El golpe de Estado "secuestró" la vida de los egipcios, dice el excandidato presidencial opositor Jaled Ali

El Cairo, 3 jul (EFE).- Desde hace tres décadas, el prominente abogado Jaled Ali ha estado luchando contra los abusos de los distintos gobiernos de Egipto pese a sus consecuencias. Presentó hasta dos veces su candidatura a la presidencia del país para defender los derechos de los egipcios, cuyos sueños y vidas llevan “secuestrados” desde el golpe de Estado del 3 de julio de 2013 contra los Hermanos Musulmanes.

“Todos los que participaron en la revolución y creyeron en ella de repente vieron que estos diez años han sido secuestrados de sus vidas”, asevera Ali en una entrevista con EFE.

Desde su despacho ubicado en el centro de El Cairo, Ali evoca así el sentimiento colectivo de los egipcios durante la revolución de 2011, que derrocó el régimen de Hosni Mubarak (1981-2011) y llenó de esperanza sobre todo a los jóvenes de un país con sed de cambio.

Un año después de la revuelta, el país celebró por primera vez sus primeras elecciones democráticas y formó el primer Gobierno civil, dirigido por el islamista Mohamed Morsi.

En 2013, el actual presidente, Abdelfatah al Sisi, quien era el ministro de Defensa, ejecutó un golpe militar contra Morsi tras días de protestas apoyadas por el Ejército.

En un primer momento se instaló como presidente interino el jefe del Tribunal Constitucional, Adly Mansur, hasta que un año después Al Sisi salió victorioso en unas elecciones presidenciales.

En ese momento, según Ali, una generación entera pasó de “agarrar las estrellas con sus propias manos” durante la revolución a “vivir en una pesadilla en la que todos sus sueños no solo no se cumplen, sino que dan marcha atrás”.

COMPROMISO CON EGIPTO

Ali se presentó a las elecciones presidenciales de 2012 y de 2018, aunque en las del último año retiró su candidatura tras el arresto de otro aspirante y la detención de varios de los miembros de su plataforma, además de ser víctima de una feroz campaña en su contra por haber retado legalmente al Estado en varias ocasiones como letrado.

Además, es abogado de numerosos destacados activistas de derechos humanos, como Alaa Abdelfatah, una de las principales figuras prodemocracia durante la revolución de 2011 y que ha permanecido entre rejas de manera casi ininterrumpida desde que Al Sisi tomó las riendas de Egipto.

Desde 2013 las violaciones de derechos humanos en el país han sido “distintas”, asevera Ali, que apunta que ahora hay “una tremenda censura en las redes sociales, el incremento de las desapariciones forzosas, el cierre del espacio público o el dominio de todas las llaves de la movilidad política”.

Y es que organizaciones como Human Rights Watch estiman que desde que Al Sisi llegó al poder han pasado por las cárceles de Egipto más de 60.000 presos de conciencia, mientras que otras ONG estiman que desde 2015 más de 8.000 personas han sido incluidas en las listas de terrorismo del país africano.

ACTIVISMO Y TERRORISMO

“Ya resulta fácil calificar de terrorismo cualquier caso como el de publicar algo” en redes sociales, advierte Ali, que afirma que en los últimos años la ley de terrorismo “se ha diseñado para ser una alternativa al estado de emergencia” y cuyos “términos de identificación son amplios y elásticos”.

Por eso, "terrorismo" es uno de los cargos más habituales contra activistas, investigadores, políticos o críticos con el Gobierno egipcio.

El político apunta que incluso si un ciudadano comenta en redes sobre el aumento de los precios o la devaluación de la libra egipcia frente al dólar “se considera un intento de agitar la opinión pública sobre la autoridad gobernante”, algo que el Estado llama “desestabilizar la paz y la seguridad pública”, y eso cae dentro de la ley antiterrorista.

“Un crimen terrorista es algo grave. No se puede calificar como acto terrorista a cualquiera que diga su opinión aunque sea crítica u opositora”, denuncia.

MIEDO CONSTANTE

Su inacabable lucha para proteger los derechos humanos en Egipto ha puesto a Ali en el punto de mira en los últimos años, en los que ha sido arrestado e incluso se le ha impuesto una prohibición de viaje al extranjero tras su retirada de la carrera presidencial.

“El miedo siempre está ahí, miento si digo lo contrario. Tengo miedo por mis hijos, por mi imagen, por mis amigos… Por mí mismo. Nadie desea ir a la cárcel, ni ser difamado, ni ser denunciado por casos infundados”, confiesa el abogado.

El activismo que profesa le ha llevado a pagar un “coste elevado” también a nivel profesional, puesto que muchas personas han dejado de contratar sus servicios jurídicos también por miedo a ser vinculados o vistos con Ali.

Precisamente, por eso desapareció hace unos años de la escena pública y desde entonces no ha concedido entrevistas, aunque esta vez ha decidido hablar por primera vez en mucho tiempo pese al persistente temor a ser calificado “como un terrorista” por “expresar una opinión libremente”.

“Pero si por mi fuera, si el pasado se repitiera mil veces, estaría orgulloso de lo que hice y lo que hago”, sentencia.

Carles Grau Sivera y Samar Ezzat

(c) Agencia EFE