, las reuniones son clave para crear confianza con familias que se han sentido ignoradas durante años. Este enfoque permite a las familias aceptar las escuelas, el aprendizaje de sus hijos y, con suerte, crear una cultura de participación de los padres que continúe más allá de la subvención.

“Estas escuelas que están recibiendo dinero no van a recibirlo siempre”, dijo Vásquez. “Esto es solo para que empiecen, y con el tiempo tendrán que mantenerse. ... La participación de los padres es crucial para ello”.

Un efecto dominó de cambio

Aunque las madres se unieron a este grupo por el bien de sus hijos, también han visto cambios en ellas mismas.

García atribuye al grupo la mejora de sus habilidades sociales y su confianza. Señala pequeños triunfos en su vida, como que ahora se siente cómoda conduciendo hasta las reuniones nocturnas y practicando su inglés. García también está motivada para ayudar a otros padres que se encontraban en la misma situación que ella hace dos años.

“No solo quiero mejorar las escuelas de mis hijos”, dijo García. “Quiero mejorar las escuelas de todos los estudiantes”.

Pulido se hizo eco de los sentimientos de García, y dijo que su participación la ayudó a superar el miedo a hablar en público.

Tanto Pulido como García hablaron en una reunión de Sacramento Act la semana pasada centrada en las escuelas comunitarias.

“Gracias a mi entusiasmo y compromiso, ahora veo la importancia de contribuir a mejorar nuestras escuelas y nuestra comunidad”, dijo García a un grupo de unas 60 personas en la iglesia cristiana de South Sacramento.

Soto señaló a las dos madres latinas como ejemplos de lo que su organización intenta conseguir. Los padres, junto con los maestros y los administradores, deberían liderar las conversaciones en torno a la educación. Una escuela comunitaria acoge el liderazgo y la toma de decisiones de padres como Pulido y García.

“Muestran a otros padres que ellos también pueden hacerlo”, afirma Soto. “Otros padres: latinos, madres que solo hablan español, se ven reflejados en ellos”.