‘Gracias por tu grandeza humana’: Exilio cubano lamenta muerte de Nancy Pérez-Crespo
Ha muerto en Miami una personalidad indiscutible de la comunidad exiliada y una cubana de recia estirpe: Nancy Turuseta o Nancy Pérez-Crespo.
Periodista, editora y promotora cultural, mujer comprometida con la causa de la democratización de Cuba y con todas las batallas de generosidad y justicia que convocaron su determinación de servir siempre.
Nancy deja como legado un ejercicio genuino de altruismo y contribución humanísima en favor de personas, proyectos, reclamos perentorios, llamados de salvamento, necesidades médicas, en Cuba y Miami, y tantas y tantas cosas —muchas veces desconocidas o anónimas— que imposibilitan conformar el retrato espléndido de esta compatriota en unos cuantos párrafos inacabados. Fue una referencia fundamental en mis afectos más sensibles, en mi familia y en mi desempeño profesional tras abandonar nuestro país.
Su salud se degradó en los últimos años, primero con una afectación cancerosa y luego con una encefalitis que disminuyó severamente sus capacidades mentales. Estaba estable, pero el cáncer retornó y tuvo que ser ingresada de urgencia en el Hospital Baptist de Kendall, donde falleció la tarde del pasado 6 de junio, rodeada de sus familiares más cercanos.
Cuba y el misterio de su edad
Había nacido en Cueto, en la zona de Holguín, en el oriente cubano, pero parte de su infancia y años posteriores transcurrieron entre Trinidad y Cabaiguán, hoy municipios de la provincia de Sancti Spíritus. Fue la más pequeña en una familia de diez hermanos, de padres españoles (Zaragoza y Castilla León) y ancestros judíos sefardíes. La edad, bueno la edad era un asunto complicado y su hijo Fabián Crespo solía bromear con que se trataba de “un secreto de Estado”.
Nancy celebraba el 12 de diciembre, pues su segundo nombre era Guadalupe en tributo a la Virgen de Guadalupe. La mención del año se remontaba a 1940 o 1942, porque había discrepancias con el registro de la inscripción de nacimiento, que fijaba el 6 de diciembre de 1938. De cualquier manera, octogenaria y venerable.
Sus cualidades excepcionales
Las virtudes inmensas y los recuerdos de Nancy quedan como un regalo invaluable de su existencia. Tocó las vidas y los caminos de demasiada gente en múltiples lugares para que no fuera así. Ella fue parte importante de mi educación y adaptación en el exilio, una fuente importantísima de registros históricos, una catedral donde se atesoraban testimonios de primera mano y anecdotarios para una enciclopedia cubana de la diáspora.
No nos equivoquemos. Nancy no era fácil. Era firme y cortante, sin pelos en la lengua ni contemplaciones para la ambivalencia, sobre todo el zigzagueo politiquero y la complacencia indigna con la dictadura de Fidel Castro, razón por la que se vio obligada a abandonar su patria en 1965, una partida que sería definitiva, porque Nancy no estaba dispuesta a volver a Cuba si no era en plena libertad. La pasión la hacía irascible en ocasiones y las discusiones podían escalar tesituras muy elevadas, sobre todo cuando se mencionaban ciertas palabras y ciertas estrategias en el diferendo cubano. No había tregua.
Pero una vez que sintonizabas con Nancy, podías contar con ella a todo dar. A todo dar, quiere decir poniendo a prueba sus propios recursos, porque fue extraordinariamente generosa aun en horas de limitaciones. Lamento que a estas alturas muchas personas que se beneficiaron altamente de la bondad de Nancy tengan una memoria tan corta y hayan desaparecido de su entorno sin siquiera preguntar por su suerte.
Nancy fue una pionera en muchas áreas, una protagonista de innumerables acontecimientos que hicieron Historia reciente (así con mayúsculas) y una personalidad sin la que no puede contarse el acontecer de la cultura literaria y artística de Miami, ni el periodismo independiente cubano de las últimas décadas.
