‘Un gigante jurídico’. Mario Goderich, juez cubanoamericano pionero en Miami, muere a los 89 años

Mario P. Goderich, una leyenda jurídica cubanoamericana pionera y conocida por su presencia tranquilizadora en el estrado, falleció a los 89 años.

Goderich fue el primer cubanoamericano que fue juez de compensación laboral, juez de circuito y juez de apelaciones en Miami. También fue uno de los fundadores —y el primer presidente— del Colegio de Abogados Cubanoamericanos (CABA) a mediados de los años 70.

Se celebrará un velatorio el martes, de 6 p.m. a 9 p.m., en la Stanfill Funeral Home, 10545 South Dixie Hwy, en Miami.

“Mario será recordado como el pionero que fue y su memoria seguirá allanando el camino para otros”, escribió su familia en su obituario.

“El juez Goderich fue un gigante del derecho, un alma bondadosa, un abogado y jurista increíblemente consumado, que logró muchas cosas por primera vez como cubanoamericano”, dijo la fiscal de la ciudad de Coral Gables, Miriam Soler Ramos, actual presidenta de la CABA. “Sé que hablo en nombre de todos los dirigentes de la CABA, pasados y actuales, cuando digo que estoy eternamente agradecida con él y con los fundadores de la CABA por establecer esta innovadora e importante organización”.

Nacido en Santiago de Cuba en 1932, Goderich asistió a la Massanutten Military Academy, en Virginia, antes de regresar a la isla para matricularse en la Facultad de Derecho en la Universidad de La Habana. Obtuvo su título de abogado en 1957 y ejerció en el bufete Castellanos & Goderich.

Después que Fidel Castro tomó el control de la isla, Goderich emigró al sur de la Florida, donde no tuvo más remedio que trabajar en varios empleos de bajo nivel, como recepcionista en un hotel de Miami Beach, oficinista e incluso conductor de autobús escolar de medio tiempo.

Finalmente, Goderich se graduó en la Facultad de Derecho de la Universidad de Miami (UM) en 1968. Un año después, tras adquirir la nacionalidad estadounidense, fue admitido en el Colegio de Abogados de la Florida y se convirtió en director de la biblioteca jurídica de la UM.

“La vida estaba tan establecida en Cuba que no sé si hubiera crecido en carácter y en fuerza si no hubiera tenido que luchar como lo hice en este país”, dijo Goderich más tarde al Herald. “Fue una experiencia de aprendizaje, de crecimiento”.

En 1975, el gobernador Ruebin Askew nombró a Goderich, que entonces tenía 42 años, para el Tribunal de Reclamaciones Industriales, mejor conocido como tribunal de compensación laboral, siendo el primer cubanoamericano en ocupar un puesto allí. Su primera taquígrafa judicial fue Neyosa Sosa.

“Yo era una verdadera novata, apenas dos semanas después de salir de la escuela de taquígrafos judiciales. Fue increíblemente amable y paciente conmigo, y me ayudó a ver las áreas en las que tenía que mejorar”, dijo Sosa.

Goderich, que también era entonces miembro de la Junta de Relaciones Comunitarias del Condado Dade, era un activista de la representación de las minorías. En un foro comunitario con altos funcionarios de la Administración del Presidente Jimmy Carter en septiembre de 1978, se quejó de la falta de jueces afroamericanos e hispanos.

“La administración de justicia está totalmente alejada de la psicología de las minorías”, dijo Goderich en el foro.

En 1978, Askew nombró a Goderich juez de circuito, el primer abogado de origen cubano en ocupar ese cargo. “No puedo creerlo. Lo he deseado durante mucho tiempo”, dijo al Herald.

En el tribunal de circuito, trabajó en varias divisiones, incluyendo la de menores y la de delitos graves. A lo largo de los años 80, presidió innumerables casos de delitos graves, ayudando a moldear a los jóvenes abogados que hoy se encuentran entre los más experimentados en el edificio de justicia Richard E. Gerstein.

“En aquel entonces, muchos jueces desafiaban a los jóvenes abogados y les hacían pasar un mal rato y hacían que sus salas se sintieran como cámaras cerradas”, dijo el abogado defensor Philip Reizenstein, que entonces era fiscal. “El juez Goderich era todo lo contrario. Quizá porque tenía la experiencia de los inmigrantes y sabía lo que se siente al estar fuera”.

En una foto de archivo sin fecha, el juez Mario P. Goderich posa con la fiscal estatal de Miami-Dade, Katherine Fernández Rundle, a la izquierda, y Sandra Ferrara, ex presidenta del Colegio de Abogados Cubanoamericanos.
En una foto de archivo sin fecha, el juez Mario P. Goderich posa con la fiscal estatal de Miami-Dade, Katherine Fernández Rundle, a la izquierda, y Sandra Ferrara, ex presidenta del Colegio de Abogados Cubanoamericanos.

Ese comportamiento calmado continuó cuando Goderich, en 1990, se convirtió en el primer cubanoamericano en formar parte del Tribunal de Apelaciones del Tercer Distrito.

Christine Zahralban ejerció frente a él durante años, primero como pasante y luego como abogada, para la Fiscalía General de la Florida, que se encarga de las apelaciones.

“Era uno de los jueces de apelación más amables e inteligentes. Si estaba nerviosa o mi caso era particularmente complejo, me concentraba en el juez Goderich porque su amabilidad me ayudaba a desconectarme del ruido de fondo, a encontrar mi confianza y a dar lo mejor de mí en mis argumentos de apelación, incluso cuando él no estaba de acuerdo”, dijo Zahralban, que hoy es la jefa de la oficina legal de la fiscalía estatal de Miami-Dade.

Se retiró del Tribunal de Apelaciones del Tercer Distrito en 2005, incorporándose al bufete de abogados Gunster & Yoakley y convirtiéndose en mediador. También era un ávido jugador de tenis y viajero.

“La más reciente vez que lo vi fue hace unos cinco o seis años en el restaurante Versailles”, dijo Sosa, su ex taquígrafo judicial. “Siempre tan caballero, me pagó el almuerzo y se despidió con una gran sonrisa”.