Greta Thunberg: la niña que da lecciones a los políticos sobre la extinción humana
Greta Thunberg no es una chica cualquiera. Es sueca, tiene 16 años y quiere cambiar el mundo.
Hace seis meses manifestaba sola frente al parlamento de su Suecia natal para exigir medidas para detener el cambio climático. Hoy es una de las caras más visibles de la lucha ambientalista a nivel mundial.
Su notoriedad se ha catapultado de tal manera desde que manifestó durante un mes en Estocolmo en septiembre de 2018 que los organizadores del movimiento ambientalista “Rebelion Extintion” la invitaron a Londres para participar en lo que ha sido uno de los mayores actos de desobediencia civil en la historia reciente de Gran Bretaña.
El mensaje de Thunberg es directo y claro. Y sus demoledoras críticas a la clase política le han valido la admiración de miles de jóvenes que desean unirse a su lucha para defender la subsistencia del planeta.
“La disrupción es muy simbólica. ¿Por qué tenemos que estudiar para un futuro que nos están arrebatando? ¿Por qué debemos aprender datos si los datos no importan en esta sociedad? Me siento empoderada al sentir que estoy haciendo algo, que estoy asumiendo una posición, que estoy alterando las cosas”, dijo Thunberg el martes ante un auditorio repleto de personas en Londres.
“Creo en la desobediencia civil porque pienso que debemos actuar ahora. Debemos mostrar que esto es una emergencia. Debemos hacer todo lo posible para presionar a las personas con poder y para crear opinión y que las personas comprenda lo que está pasando”, dijo en una conferencia organizada por el diario The Guardian.
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La fuerza de su autismo
En una entrevista publicada por la revista The New Yorker, Thunberg explicó que su inusitado interés por el cambio climático comenzó cuando tenía nueve años al escuchar a los mayores decir que había que apagar las luces, ahorrar agua y no desperdiciar los alimentos.
La niña preguntó por qué debía ahorrar energía y le explicaron sobre su impacto en el ambiente. “Y entonces pensé que era muy extraño. Si los humanos realmente pudieran cambiar el clima, todos deberían estar hablando al respecto y eso no está pasando”.
Desde muy pequeña Thunberg fue una niña peculiar. Destacaba por su excepcional inteligencia y a los cuatro años fue diagnosticada con el síndrome de Asperger, que es un cuadro de alteraciones neurobiológicas que se enmarcan dentro de los trastornos del espectro autístico.
“Veo el mundo un poco diferente, desde otra perspectiva. Tengo un interés especial. Es muy común que las personas del espectro autístico tengan un interés especial”.
Las características enumeradas en la página web de la Confederación de Asperger España confirman las declaraciones de Thunberg. “La persona con Asperger presenta un estilo cognitivo distinto. Su pensamiento es lógico, concreto e hiperrealista”. También es común que la persona con asperger tenga una fijación en un tema o un objeto hasta el punto de convertirse en “auténticos expertos”.
Thunberg no esconde ni disimula su condición autista. Todo lo contrario. Admite que su extraordinaria capacidad para concentrarse se debe a su autismo. Considera que tener el síndrome de Asperger es un don que le ha permitido ver los problemas de la ecología desde otra perspectiva. “Puedo hacer lo mismo durante horas”.
Fue así como se dedicó a investigar todo lo relativo al cambio climático durante seis años. Sus hallazgos la motivaron a convertirse en vegetariana y a no consumir nada que no sea absolutamente necesario.
Su poder de convencimiento fue tal que los próximos en cambiar su estilo de vida fueron sus padres. Su madre, Malena Ernman, una de las cantantes de ópera más conocidas de Suecia, abandonó su carrera como artista internacional al dejar de volar en avión. Su padre, el actor y escritor, Svante Thunberg, dejó de consumir carne. La familia instaló paneles solares en su hogar, cultivan sus propios vegetales, se desplazan en bicicleta y tienen un coche eléctrico que usan ocasionalmente.
Los días oscuros
Antes de la transformación personal y familiar de los Thunberg, Greta atravesó una profunda depresión.
“No dejaba de pensar en eso (en el cambio climático) y me preguntaba si podía tener un futuro. Pero no se lo decía a nadie porque no soy muy habladora y eso no era saludable. Me deprimí mucho y dejé de ir al colegio. Cuando estaba en casa mis padres me cuidaron y comenzamos a hablar porque no teníamos más nada que hacer”, dijo en una entrevista al diario The Guardian.
La chica mostró a sus preocupados padres películas, gráficos, informes sobre el impacto del cambio climático. “Comenzaron a escucharme y fue cuando pensé que podría hacer algo para cambiar las cosas. Y cuando salí de la depresión me di cuenta que era una pérdida de tiempo sentirme de esa manera porque puedo hacer mucho bien con mi vida”.
Movimiento iniciado por Greta Thunberg.#EarthDay pic.twitter.com/CkX2LhBmND
— Ana Lucía (@LucaMont2) 22 de abril de 2019
Voces disidentes
El llamado de Thunberg ha sido escuchado por miles de adolescentes en todo el mundo. El lunes, al menos mil manifestantes fueron apresados en el Museo de Ciencia Natural, al hacerse los muertos en una protestas sobre las especies en peligro de extinción.
Pero no todos ven con buenos ojos los llamados a la desobediencia civil de la joven activista.
El diario español El Mundo publicó advirtió los posibles peligros de seguir lo que denominó el “Mesianismo de Greta”.
“Pero lo que está sucediendo con Greta Thunberg, la adolescente sueca de 16 años que se ha convertido en una estrella mundial del activismo ambiental, invita a preguntarse si su tarea de concienciación no se estará cobrando un precio excesivo. Incurre en mensajes cargados de demagogia y justifica acciones de otros activistas que se han saldado con cientos de detenciones, mientras diferentes líderes se reúnen con ella más por imagen que por responsabilidad. El mesianismo de Greta parece arriesgado teniendo en cuenta que no deja de ser una menor”.