En el Gobierno buscan estirar los plazos de la deuda más que lograr una quita

"En realidad, más que una quita necesitamos más plazos para pagar", reconocía un colaborador de Alberto Fernández, luego del mensaje de respaldo del Fondo Monetario Internacional. En la Casa Rosada se pasó en las últimas horas de la celebración al pragmatismo.

"Nuestro pedido son tres o cuatro años de plazo, hay que ver hasta donde nos van a aceptar los bonistas", reflexionaban cerca del Presidente.

La bitácora de la renegociación comenzará a definirse con el viaje del ministro de Economía, Martín Guzmán a los Estados Unidos. El objetivo parece centrado en reprogramar los vencimientos. "Si por un período de tiempo no te cobran los intereses, eso ya es una quita, ¿no?", interrogaba el colaborador de Fernández, con altas dosis de optimismo y sin darle más trascendencia al pedido de "quita" formulado por la vicepresidenta Cristina Kirchner, que el Presidente avaló y que el FMI rechazó de manera rápida y terminante.

Mientras se felicitaban por lo que consideraban un "golazo" en materia política y económica, en lo más alto del poder especulaban con los alcances de la "quita" que el FMI le recomendó a los bonistas, un punto clave de la dura negociación que se viene.

¿Y si el FMI utiliza los fondos del último desembolso pactado con Mauricio Macri que Fernández declinó recibir para pagarle cash a los bonistas? "Eso es, justamente, lo que quieren los bonistas. Es una versión interesada", se distanció, aún sin rechazar del todo la idea, otro funcionario que visita muy seguido Balcarce 50 y que conoce bien el pensamiento del ministro de Economía.

Para poner en la mesa de negociación, sobre todo con el FMI, en el Gobierno prometen presentar un "plan económico sustentable, sin hacer locuras". De todos modos, se autoconvencen en el Gobierno, que los últimos gestos del Fondo muestran "un cambio de paradigma para el FMI, una prueba de que van a patear la deuda con ellos todo lo que necesitemos", aseguran cerca del Presidente.

Desde el primer piso de la Casa Rosada ven la mano y la voz de Donald Trump detrás del texto del FMI. "Es imposible pensar que no hubo consulta previa detrás de una decisión tan importante", creen en el Gobierno. Y recuerdan el "cuenten conmigo", la frase que el presidente norteamericano le dijo al nuevo embajador en ese país, Jorge Arguello, días atrás.

Ese apoyo tiene como antecedente directo, afirma otro funcionario, el reciente viaje de Fernández a Israel, aliado incondicional de Estados Unidos en el Medio Oriente. "Ahí se dio el cambio estratégico, ahí Estados Unidos y Europa vieron que estamos con el equilibrio en un mundo que está loco", agrega un asesor presidencial, que sin levantar la voz promete "un nuevo viaje" a Israel en los años de mandato que le quedan al Presidente.

Sin modestia, desde el Gobierno le ven a Fernández "características europeas de liderazgo", y hasta cuentan que Emmanuel Macron y Angela Merkel, dos de los principales líderes mundiales, reconocieron en él un mensaje "de equilibrio" necesario para contener al venezolano Nicolás Maduro o recibir al ex presidente de Bolivia Evo Morales, sin que eso genere un conflicto de mayores proporciones. ¿ Y Cristina, que despertaba escozor en esos mismos líderes cuando era Presidenta? "En la gira quedó claro que es Alberto quien contiene a Cristina y a todos los sectores que componen el Frente de Todos", agregan con el mismo énfasis desde el albertismo ortodoxo.

Mientras descuentan que en el discurso de apertura de Sesiones Ordinarias Fernández hará referencias, más o menos concretas, a los pasos a seguir en la discusión por la deuda, en el Gobierno también confían en que el FMI "cambió", aunque sea por la necesidad de sostener a uno de sus deudores más importantes. "En el FMI hay funcionarios que ponen en juego sus carreras, que no pueden hacer todo lo que quieren, que se han adaptado a lo que pasa en los distintos países", destacan desde el gobierno peronista. Y asignan vital importancia a "la ayuda de Roma", las gestiones del papa Francisco que acercaron a las partes en un momento tenso de la discusión por la deuda.

"Igual esto recién empieza, es un partido largo", afirman desde el ala económica. "Así como en ámbitos como la cultura o la ciencia se va a dar una impronta de centroizquierda, hay cosas que hay que desideologizar. Y la economía son números, no tienen ideología. Hay que trabajar", asegura con pragmatismo cerca de Guzmán.

La apuesta de máxima: tener casi todo resuelto el 31 de marzo. "Es un plazo que nos autoimpusimos antes de tener vencimientos fuertes. No es un capricho, necesitamos tener un marco de negociación, y si tenemos cerrados los acuerdos en esa fecha mucho mejor", dijo el jefe de gabinete Santiago Cafiero luego de conocido el respaldo del FMI, y a la búsqueda de un acuerdo con los bonistas, el hueso más duro de roer en la batalla por la deuda.