El futuro de la energía limpia es una batalla para conquistar corazones y mentes

Asistentes observan el Model X de Tesla de Patrick Lawson en la feria del automóvil Rocky Mountain Rebels Car Show en Riverton, Wyoming, el 14 de julio de 2023. (Mason Trinca/The New York Times).
Asistentes observan el Model X de Tesla de Patrick Lawson en la feria del automóvil Rocky Mountain Rebels Car Show en Riverton, Wyoming, el 14 de julio de 2023. (Mason Trinca/The New York Times).

TETON VILLAGE, Wyoming — Como muchas personas que conducen un auto eléctrico por primera vez, Mikey Marohn tenía dudas: ¿podría conducir cientos de kilómetros para visitar a su padre sin parar? ¿Dónde estarían los cargadores? ¿Cómo se encendía?

“Estoy nervioso”, comentó Marohn, un carpintero de 34 años, mientras se acomodaba al volante de un Bolt de Chevrolet cerca del Parque Nacional Grand Teton en Wyoming.

Sin embargo, después de una prueba de manejo con Alicia Cox, directora ejecutiva de Yellowstone-Teton Clean Cities, un grupo sin fines de lucro que promueve el transporte ecológico, Marohn había pasado del escepticismo a la curiosidad.

“Lo consideraría”, mencionó después de que Cox le explicó que podría ahorrar 3000 dólares al año en costos de combustible si remplazaba su Chevy Impala por un Bolt. “Me gustaría ahorrar dinero y ayudar al planeta”.

La energía y el transporte ecológicos han avanzado más rápido de lo que muchos expertos creían posible hace unos años. No obstante, todavía quedan muchos obstáculos, como las iniciativas de los políticos conservadores por prolongar el uso del carbón, el petróleo y el gas y las campañas de los ecologistas y los residentes locales para bloquear nuevas turbinas eólicas, líneas de transmisión y minas.

Será igual de importante convencer a gente como Marohn de que los autos eléctricos, las energías renovables y las estufas y calefactores eléctricos son prácticos, económicos y emocionantes.

Rob Leach, un productor de lácteos que contrató a Jae Landreth para que instalara paneles solares en su granero en Linwood, Kansas, asegura que el costo fue crucial para su decisión. (Mason Trinca/The New York Times).
Rob Leach, un productor de lácteos que contrató a Jae Landreth para que instalara paneles solares en su granero en Linwood, Kansas, asegura que el costo fue crucial para su decisión. (Mason Trinca/The New York Times).

Cox, quien recorre Wyoming ofreciendo viajes gratuitos en el Chevy Bolt, es parte de una iniciativa amplia, y a veces quijotesca, del sector minorista para conquistar corazones y mentes en la lucha contra el cambio climático, una persona a la vez. Las autoridades del gobierno del presidente Joe Biden intentan hacerles ver a los votantes los beneficios económicos de sus políticas energéticas e industriales. Empresas como General Motors, la cual fabrica el Bolt, están gastando miles de millones de dólares en la producción de vehículos eléctricos, los cuales esperan vender en todas partes, incluso en estados conservadores como Wyoming.

En conversaciones con activistas, formuladores de políticas y ejecutivos de empresas, queda claro que el argumento de salvar el planeta no llega muy lejos. La mayoría de la gente no comprará tecnología ecológica a menos que sea claro el ahorro de dinero y le impresionen los diseños o una potencia asombrosa.

Según las encuestas, a muchas personas, en particular a las conservadoras, les enerva la idea de que el gobierno las obligue a comprar autos eléctricos o a deshacerse de sus aparatos de gas natural. Tal vez por eso los promotores de esta tecnología a menudo evitan mencionar el cambio climático. Emulan a los evangelistas que no hablan de Jesús cuando intentan ganarse a los no creyentes.

Un futuro con energías limpias requerirá campañas de persuasión meticulosas y personalizadas. Según una encuesta reciente del Centro de Investigaciones Pew, a casi la mitad de los estadounidenses no les interesa comprar autos eléctricos y poco más de la mitad asegura no haber considerado con seriedad la posibilidad de adquirir paneles solares, bombas de calor o calentadores de agua eléctricos.

“Nunca espero que nadie adopte un vehículo eléctrico a la primera”, afirmó Cox. “Necesitan que alguien los acompañe mientras toman la decisión”.

Vender energía verde

Jae Landreth opera una empresa de instalaciones solares en Baldwin City, Kansas, un pueblo rural al suroeste de Kansas City. Landreth señaló que, aunque cree en el cambio climático, “aprendió por las malas” a no mencionarlo cuando les promociona paneles solares a sus vecinos.

“Así no se vende”, comentó mientras disfrutaba de un café en su casa. “Nadie va a tomar una decisión a menos que le beneficie en un sentido monetario”.

La Ley de Reducción de la Inflación que aprobaron los demócratas el año pasado distribuyó cientos de miles de millones de dólares en incentivos para la fabricación de infraestructura de energía eólica y solar, vehículos eléctricos y otras energías limpias.