Su labor intelectual
Sus librerías SIBI y otros espacios culturales en Miami y Hialeah fueron tribunas para lo más excelso de los escritores y artistas en la ciudad. Allí se reunió en peñas, charlas y presentaciones de libros un sedimento poderoso de figuras republicanas, desde Lydia Cabrera, Guillermo Martínez Márquez (su gran mentor), Carlos Montenegro, Enrique Labrador Ruiz, Rafael Esténger, Guillermo de Zéndegui, Agustín Tamargo, José Ignacio Rivero, Enrique Riverón, Antonio Prohías, y también visitantes ilustres, como el hoy Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa.
No tuvo nunca temores de acoger al recién llegado ni buscarse controversias locales, como cuando decidió presentar al poeta y preso político Jorge Valls, quien cumplió 20 años en las cárceles cubanas. En su casa acamparon Heberto Padilla, Reinaldo Arenas, Norberto Fuentes… Fue una de las defensoras de los escritores y artistas del éxodo del Mariel, desde Arenas, Carlos Alfonzo y Juan Abreu a René Ariza, y una verdadera protectora de esa generación.
Un apoyo invaluable para el exilio cubano
Nancy no solo ayudó a sobrevivir a muchos marielitos, sino que su propio hogar se convirtió en escenario teatral de proyectos que no cabían en otros lugares. Gracias a sus esfuerzos denodados tuvo lugar el Festival de las Artes del Mariel, en agosto de 1983, cuando se celebró el tercer aniversario del éxodo con una explosión de literatura, artes plásticas, teatro y danza en el Tamiami Park, en una comunión provechosa entre los recién llegados y los creadores de más largo exilio.
Tampoco tuvo reparos en respaldar a los nuevos exiliados de la crisis de los balseros y a los creadores llegados durante el éxodo de 1994, como el artista plástico Sergio Lastres. Fue también la anfitriona amable e incondicional de Mario Chanes de Armas tras su prolongado calvario en las cárceles cubanas.
Lo mismo se involucraba en conseguir un avión fletado para traer a Estados Unidos a un hijo de Oswaldo Payá Sardiñas en una emergencia médica que en coordinar los esfuerzos de la acaudalada filántropa Elena Díaz-Verson para propiciar la arriesgada operación de rescate familiar del piloto Orestes Lorenzo, el 19 de diciembre de 1992.
Su rol fundamental para el periodismo independiente en Cuba
Como si fuera poco todo esto, fue una de las máximas impulsoras de la agencia Nueva Prensa Cubana (NPC, las mismas iniciales de su nombre), que dio cabida a decenas de periodistas independientes desde Cuba y mantuvo un vínculo permanente con Raúl Rivero, a partir de los años 90. Debido a las dificultades de comunicación, las noticias y artículos se grababan por teléfono y luego se transcribían entre ella y Juan Manuel Crespo, su esposo y colaborador imprescindible, para ser enviados a los periódicos, estaciones radiales y canales de televisión en todo el hemisferio.
“Se va la gran promotora del periodismo independiente cubano, ella fue piedra fundacional, alma, corazón y vida de los que iniciamos aquella gesta que cambió la forma de ver a Cuba en el mundo, Puso mucho en aquel empeño, siento orgullo de haber trabajado con ella y Juan Manuel desde La Habana y después en Miami con su revista Nueva Prensa Cubana. Ella debe estar en los libros de la historia de esta época”, escribió el periodista Efrén Pulgarón desde Nueva York.
Humberto Castelló, ex director de el Nuevo Herald, la recuerda como “un bastión de la libertad de expresión” con una visión adelantada para dar un rostro propio y fomentar el periodismo independiente cubano de la isla. “Fue una voz enérgica y apasionada de los periodistas cubanos ante el mundo”, dijo Castelló, quien promovió exposiciones fotográficas de NPC en la sede del diario y ediciones especiales dedicadas a la prensa independiente.
