Ganadería intensiva: desde la cría hasta la terminación a corral

Una visita al sistema intensivo que está desarrollando Carlos de Ocampo en campos familiares y arrendados puede mostrar el camino hacia donde irá la producción ganadera en los próximos años. Es un planteo integrado, que está distribuido en varias provincias e incluye cría, recría y terminación en corral con técnicas poco frecuentes en los campos argentinos.

La primera etapa se concreta en la cuenca del Salado y en el sudoeste de Buenos Aires, con una producción de terneros que se destetan con 160 kilos en diciembre, y en San Luis, donde se separan de la madre en la misma época con 110 kilos.

La inseminación artificial ha sido clave en el modelo de cría. La preñez del rodeo -que suma 7000 vacas- se ubica siempre muy por encima del 90%, y la tasa de destete nunca es menor a 85%. "Se hace inseminación artificial en vaquillonas de 12-14 meses con semen importado con los mejores índices, y con ello nos aseguramos la mejor genética sin problemas de parto", explica de Ocampo.

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"La recría y terminación de machos y del 70% de las hembras se hace a corral en Buchardo, en el sur de Córdoba, en un campo miembro del CREA Río Quinto", agrega. En la etapa de ternero, la base de la alimentación son megafardos y silaje de alfalfa; para la etapa de novillito, silaje de maíz y concentrados en los últimos tres meses previos a la faena. El objetivo es tener aumento diario de 1 kilo en los terneros, 800 gramos en la recría y más de 1,2 kilogramos en la terminación", enumera de Ocampo.

Las alfalfas del campo se utilizan únicamente para corte. "No le encontramos sentido a desperdiciar su calidad y alta producción con pastoreos para los cuales no está adaptada", diferencia el empresario.

Cría

El servicio de las vacas comienza en octubre hasta diciembre. Durante ocho meses del año se alimentan con campo natural, de donde obtienen los nutrientes necesarios para mantenerse y gestar el ternero. Pero "un mes antes del parto, cuando más crece el feto, y durante los tres meses de lactación y del nuevo servicio, la alimentación es reforzada con suplementación", distingue Carlos.

"A los tres meses de edad el ternero ya no depende de la leche materna; está apto para ser destetado y en ese momento se decide si se lo espera hasta diciembre en los mejores campos o se adelanta a octubre y noviembre si las circunstancias lo exigen. En diciembre se termina el servicio y las vacas tienen que haberse recuperado de la lactancia, estar preñadas y gordas para iniciar un nuevo ciclo", sintetiza de Ocampo. La reposición se hace con el 25% de las mejores terneras del destete.

De Ocampo alimenta a la recría a corral, con una ración compuesta por megafardos y silaje de alfalfa, y núcleo vitamínico-mineral.

Recría y terminación

El objetivo del planteo de la empresa es que los terneros destetados se vendan antes de los 14 meses con 420 kilos promedio. La recría en confinamiento parte del destete hasta 290-300 kilos, tras lo cual comienza la etapa de terminación.

"Tener terneros adaptados al confinamiento y con genética y sanidad para producciones máximas es la base del sistema", sostiene de Ocampo.

"No encontramos ventajas con los famosos kilos baratos a campo. Cuando ponemos el costo de oportunidad de la tierra (alquiler) en campos con uso no exclusivamente ganadero, los modelos muestran que es más costoso el kilo producido a campo que el confinado", argumenta.

"No perdemos tiempo en el campo; un animal que nunca sufrió restricciones tiene el desarrollo y logra el marmoreo de un animal de más edad; acumula grasa intramuscular y no de cobertura, que es la grasa que se desperdicia", destaca.

De Ocampo sostiene que es muy difícil tener producciones de carne estabilizadas a campo, y a su vez, alcanzar una satisfactoria cosecha de forraje. "El momento óptimo de máxima producción con calidad del pasto suele ser extremadamente corto. El clima suele tener una influencia decisiva en el día a día por insolación y contenido de energía y de materia seca, que provoca variaciones en el porcentaje de proteína y en la digestibilidad", sostiene. Simultáneamente, a la microfauna del rumen no le gusta la variación de la ingesta y tarda en adaptarse a los cambios. Además, el pastoreo tiene que sortear inconvenientes como los parásitos, el empaste, el gasto energético, las dificultades con el agua, etc., que determinan que sea muy difícil lograr alta eficiencia. "Preferimos modelos en confinamiento en los que se puedan controlar más variables", distingue el empresario.

Costos

Los costos de este sistema pueden alarmar. Sin embargo, "hay que considerar que el mayor capital y costo están en el suelo; darle la mayor rentabilidad es nuestra obligación como empresarios", argumenta el productor.

