El giro en Colombia refuerza el proyecto de una “patria grande” de izquierda y despierta sonrisas en Caracas

Gustavo Petro y Hugo Chávez, una foto que circuló ayer tras el triunfo
Gustavo Petro y Hugo Chávez, una foto que circuló ayer tras el triunfo

BUCARAMANGA.- Apenas se conocieron los primeros datos que reflejaban la victoria del izquierdista Gustavo Petro, su aliado el expresidente ecuatoriano Rafael Correa publicaba en redes sociales el nuevo mapa geopolítico de América Latina, con una mayoría de países pintados en rojo. “Nosotros perdimos contra el peor candidato en su peor momento y acabó de quebrar Ecuador. Tenemos una inmensa deuda con la Patria Grande. ¡Venceremos!”, adujo el asesor de Nicolás Maduro y también antigua estrella la televisión de Vladimir Putin.

La victoria de Petro llega precisamente cuando el presidente ecuatoriano, Guillermo Lasso, sufre la última embestida de indígenas y revolucionarios para sacarle del poder. Casi todo vale para que la añorada “Patria Grande”, aquella que cimentaron entre Hugo Chávez, Lula da Silva y Néstor Kirchner, recupere la hegemonía política continental. Las elecciones de Brasil en octubre, con el favoritismo firme de Lula Da Silva, dejarían a Ecuador, Uruguay y Paraguay en total soledad.

Y todo ello bajo el liderazgo en México de Andrés Manuel López Obrador, decidido a enfrentarse a Estados Unidos, como demostró en la pasada Cumbre de las Américas, para consolidar su influencia tanto en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) como en el Grupo de Puebla. “El triunfo puede ser el fin de ese maleficio y la aurora para ese pueblo hermano y digno”, escribió el presidente mexicano tras una larga perorata en la que aseguró que los dictadores colombianos “mojaban en agua bendita los puñales antes de matar”.

Precisamente las tres dictaduras que unifican la “Patria Grande” también celebraron por todo lo grande el triunfo del Pacto Histórico, en especial Venezuela, que jamás contó con un aliado de estas dimensiones en el país vecino. “Nuevos tiempos se avizoran para este hermano país”, se congratuló Maduro, mientras el cubano Miguel Díaz-Canel, cuya capital acogió las negociaciones de paz entre las FARC y el gobierno de Juan Manuel Santos, apostaba por el “bienestar de nuestros pueblo”. El caudillo sandinista Daniel Ortega clamó por que “en nuestra América caribeña sigamos fortaleciendo una historia como nuestros pueblos esperan y merecen”.

Maduro, Ortega y Arce en La Habana
Maduro, Ortega y Arce en La Habana - Créditos: @ADALBERTO ROQUE


Maduro, Ortega y Arce en La Habana (ADALBERTO ROQUE/)

En medio del festejo también hubo tiempo para la añoranza. “Claro que la Patria Grande es posible, ¡hasta más allá de la victoria!”, subrayó Vladimir Cerrón, líder del oficialista Perú Libre, a la vez que publicaba una foto en blanco y negro de Petro junto al comandante Chávez. El presidente electo de Colombia, antiguo guerrillero del M-19, ha intentado desdibujar sus lazos con la revolución bolivariana marcando unas distancias estratégicas con Maduro, uno de los personajes más vilipendiados en el país cafetero.

“Correa tiene razón, aunque obviamente no es un bloque monolítico que supone el gráfico que publicó. Es significativo para los esfuerzos e intereses de Estados Unidos en la región y es significativo para Venezuela. El chavismo nunca ha tenido un presidente aliado en Colombia, representa una nueva etapa. Y Estados Unidos pierde su aliado principal de la región de los últimos 20 años”, resume para LA NACIÓN el politólogo John Polga-Hecimovich.

Duque y Biden en la última Cumbre de las Américas
Duque y Biden en la última Cumbre de las Américas - Créditos: @JIM WATSON


Duque y Biden en la última Cumbre de las Américas (JIM WATSON/)

“Estados Unidos tiene un nuevo aliado en Ecuador, pero que no cumple con las condiciones de la alianza tan cerrada con Colombia. En ese sentido van a presionar su política exterior de alineación, con lo que. el tema de Venezuela se vuelve clave. Por lo pronto, el cambio de política de Washington con Venezuela le ayuda a Petro, que quería deshacer lo que determinó Duque como política hacia ese país”, añade el internacionalista ecuatoriano Michel Leví.

Con la nueva incorporación, histórica y muy simbólica, sumada a la del gigante brasileño, la hoja de ruta de la Patria Grande está más vigente que nunca. El siguiente punto es culminar el proceso de blanqueamiento de las tres dictaduras, cuyo objetivo es alcanzar la impunidad total. La víctima propiciatoria sería la Organización de Estados Americanos (OEA), a la que se pretende sustituir por la Celac, además de la resurrección de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), que estuvo comandada en su día por el expresidente Ernesto Samper, uno de los puntales de la vieja guardia de Petro.

“Mientras las izquierdas latinoamericanas no rompan su cordón umbilical ideológico, afectivo y pragmático (apoyo de inteligencia, propaganda y redes de apoyo) con el Foro de Sao Paulo y con su hermano menor el Grupo de Puebla, seguiremos en las mismas. Irse sería un primer paso de alto contenido simbólico y potencial práctico, porque ni siquiera estamos hablando de partidos populistas, sino de partidos estado autocráticos”, advierte el historiador Armando Chaguaceda, uno de los principales expertos continentales en revoluciones.

La gran pregunta cuya respuesta sólo la dará el tiempo es si Petro continuará de la mano de esa Patria Grande revolucionaria o apostará por la vía progresista del chileno Gabriel Boric. “Hay indicios de que han surgido dos izquierdas en la región, de corte populista, mesiánica y manías autoritarias, y otra más moderna, con mayor énfasis en las prácticas democráticas y el respeto a los derechos humanos. Creo que todavía es una incógnita a cuál se va a acercar más Petro, especialmente por su excelente relación con Boric”, profundiza el internacionalista Mariano de Alba.

Y todo ello “en medio de un contexto como el actual, donde hay potencias autoritarias extracontinentales, Rusia y, ante todo, China, incidiendo sobre la política y economía de la región e impactando el frágil consenso democrático de las últimas décadas”, advierte Chaguaceda.