Aunque ningún republicano votó a favor de la ley, gran parte del dinero se ha destinado a estados del sur que gobiernan republicanos, donde muchas automotrices, fabricantes de baterías y empresas de energía solar están construyendo fábricas en parte para aprovechar las exenciones fiscales de la ley.

Obtener el crédito por la creación de empleos es un imperativo político para Biden, quien buscará la reelección el año que viene. Esto explica por qué su secretaria de Energía, Jennifer Granholm, pasó parte del mes de julio recorriendo el sureste del país en una caravana de vehículos eléctricos.

Granholm se detuvo en universidades y escuelas primarias, una ferretería y una iglesia bautista. Explicó que la inversión federal en energías limpias está creando miles de empleos, ahorrándoles dinero a los consumidores e incluso protegiendo a la nación del presidente de Rusia Vladimir Putin, quien ha utilizado las exportaciones de combustibles fósiles para ejercer presión.

Un elemento que no está en la lista de razones de Granholm para volverse verde: el cambio climático.

Tras darle un sorbo a un café negro en un Starbucks a las afueras de Memphis, Tennessee, Granholm mencionó que le gustaba enfocarse en cómo las políticas del gobierno de Biden estaban convirtiendo la región en un vibrante centro manufacturero. “Es importante emplear el mensaje que tenga sentido donde esté la gente”.

Empleos y ahorros

En Carolina del Norte y del Sur, Georgia y Tennessee —estados que están dentro del itinerario de Granholm— hay sólidas mayorías que aceptan la realidad del calentamiento global, según una encuesta detallada del Programa de Comunicación del Cambio Climático de la Universidad de Yale. Sin embargo, hay un escepticismo generalizado sobre la responsabilidad de los humanos.

“El clima siempre ha cambiado”, afirmó Sue Burns, de 59 años, en una reunión de entusiastas de los autos Pontiac en Murfreesboro, Tennessee. “La izquierda está fuera de control” al insistir en que quemar combustibles fósiles está causando una crisis planetaria, opinó Burns.

No obstante, Burns conduce un Prius —a años luz de un “muscle car” Pontiac— que funciona con un motor de combustión interna y otro eléctrico. Aseguró que lo compró para no gastar tanto en gasolina.

Entre los residentes que se benefician del impulso económico, tal vez se estén suavizando las actitudes. En las afueras de Dalton, Georgia, Qcells, un fabricante de paneles solares, planea ampliar una planta de manufactura. La fábrica está en el distrito electoral que representa Marjorie Taylor Greene, una republicana que ha llamado a los combustibles fósiles “increíbles” y al cambio climático, una “estafa”.

William Turner, de 49 años, uno de los electores de Greene, comentó que en realidad no se deja “convencer por esas cosas” sobre el calentamiento global. Sin embargo, agregó: “No tengo nada en contra de la energía solar, en especial si crea empleos”.

La verdadera prueba de la opinión pública llegará cuando las fábricas prometidas estén en funcionamiento, señaló Jason Walsh, director ejecutivo de BlueGreen Alliance, una asociación de sindicatos y grupos ambientalistas.

“Los mensajes políticos y los anuncios en la prensa” no convencerán a nadie, opinó Walsh. “Pero un sueldo sí podría”.

Según el Centro de Investigaciones Pew, poco menos de la mitad de los demócratas dicen apoyar la eliminación progresiva de los combustibles fósiles… y tan solo el 12 por ciento de los republicanos dicen lo mismo. Quizá por eso Biden tiende a enfatizar las ventajas económicas de sus políticas.

En julio, Biden viajó a Carolina del Sur, donde se burló de los republicanos que habían votado en contra de los proyectos de ley sobre cambio climático e infraestructura, pero que aun así estaban cosechando sus beneficios. Biden realizó una gira por Flex, una empresa que fabrica cargadores rápidos para autos eléctricos y está en el distrito que representa Joe Wilson, un republicano para quien la Ley de Reducción de la Inflación era “en detrimento de las familias estadounidenses”.

“No recibimos mucha ayuda del equipo contrario, pero eso no nos impidió conseguirlo”, le mencionó Biden a la multitud, para referirse a la legislación.

El gobernador de Carolina del Norte, el demócrata Roy Cooper, comentó en una entrevista que los republicanos estaban intentando bloquear o echar atrás los esfuerzos para promover las camionetas y los autobuses eléctricos, así como la eficiencia energética y el desarrollo de la energía eólica en la costa. Sin embargo, Cooper predijo que se iba a imponer el aspecto económico.

“Aunque algunos de ellos nieguen la ciencia del cambio climático, no pueden negar los puestos de trabajo bien remunerados”, afirmó.

No es ‘Misión Imposible’

En Wyoming, donde se valora el carbón, el petróleo, el gas natural y las camionetas tuneadas, Patrick Lawson está librando una campaña solitaria.

Lawson, un miembro de la tribu arapajó del norte, intenta convencer a las empresas locales de que instalen estaciones de carga. Por la noche, trabaja como conductor de Uber en su Model Y de Tesla y su F-150 Lightning de Ford, no tanto para ganar dinero sino para despertar el interés por los vehículos eléctricos.

