Gamebred dice adiós a la UFC y pide disculpas a Miami tras perder a manos de Gilbert Burns

A base de puro carisma, Jorge Masvidal se ha mantenido como una de las figuras más populares de las artes marciales mixtas.

Después de sufrir su cuarta derrota consecutiva, sus días como peleador relevante en la UFC pueden haber llegado al final.

Cuando le abuchearon en el pesaje oficial del viernes, Gilbert Burns solo atinó a decir una frase: “mantengan ese nivel de energía, que el sábado voy a matar a su muchacho’’, en referencia a un Masvidal vitoreado hasta el cansancio y que también había prometido un entierro para el brasileño.

Burns cumplió su palabra y aunque no de manera literal enterró en el fracaso al Gamebred delante de 16,000 aficionados que llenaron la Arena Kaseya Center del downtown de Miami para apoyar al guerrero favorito del “305’’, el hombre salido de las peleas callejeras.

Pero hizo más, envió al retiro a Masvidal con su triunfo por decisión unánime que le acentúa como uno de los mejores welters del momento y puso fin a una verdadera leyenda de los deportes de combate que comenzó en la oscuridad para elevarse a lo más alto.

Por allí también podía advertirse al legendario y ya fallecido Kimbo Slice, ese peleador que inspiraba miedo solo de mostrar sus dientes cubiertos de oro; podía sentirse esa doble mentalidad que nacía del deseo de ganar un combate con tintes de deporte y el tirón de la calle y lo prohibido.

Pero evidentemente y a los 38 años, los mejores días como gladiador quedaron atrás para Masvidal, quien con la derrota vio esfumarse su última oportunidad de pelear por una faja del mundo en Inglaterra contra Leon Edwards, a quien en su momento le propinó el inolvidable “tres pedazos y una soda’’ que marcaron su ascenso como un ícono.

Esa capacidad de atraer con la personalidad, de hacer gravitar a la gente a su alrededor con una imagen de tipo impenetrable, salido del filme Caracortada -¿recuerdan su traje a lo Tony Montana en la conferencia de prensa con Nate Díaz- es lo que ha catapultado, junto con sus innegables dotes de peleador, a lo más alto de la UFC sin tener un título reconocido.

Con su personalidad única, Masvidal se convirtió, junto a Conor McGregor, en una de las pocas megaestrellas de la empresa, capaz de vender un millón de pagos por evento, como lo hizo en su pelea contra Díaz y la primera contra el entonces campeón Kamaru Usman.

Pero después de caer ante Burns, el propio Gamebred debe preguntarse si vale la pena continuar, si no como un nombre importante en los rankings, al menos como el que guarda la puerta de los más jóvenes o para peleas de puro dinero y entretenimiento contra, por el ejemplo, el propio McGregor.

Por encima de todo, Masvidal es alguien que logró mucho más de lo que podía imaginar cuando tiró su primer golpe en un patio trasero de Miami.