Gastón Gaudio y la Copa Davis: una desganada capitanía que estuvo lejos de su brillo como tenista
Gastón Gaudio, dentro de un court, fue un talentoso. Con revés de una mano poético e iluminados movimientos sobre el polvo de ladrillo, alcanzó el número 5 del mundo en 2005 y ganó 8 títulos (entre ellos Roland Garros 2004, claro). Ciclotímico y expresivo, jugó su último partido profesional en agosto de 2010 y oficializó el retiro una temporada más tarde. Después de dejar el deporte profesional, bajarse de la montaña rusa y salir de la burbuja en la que se movió durante 15 años, se dedicó a viajar, a jugar al golf, a hacer talleres de fotografía y tours gastronómicos, a filmar comerciales. También tuvo una etapa de depresión.
“¿Si fue difícil llenar los casilleros en blanco que dejé al no competir? En los primeros seis meses no, vivís los mejores meses de tu vida, porque hacés todo lo que no pudiste mientras jugabas. Fútbol, snowboard, vas a Las Vegas, te emborrachás, te comés todo. Es espectacular. Pero hasta eso también te aburre, porque después de siete meses cuando ya hiciste todo, decís: ‘¿y ahora qué?’. Viene lo peor. Viene una depresión enorme. Extrañás jugar. De hecho, estuve un año sin jugar al tenis y volví a hacerlo, pero por este problema, de sentir que realmente no sabés lo que querés. No sabés si extrañás lo que tenías o te sentís tan perdido por no tener todo el tiempo un objetivo y algo que hacer, que el cuerpo te lo pide”, confesó Gaudio en LA NACION Revista, en julio de 2014.
Pudo haber sido el capitán del equipo argentino de Copa Davis a partir de 2015, cuando todavía la obtención de la Ensaladera era una asfixiante cuenta pendiente. Su llegada fue promovida por una automotriz que actuaba como sponsor de la Asociación Argentina de Tenis, por el entonces director ejecutivo Héctor Romani y por Martín Jaite, que después de tres años en la capitanía había dejado el cargo pero continuaba teniendo fuerte influencia en la AAT (como en la actualidad, más allá de figurar en la Comisión Fiscalizadora de la entidad).
En una tarde/noche de noviembre de 2014, durante una reunión del consejo directivo de la AAT, en las oficinas de la calle Maipú, Romani (ya abiertamente enfrentado con Juan Martín del Potro) impulsó en forma unilateral la llegada de Gaudio al equipo y les pidió a los integrantes de la mesa que votaran la aprobación del Gato, que tampoco tenía afinidad con el tandilense. Los más de 15 dirigentes presentes se miraron. Uno de ellos, Diego Gutiérrez (secretario legal), que venía (junto con Daniel Fidalgo, vicepresidente 3ero) acercando posiciones y charlando con Del Potro y con su padre (Daniel), pidió la palabra y les preguntó a los otros miembros del consejo si estaban interesados en conocer la postura de Juan Martín, que no competía en la Copa Davis desde 2012, tras una conflictiva ruptura del vínculo con Jaite y la AAT. Los dirigentes quisieron conocer qué opinaba.
Para regresar al equipo una vez que estuviera sano de la muñeca izquierda, Del Potro prefería a un capitán de bajo perfil, que impulsara un proyecto deportivo serio. Y el ex doblista Daniel Orsanic, que ya era director de Desarrollo en la AAT, lo seducía. Contrariado, Romani pidió un cuarto intermedio para el otro día a las 10 de la mañana. El consejo directivo volvió a reunirse a esa hora y aprobó la designación de Orsanic como capitán, provocando la ira de Romani (y de Gaudio, que ya preparaba su desembarco). Desde ese momento y con Armando Cervone como presidente (en octubre había reemplazado al fallecido Arturo Grimaldi), la AAT tomó otro rumbo. Romani pidió una licencia de tres meses por las diferencias internas generadas, dejando todo librado al resultado de la serie de marzo de 2015 con Brasil, en Tecnópolis. Allí, la Argentina ganó 3-2, resultado que torció el brazo de Romani y selló su salida de la entidad. Resultó la piedra basal de un proyecto que en noviembre de 2016 alcanzaría la cima con la conquista de la Ensaladera, en Croacia y con Del Potro en el court.
