‘Fui víctima de explotación’: Revelaciones del libro de memorias de Britney Spears

Admiradores de la estrella del pop Britney Spears se reúnen con recortes y carteles, fuera de la Corte Superior de Los Ángeles el 15 de noviembre de 2021. (Chloe Pang/The New York Times)
Admiradores de la estrella del pop Britney Spears se reúnen con recortes y carteles, fuera de la Corte Superior de Los Ángeles el 15 de noviembre de 2021. (Chloe Pang/The New York Times)

Durante los trece años en los que la vida y la carrera de Britney Spears se rigieron estrictamente por una tutela, llegó un momento en que ya no quiso combatirla, según recuerda la cantante en su libro de memorias, “La mujer que soy”, que sale a la venta el martes.

Su padre, James P. Spears, se había hecho cargo de sus asuntos en 2008, después de que fuera hospitalizada dos veces para someterse a evaluaciones psicológicas involuntarias. A lo largo de los años siguientes, ella se opuso en privado, pero al final ganaron el agotamiento y el miedo a perder acceso a sus dos hijos pequeños, recuerda en el libro.

“Después de que me sujetaran a una camilla”, se lee en el libro de memorias, “supe que podían inmovilizar mi cuerpo cuando quisieran. Así que les seguí la corriente”. Spears añade: “Mi libertad a cambio de siestas con mis hijos: era un trueque que estaba dispuesta a hacer”.

En el muy esperado libro de memorias de 275 páginas, que The New York Times obtuvo de una tienda antes de su publicación autorizada, Spears escribe sobre su carrera como ídolo adolescente, los problemas que la convirtieron en carne de cañón para los tabloides, su tiempo bajo la tutela y su presión para que terminara en2021, cuando recuperó el derecho a tomar sus propias decisiones.

En todo momento, describe la sensación de estar demasiado expuesta a la mirada del público, demasiado escrutada, ya sea por sus padres o por los paparazzi, o incluso por los médicos que, según ella, “me alejaron de mis hijos, mis perros y mi casa”. Pero la historia está, por naturaleza, incompleta, ya que se refiere alegremente al matrimonio de Spears con Hesam Asghari, conocido como Sam, después de la tutela, quien solicitó el divorcio en agosto tras poco más de un año.

A continuación, otros momentos notables del libro.

El ascenso a la fama

Desde que interpretó su primera canción en solitario —el villancico “What Child Is This?”— en la guardería de su madre hasta que hizo una audición con “I Have Nothing” de Whitney Houston en salas llenas de ejecutivos discográficos, Spears narra su rápido ascenso a la fama cuando era niña y adolescente.

Cuando tenía 10 años, recuerda, participó en el programa “Star Search”, donde el presentador, Ed McMahon, le preguntó si tenía novio. Cuando ella contestó que no, porque eran “malos”, McMahon respondió: “¿Y yo? ¡Yo no soy malo!”. Ella “mantuvo la compostura” hasta que abandonó el escenario, escribe Spears, “pero entonces rompí a llorar”.

Tras aparecer en “The Mickey Mouse Club”, Spears decidió que quería llevar una “vida normal” en Kentwood, Luisiana, hasta que Larry Rudolph, un abogado al que su madre conoció en el circuito de audiciones, le sugirió que grabara un demo. A los 15 años consiguió un contrato discográfico y Rudolph se convirtió en su mánager durante mucho tiempo.

Cada vez más fama y atención mediática

Spears pasó rápidamente de ser una adolescente que actuaba en centros comerciales a una princesa del pop de 16 años con un sencillo exitoso: “...Baby One More Time”. Se fue de gira con la banda de chicos ’N Sync y mantuvo un romance con Justin Timberlake.

Escribe que “no pudo evitar darse cuenta” de que los presentadores de los programas de entrevistas hacían a Timberlake preguntas distintas de las que le hacían a ella: “Todos hacían comentarios extraños sobre mis pechos”, dice en el libro, “y querían saber si me había sometido a una cirugía plástica”. La presión no hizo más que crecer a medida que aparecía de manera constante en MTV, y las críticas del público acabaron por llevarla a empezar a tomar Prozac, según recuerda.

La ruptura con Justin Timberlake

Spears considera que su conexión con Timberlake fue magnética y describe su ruptura —que, según ella, él inició a través de un mensaje de texto— como algo que la dejó “devastada” y con la fantasía de abandonar el mundo del espectáculo.

Recuerda su reacción al estreno del video musical de Timberlake “Cry Me a River”, en el que, según ella, “una mujer que se parece a mí lo engaña y él deambula triste bajo la lluvia”. Consideraba que los medios de comunicación la retrataban como una “ramera que había roto el corazón del chico dorado de Estados Unidos”, escribe, cuando en realidad: “Yo estaba comatosa en Luisiana, y él andaba feliz por todo Hollywood”.

Según reveló por primera vez en fragmentos publicados por la revista People a principios de esta semana, Spears relata con detalle la decisión de abortar después de quedar embarazada mientras mantenía una relación con Timberlake. Dice que no vio el embarazo como “una tragedia”, pero que él pensó que eran demasiado jóvenes, lo que la llevó a aceptar “no tener el bebé”.