Ocampo fundamenta sus afirmaciones con números: el costo de recriar en el feedlot de Buchardo es de 0,86U$S/kg; por su parte, el costo de la fase de terminación es de 1,07$/kg. En tanto, el costo de la invernada a pasto en la zona es de 0,51U$S/kg, pero cuando se agrega el alquiler de un campo de igual calidad, trepa a 1,09U$S/kg.

Además, agrega estos argumentos: "Si el campo es agrícola, no debería ser de pastoreo salvo un uso puntual complementario, como la comida de algún cultivo de servicio o la regeneración de la fertilidad con ganadería. Si el suelo es mixto, no debería ser usado en ganadería porque seguramente es frágil y la actividad lo va a deteriorar. Por lo tanto, en suelos agrícolas se justifica cosechar el forraje y así maximizar la producción", desafía.

"Una alfalfa de corte en cualquier campo agrícola del país produce más de 10.000 kg/ha de materia seca que se pueden transformar en más de 1000 kg/ha de carne, y no hay planteo de pastoreo directo serio que se acerque a esa cifra", completa.

Por otro lado, transformar granos en kilos de carne, como hace en su planteo intensivo, es muy rentable y sustentable porque se extrae sólo el 10% los nutrientes del sistema.

Carlos de Ocampo

Principios que justifican la ganadería intensiva

Carlos de Ocampo tiene una historia y una vocación pecuaria que ha ido evolucionando con los avances científicos de la actividad. "Hemos defendido a la ganadería hasta en los tiempos más difíciles porque juega un rol fundamental en el ecosistema, porque los rumiantes son máquinas perfectas para transformar rápidamente la fibra vegetal en proteína animal de alto valor", sostiene.

"Sigue siendo importante incluirla en rotaciones de campos agrícolas porque los cultivos perennes, con sus raíces profundas, mejoran el drenaje de los suelos, recuperan nutrientes lixiviados y aumentan la materia orgánica con sus raíces", añade.

De Ocampo procura una producción sostenible. Por ejemplo, hay voces que critican a la actividad vacuna por su producción de metano. Para disminuirla, "procuramos ser lo más eficientes posible, tener los mejores índices de procreo y producir la mayor cantidad de terneros con la menor cantidad de vacas. Estamos alargando la vida útil de los vientres productivos utilizando dentaduras metálicas y así lograr tres crías más por vaca", apunta.

Cada vaca con tres terneros más en su vida útil ahorra los dos años que se necesitan para formar un vientre. La vaquillona que desteta a los dos años un ternero recibe una alimentación excelente para combinar desarrollo y gestación, por lo que produce infinitamente menos gases.

"Quiero obtener la mayor cantidad de carne con la cantidad de kilos que sostiene el sistema", dice Ocampo. Y da ejemplos: "420 kilos por cabeza es la mayor cantidad que hoy sabemos hacer sin que se junten dos generaciones en el campo; me gusta más hacer 420 kilos con dos cabezas totales que 500 con tres", compara.

"Cuando tenemos una mirada holística sobre la producción agropecuaria, cuando los costos se consideran a largo plazo y cuando se corre la aventura diaria de producir mirando la naturaleza, el trabajo se transforma en pasión. En ese contexto, nuestros sistemas deben apuntar a producir lo máximo, extraer lo mínimo y cuidar la biodiversidad y la diversificación. Así no explotaremos la tierra, sino que produciremos manteniendo el legado que nos prestaron nuestros hijos", concluye.

Las claves

De Ocampo minimiza el uso de alimentos que no son producidos en el mismo campo. La base de la nutrición son megafardos, silaje de alfalfa, silaje de maíz, concentrados y núcleo con sales minerales y vitaminas de propia producción.Utiliza maquinaria agrícola propia en todos los procesos, para tener asegurado que cada confección sea hecha en el momento óptimo de rinde y calidad, y poder optar para elegir el destino de cada componente. Además, las raciones también son producidas en una planta de alimentos balanceados propia ubicada en Pehuajó, que abastece a todos los campos.En los campos de Lena SCA se aprovechan todas las nuevas tecnologías para tener medidos los procesos. "Hoy todos nuestros terneros tienen chips y el seguimiento se hace a través de la aplicación Beefcom. Cada vez que pasan por la manga para vacunaciones u otros trabajos, se pesan y se ve como evoluciona el engorde individual según la alimentación", especifica de Ocampo.Trabajar con los diseños de Temple Grandin en las instalaciones y con las mejores prácticas probadas en los corrales hace más confortable la vida de los animales y provoca menos estrés, que deprime el engorde. Según de Ocampo, "la producción es el resultado de: potencial genético x los insumos utilizados x el coeficiente de confort de los animales".De Ocampo contrata los servicios de profesionales especializados para los distintos procesos de la ganadería: en nutrición, es asesorado por Atilo Chifolini, Diego Bertino y Guillermo Sánchez; en reproducción, es aconsejado por Marcelo Humarán y Lucas Massola, todo combinado con los señalamientos del asesor del CREA Río Quinto.