Las elecciones presidenciales en la AAT, en mayo de 2018, enfrentaron a dos modelos. Ganó el de los jugadores de la Legión, con Jaite y Romani como gestores. El cambio de autoridades generó la salida de Orsanic (lo habían ratificado pese a apoyar a la lista encabezada por José Luis Clerc, pero luego lo despidieron). Ese movimiento, realizado dos meses antes de un repechaje ante Colombia en San Juan, le abrió la puerta a un triunvirato formado por Guillermo Coria, Guillermo Cañas y Gaudio, que fue quien se sentaría en el banco como capitán. “Es una experiencia nueva para mí. La esperé mucho tiempo, ojalá lo pueda disfrutar y podamos darles a los jugadores la experiencia que tuvimos”, expresó Gaudio, al asumir. Finalmente, al momento de la serie, la misma perdió valor porque unas semanas antes se modificó el formato histórico de la Copa Davis y con las nuevas condiciones la Argentina jugaría en la elite desde 2019 ganara o perdiera ante Colombia. Fue triunfo nacional por 4-0.
“Viví una sensación como en la época que jugaba, con un poco más de impotencia porque no podía hacer nada. Lo que menos me gustó de ser capitán es que estás diez horas adentro de la cancha, no comés, no tenés vida directamente. Estás desde las 9 de la mañana, cuando los chicos entran en calor, hasta las 9 de la noche. No pensé que fuera tan difícil”, ilustró Gaudio tras la serie en San Juan.
La Argentina recibió una invitación para participar directamente de las Finales de Madrid, en 2019, sin pasar por la etapa clasificatoria, generando un hueco enorme sin competencia ni actividad para los jugadores ni el cuerpo técnico. Pero el wild card generó alivio deportivo y económico en la Asociación, ya que se aseguraba recibir ingresos por, al menos, US$ 300.000, que serían US$ 600.000 si el equipo alcanzaba los cuartos de final, hecho que al final ocurrió. Ya sólo con Gaudio como conductor y Gustavo Marcaccio como subcapitán, el equipo argentino venció a Chile (3-0) y cayó con Alemania (3-0), se benefició por una combinación de resultados, se clasificó para la ronda de los ocho mejores del mundo y perdió ante España (2-1).
En marzo de 2020 llegó el mayor desafío de Gaudio como capitán: en Bogotá, ante Colombia, sin Diego Schwartzman ni Guido Pella (ambos con problemas físicos) y con Juan Ignacio Londero y Facundo Bagnis como debutantes, por la clasificación a las Finales (la Argentina ya no tendría una invitación, como en 2019). La derrota por 3-1 resultó una frustración deportiva y un golpe para las finanzas y el presupuesto de la AAT. “No hay nada para reprocharse. Estoy muy caliente y podría decir cualquier cosa, pero estoy contenido. Creo que estuvimos a la altura, pero ellos fueron mejores”, se lamentó Gaudio, luego de su quinta serie como capitán.
Tras el viaje a Colombia y por la pandemia, llegó un período de cinco meses sin circuito. Además, se pospusieron las Finales y los playoffs de la Copa Davis de ese año. Desde entonces, Gaudio ocupó espacio en las noticias por circunstancias ajenas al tenis. Este año, en marzo, se lo vio algunos días en el ATP de Buenos Aires. Pero cada vez estuvo más lejos de su función, cada vez menos involucrado, pese a que en 2015 se había disgustado por la chance que no se le había dado. Tampoco se preocupó por demostrar algo distinto y se lo vinculó en las negociaciones que terminaron con la llegada de Lionel Messi a París Saint-Germain a partir de su amistad con el emir qatarí propietario del club francés). En la Davis le faltó el compromiso, por ejemplo, que sí exhiben otros capitanes que, además de conducir al primer equipo, se enfocan en el desarrollo o en el día a día (su amigo Lleyton Hewitt, en Australia, un ejemplo).
La serie de este último fin de semana ante Belarús, con la incómoda victoria 4-1 de la Argentina, lo dejó expuesto todavía más a Gaudio. Se mostró perezoso hasta para analizar a los juveniles rivales. No se ruborizó al decir que no tenía referencias de ellos. Ya había actuado con indolencia en las semanas previas al desafío en el BALTC, delegando gran parte del trabajo en Marcaccio. Sin comunicación directa con los futuros convocados, estaba en París cuando el subcapitán hablaba con los jugadores, y, luego, mientras se disputaba el US Open, estaba en Buenos Aires teniendo algunas reuniones vinculadas a una lista de unidad opositora a los Moyano que integraría en las próximas elecciones de Independiente. Su reemplazante en el cargo será Coria, su máximo rival como jugador.
“En general, la experiencia no fue ni buena ni mala, hubo momentos como en (las finales de) Madrid que tuvimos buenos resultados, después vino la pandemia, tuvimos lesionados en la serie en Colombia, fueron años raros, sin la actividad que hubiese querido. En lo personal volví a sentir adrenalina como cuando jugaba”, afirmó Gaudio, tras una capitanía muy alejada del brillo que ostentó como tenista.