La gripe aviar altamente patógena sigue amenazando las poblaciones de aves marinas

Los investigadores estudian el impacto de la gripe aviar en las colonias de aves marinas del norte de Europa. <a href="https://unsplash.dogedoge.com/es/fotos/dos-pajaros-blancos-y-negros-4AmyOdXZAQc" rel="nofollow noopener" target="_blank" data-ylk="slk:Wynand van Poortvliet / Unsplash;elm:context_link;itc:0;sec:content-canvas" class="link ">Wynand van Poortvliet / Unsplash</a>

En los últimos dos años hemos sido testigos de un brote de gripe aviar altamente patógena con un impacto sin precedentes sobre la fauna silvestre. La enfermedad, que ha afectado a millones de aves de corral en Europa, Asia, África y América del Norte, está causando una alarmante mortalidad entre las aves marinas.

Aparición de aves muertas o moribundas

El actual brote de gripe (influenza) aviar altamente patógena (IAAP) está causado por el virus H5N1, un virus de la gripe tipo A detectado por primera vez en 1996 en aves acuáticas domésticas, en el sur de China. Su capacidad para mutar y asimilar material genético de otros virus da lugar a la aparición de nuevas variantes. La actual cepa H5N1 del clado 2.3.4.4b, surgida a partir de variantes que circulaban anteriormente y detectada en aves marinas en 2020, muestra una alta letalidad y transmisibilidad en aves silvestres.

Miles de individuos de diferentes especies de aves marinas murieron a causa del brote de 2021-2022. En Escocia, el 11 % de la población británica de págalo grande (que supone el 7 % de la población mundial) pereció como consecuencia del virus. Los individuos de esta especie que regresaron en 2023 a Hermaness, la mayor colonia británica, representaban solo el 22 % del último censo realizado.

La mayor colonia reproductora de alcatraces atlánticos del mundo, localizada en la isla de Bass Rock (Escocia), también sufrió una devastadora mortalidad en 2022 a causa de la enfermedad. La tasa de supervivencia de alcatraces adultos fue un 42 % inferior a la media de los 10 años anteriores.

Alcatraces en Bass Rock, Escocia. Kristin Snippe / Unsplash
Alcatraces en Bass Rock, Escocia. Kristin Snippe / Unsplash

Se estima que alrededor de 13 200 barnaclas cariblancas provenientes de Svalbard e invernantes en Solway (Escocia) murieron a causa de la IAAP entre 2021 y 2022, lo que supone el 32 % de la población de la ruta migratoria.

La enfermedad sigue presente

Tras su devastador impacto en 2022, científicos y conservacionistas esperaban la temporada reproductora de 2023 con cierta inquietud: ¿cuál sería el estado de las poblaciones? ¿Se repetiría la masiva mortalidad del año anterior?

Los nuevos informes sugieren que el virus sigue afectando las poblaciones reproductoras de aves marinas. Sólo en Escocia, entre abril y octubre de 2023, se notificaron 9 610 aves marinas muertas, de las cuales casi tres cuartas partes fueron de arao común (3 519) y gaviota tridáctila (3 367), seguidos de gaviota cabecinegra (834), alca común, charranes y otras gaviotas.

Entre junio y septiembre de 2023, se han notificado casos de IAAP en diferentes especies de aves domésticas (25) y silvestres (482) en 21 países europeos. En España, donde se han reportado más de un centenar de casos en aves silvestres desde 2022, preocupan especialmente los casos detectados en poblaciones sensibles de charrán patinegro y pagaza piconegra, en el Parque Natural de la Albufera de Valencia.

Los investigadores rastrean el virus

Durante la temporada reproductora de 2023, nuestro grupo de investigación de la Universidad de Edimburgo, junto con personal del UK Centre for Ecology & Hydrology, ha llevado a cabo muestreos sistemáticos en varias especies de aves marinas en la Isla de May (Escocia).

Individuos adultos de frailecillo, alca, arao, gaviota tridáctila y cormorán moñudo fueron muestreados para evaluar la incidencia del virus y determinar la presencia de anticuerpos indicativos de infección previa en aves aparentemente sanas. Los resultados, aún en fase de finalización, sugieren que un gran número de individuos siguen siendo potencialmente susceptibles al virus, aunque la respuesta a la infección podría diferir entre especies.