Nancy fue una firme promotora para conseguir el reconocimiento del movimiento de periodistas independientes ante la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). Su labor al producirse el arresto de decenas de periodistas y activistas independientes durante la Causa de los 75 fue realmente gigantesca y vital, con publicaciones de libros y revistas, programas especiales en la radio con familiares de los arrestados, gestiones internacionales e iniciativas incontables como las del Árbol de Navidad 2004 con los rostros de los presos de la Primavera Negra, o el engañoso mapa de turismo, que dentro ilustraba las locaciones de las cárceles y centros de reclusión de Cuba. Debo decirlo, con dinero de su bolsillo, porque nunca le tocaron los bendecidos grants de las entidades gubernamentales de Estados Unidos.
Acerca de su legado
Hay una historia grandiosa y reveladora que conservan los archivos de Nancy y Juan Manuel Pérez-Crespo. En esas cajas, cintas magnetofónicas, gavetas con legajos y cartas, caricaturas originales y una colección de arte de singular valor (con algunas piezas no cubanas que son auténticas rarezas), se guarda un patrimonio cubano que debería preservarse y promoverse de la mejor manera.
Pensemos solamente en una voluminosa papelería de Arenas que estaba bajo su cuidado, y la serie de programas de frecuencia semanal que condujo en Radio Martí, teniendo como invitados regulares a Guillermo Cabrera Infante, Guillermo Álvarez Guedes y Raúl Rivero.
Por cierto, Nancy siempre entrevistó y defendió en su programa radial Lunes de Comunicación con Cuba, junto a su amigo entrañable Agustín Tamargo, a figuras como Payá, Elizardo Sánchez Santacruz, Laura Pollán y la doctora Hilda Molina, cuando ciertos sectores del exilio cuestionaban sus comportamientos y hasta los calificaban de “sospechosos”, en uno de nuestros frecuentes extravíos de verticalidad patriótica.
Escribo estas líneas con la sensación de que estoy conformando un texto incompleto ante la obra inabarcable y la vida plena de Nancy. No creo que haya mucha gente que tenga gestos y decisiones como los que ella era capaz cuando veía a cubanos dignos en situaciones límite de necesidad o acoso político. ¿Conoce usted en Miami a mucha gente que sea capaz de hipotecar su casa para enviar dinero a disidentes y periodistas independientes en Cuba?
Pero no quiero cerrar esta nota de dolor sin hablar de Nancy como la Gran Dama hospitalaria y cariñosa que fue conmigo y, especialmente, con mi hijo Daniel. A todos sus atributos de persona familiar (porque Nancy era familia nuestra de corazón), añadía la virtud de ser una cocinera de altos quilates, de manera que visitarla fue siempre un disfrute doble de placer.
Nancy Pérez-Crespo deja el ejemplo de su grandeza humana
Nancy resultó también una enseñanza de cómo lidiar con las diferencias entre oleadas de exiliados, con puntos de vista de divergencia inevitable en muchas cuestiones. Nuestra relación empezó, curiosamente, por una discrepancia de tintes políticos que resolvió la querida tía Lilia Crespo con información pertinente. Tuvimos varios encontronazos, porque es imposible que personas que salieron de Cuba con una diferencia de 30 años puedan pensar, percibir y asimilar las realidades de uno y otro lado (ni siquiera las preferencias musicales) con la misma mirada y similares resultados.
La lección es que, por encima de todo, están los afectos, las lealtades y los agradecimientos por las cosas compartidas, las manos tendidas y el corazón abierto en momentos cruciales. Nada, ni la política, ni una ideología y menos un candidato a algo puede socavar lo entrelazado por vínculos legítimos de entrega y amor.
La sobreviven en Miami su esposo Juan Manuel Pérez Crespo, su hijo Fabián, su nuera Maidelys y dos nietos, Isabella y Fabián Jr. También sus hermanas Gela, en Arizona, y Ana María, en Houston, Texas.
Por decisión familiar sus cenizas serán cremadas y no habrá servicios fúnebres. La familia planea realizar un acto de celebración de vida en una fecha que se anunciará próximamente.
Nancy querida, gracias por tu grandeza humana y tu corazón cubano.