Una vez al año, participa en la feria del automóvil Rocky Mountain Rebels Car Show de Riverton, una ciudad que colinda con su reserva. “Tan solo quiero cambiar la percepción de que los autos eléctricos no son tan buenos como los ‘muscle cars’ grandes y ruidosos”, afirmó Lawson.

No es una idea fácil de vender. Durante un “desfile de crucero” el viernes por la noche, Susan Lawson, la madre de Lawson, condujo un Model X de Tesla color rojo con sus distintivas puertas de alas abiertas. Mientras esperaba el inicio del desfile en el estacionamiento de un aserradero, se le acercó una mujer de mediana edad.

“Vaya, es un Tesla, es un auto hermoso”, admitió la mujer, quien tan solo se identificó como Cheryl, “patriota y dueña de un pequeño negocio”.

Sin embargo, luego cambió de tono. “No creo en los autos eléctricos”, opinó. “El gobierno podría apagarlos. El gobierno controla nuestra electricidad”.

Algunos espectadores en la ruta del desfile realizaron comentarios favorables sobre el aspecto del Tesla. No obstante, también hubo críticas directas. “Van camino a Jackson”, mencionó alguien, para referirse a la ciudad turística liberal. “Buena suerte para cruzar el paso montañoso en esa cosa”, gritó otro.

Después de que los Lawson se estacionaron frente al alojamiento local de los Ciervos, un hombre que fingía sostener una metralleta disparó una ráfaga de balas imaginarias contra los vehículos eléctricos.

Ese tipo de reacción no disuade a Patrick Lawson, de 42 años, quien administra la empresa de internet de la tribu junto con su pequeño negocio de recarga automotriz, Wild West EV.

Cuando Lawson consiguió 174.000 dólares para igualar un subsidio federal destinado a instalar estaciones de carga en la alcaldía y el aeropuerto, el Ayuntamiento de Riverton rechazó el dinero. A la única estación de carga pública de la ciudad, ubicada afuera de una tienda de emparedados, la suelen bloquear camionetas, a veces estacionadas a propósito de forma horizontal para imposibilitar la recarga.

Durante una carrera de obstáculos que fue parte del espectáculo automovilístico, otro conductor de Tesla venció a los 40 autos participantes. Los espectadores estaban impresionados, pero seguían escépticos. “No se adapta a las necesidades de todo el mundo”, opinó Kent Wheeler, técnico de un taller de hojalatería y pintura.

Lawson sigue siendo optimista. “Estoy en esto a largo plazo”, afirmó. “No es ‘Misión Imposible’”.

Ford Motor, GM y decenas de otras empresas están invirtiendo cientos de miles de millones de dólares en remodelar fábricas y construir otras nuevas para producir vehículos eléctricos. No quieren fabricar autos que solo compren los demócratas.

Una empresa que se enfrenta al problema de la comercialización es Polaris, una firma de Minnesota que fabrica vehículos todoterreno de cuatro ruedas que usan cazadores y agricultores.

En abril, Polaris empezó a vender un vehículo eléctrico de 25.000 dólares llamado Ranger XP Kinetic. La publicidad apenas menciona el medioambiente y mejor destaca su desempeño.

La estrategia parece haber funcionado. La producción inicial se agotó dos horas después de que Polaris empezó a aceptar pedidos.

“Conocíamos al cliente meta”, mencionó Josh Hermes, vicepresidente de vehículos eléctricos todoterreno de Polaris. “Nos enfocamos mucho en las ventajas del producto”.

Hay señales tentativas de que la oposición conservadora está titubeando.

La legislatura controlada por los republicanos en Alabama, donde Mercedes-Benz fabrica autos eléctricos y Polaris construye el Kinetic, ha destinado 1 millón de dólares al año a una campaña para fomentar que los residentes compren vehículos eléctricos.

“Queremos asegurarnos de aprovechar los empleos y las oportunidades económicas que acompañan a esta nueva generación de vehículos”, declaró en un comunicado Kenneth Boswell, director del Departamento de Asuntos Económicos y Comunitarios de Alabama.

Los legisladores republicanos de Misuri han intentado impedir que Quinton Lucas, el alcalde demócrata de Kansas City, aumente el salario mínimo, vuelva los edificios más eficientes a nivel energético y restrinja la posesión de armas. Pero no han intentado impedir que Kansas City compre autos y camionetas eléctricos, comentó Lucas.

Los inspectores de edificios y los supervisores del Departamento de Bomberos conducen autos eléctricos. En el aeropuerto de la ciudad, tractores eléctricos entregan el equipaje y autobuses eléctricos transportan a los pasajeros. La tecnología le ahorra a la ciudad miles de dólares por vehículo en costos de mantenimiento y combustible.

“Suelen fijarse en todo lo nuevo que hacemos y a menudo intentan evitarlo”, mencionó Lucas para referirse a la legislatura. “Y eso me dice que, en realidad, no veo que esto sea un foco de tensión”.

c.2023 The New York Times Company