Gaviota en un risco.
Ejemplar de gaviota tridáctila (Rissa tridactyla), una de las especies mas afectadas por la IAAP, en la Isla de May, Escocia. Francisco Ruiz-Raya

¿Pueden algunas aves sobrevivir a la infección? Un fascinante estudio dirigido por el equipo científico de conservación de la Real Sociedad para la Protección de las Aves ha arrojado luz sobre la presencia de individuos con iris negros y moteados, en lugar del habitual azul pálido, en la población de alcatraces de Bass Rock.

Tras tomar muestras de aves adultas aparentemente sanas, los investigadores encontraron que los individuos con iris oscuro mostraban anticuerpos derivados de una infección anterior. Esto sugiere que algunos individuos pudieron recuperarse tras el brote de 2022, presentando iris oscuros como un probable indicador de infección previa.

¿Cuál es el futuro para las aves marinas?

Las aves marinas están sometidas a una enorme presión debido al cambio climático, el impacto de ciertas artes de pesca, las especies invasoras o la urbanización de nuestras costas. La IAAP supone una amenaza adicional y, aunque la magnitud de su impacto aún no se ha evaluado en su totalidad, las poblaciones del norte de Europa muestran ya un declive sin precedentes.

Los centros de investigación y organismos de conservación llevan a cabo muestreos sistemáticos para comprender mejor la respuesta de cada especie a la infección. Las administraciones, por su parte, contemplan intervenciones para proteger especies clave o, en mayor medida, actuaciones indirectas que tengan en cuenta el impacto de presiones externas que puedan sumarse a los efectos de la enfermedad.

El control de la enfermedad requerirá de un fuerte compromiso con las comunidades de aves de cría comercial y aves de caza para sensibilizar sobre los síntomas de la enfermedad y avanzar en materia de bioseguridad y bienestar animal. Desde las instituciones también se promueve la participación ciudadana mediante la notificación de aves enfermas o muertas, evitando en todo momento el contacto con aves muertas o sintomáticas.

Es probable que en el futuro se produzcan nuevos brotes de IAAP, lo que hace imprescindible nuevos estudios epidemiológicos y ecológicos que ayuden a comprender y mitigar el impacto del virus en las aves marinas. Estas investigaciones aportarán valiosa información en términos de salud humana, dada la creciente preocupación por rápida expansión del virus y su adaptación a nuevos hospedadores.

Un problema global

Desde su aparición en 1996, se ha alertado sobre la posibilidad de que el virus H5N1 se convierta en pandémico. Desde 2003 a 2023, se han notificado 878 casos en humanos en 23 países, presumiblemente a través del contacto con aves infectadas, de los cuales 458 (52 %) fueron mortales. Las infecciones en humanos por la actual cepa H5N1 del clado 2.3.4.4b han sido esporádicas y, según los expertos, el riesgo actual de contagio es bajo.

El aumento de casos en mamíferos marinos, o el reciente brote en una graja de visones en España, ha hecho temer que el virus pueda llegar a transmitirse de manera natural entre mamíferos. Si bien las evidencias de este tipo de transmisión siguen siendo dispares, se han confirmado casos en más de una veintena de especies de mamíferos en Europa y América.

Tras su rápida expansión, los expertos muestran preocupación ante la reciente llegada del virus a la región antártica y sus consecuencias para la fauna local. Entender la circulación de las enfermedades en la naturaleza y avanzar hacia una avicultura sostenible y respetuosa con el medio ambiente será clave para proteger la fauna silvestre y garantizar un futuro saludable para todos.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation, un sitio de noticias sin fines de lucro dedicado a compartir ideas de expertos académicos.

Lee mas:

La invetigacion de Francisco Ruiz-Raya es financiada por un proyecto NERC (The Natural Environment Research Council, UK)

La invetigacion de Emma Cunningham es financiada por un proyecto NERC (The Natural Environment Research Council, UK)