Después de la ruptura, Spears dice, se sintió obligada por su padre y su equipo de gestión para participar en una entrevista con Diane Sawyer, durante el cual Sawyer la presionó para revelar qué le hizo a Timberlake para causarle “tanto dolor.” (En el libro, Spears confirma un viejo rumor cuando dice que besó al coreógrafo Wade Robson durante su relación con Timberlake, pero sugiere que su comportamiento estaba relacionado con los rumores de infidelidad de Timberlake). Spears recuerda esa entrevista como un “punto de ruptura” para ella.

“Sentí que me habían convertido en víctima de explotación”, escribe, “que me habían tendido una trampa delante de todo el mundo”.

Su relación con las drogas y el alcohol

Spears aborda los años álgidos de su periodo célebre como favorita de los paparazzi y los tabloides, y escribe sobre sus primeras incursiones en las fiestas y la vida nocturna con un sentimiento de incredulidad por la forma en que los medios de comunicación la retrataron.

Sobre la época en que fue fotografiada junto a otras famosas como Paris Hilton y Lindsay Lohan, Spears escribe: “Nunca fue tan salvaje como la prensa lo pintó”, y afirma que no le interesaban las drogas duras y que “nunca tuvo problemas con la bebida”. En cambio, Spears asegura que su “droga preferida” era el medicamento para el TDAH Adderall, que “me drogaba, sí, pero lo que me parecía mucho más atractivo era que me regalaba unas horas para sentirme menos deprimida”.

Spears escribe que durante algunos de sus episodios públicos más conocidos —afeitarse la cabeza y atacar el auto de un paparazzo— estaba “fuera de sí por la tristeza” tras la muerte de su tía y una pelea por la custodia con su exmarido, Kevin Federline. “Con la cabeza rapada, todo el mundo me tenía miedo, incluso mi madre”, escribe. “Desconcertada esas semanas sin mis hijos, me volví loca, una y otra vez. Ni siquiera sabía realmente cómo cuidarme”.

Spears añade: “Estoy dispuesta a admitir que en la agonía de una severa depresión posparto, el abandono de mi marido, la tortura de estar separada de mis dos bebés, la muerte de mi adorada tía Sandra y el tamborileo constante de la presión de los paparazzi, empecé a tener mentalidad de niña, en cierto modo”.

La tutela

A principios de 2008, en medio de sus problemas expuestos al público, el padre de la cantante, conocido como Jamie, fue nombrado tutor de sus finanzas y vida personal por el estado de California, un acuerdo que duró de varias formas hasta 2021. Incluso cuando volvió a trabajar como artista, Spears escribe que cada una de sus acciones era supervisada, incluyendo con quién podía salir o pasar tiempo.

“Sé que me había comportado de forma salvaje, pero nada justificaba que me trataran como si hubiera robado bancos”, escribe Spears en su libro de memorias. “Nada justificaba poner patas arriba toda mi vida”. Asegura que su padre tomó esa decisión junto con el apoyo de su madre y una gestora de negocios, Louise Taylor, conocida como Lou, que ha negado ser artífice de la tutela. (Jamie Spears ha defendido durante mucho tiempo su participación como un esfuerzo para proteger a su hija de la explotación financiera).

“Demasiado enferma para elegir a mi propio novio y, sin embargo, de alguna manera lo suficientemente sana como para aparecer en comedias de situación y programas matinales, así como actuar para miles de personas en una parte diferente del mundo cada semana”, escribe Spears, añadiendo sobre su padre: “A partir de ese momento, empecé a pensar que me veía como alguien puesta en la Tierra solo para contribuir a su flujo de efectivo”. En otra parte, Spears recuerda que su padre le dijo: “Ahora yo soy Britney Spears”.

“Pasé de salir mucho de fiesta a ser toda una monja”, escribe Spears. “Los guardias de seguridad me daban sobres de medicamentos preenvasados y me vigilaban para que me los tomara. Pusieron controles parentales en mi iPhone. Todo estaba escudriñado y controlado. Todo”.

Cualquier contraataque de Spears era mal visto, ignorado o minimizado, escribe: “Incluso mencioné la tutela en un programa de entrevistas en 2016, pero de alguna manera esa parte de la entrevista no salió al aire. Ja. Qué interesante”.

Devolviendo los golpes y el movimiento #FreeBritney

Si bien Spears había ejercido presión de manera intermitente contra la tutela a puerta cerrada en vano, afirma que el fin de la tutela comenzó con algunas peleas con su padre casi a finales de 2018, cuando la hicieron someterse a más evaluaciones de salud mental y luego pasar más de tres meses en rehabilitación.

“Mi padre dijo que, si no iba, entonces tendría que ir a la corte y me avergonzaría”, escribe Spears, y agrega que la amenazó con hacerla quedar como una “idiota”.

Además de que le recetaron litio en el centro de rehabilitación, relata Spears, solo le permitían ver la televisión una hora antes de acostarse a las 9 de la noche. “Me tuvieron encerrada contra mi voluntad durante meses”, escribe. “No podía salir a la calle. No podía conducir. Tenía que dejar que me sacaran sangre cada semana. No podía bañarme en privado. No podía cerrar la puerta de mi habitación”.

Fue allí, en un centro de rehabilitación de Beverly Hills que cuesta 60.000 dólares al mes, donde Spears dice que una enfermera le mostró clips de admiradores que representaban el movimiento viral #FreeBritney, el cual cuestionaba la tutela de la cantante. “Eso fue lo más increíble que había visto en mi vida”, escribe Spears. “No creo que la gente supiera lo mucho que el movimiento #FreeBritney significaba para mí, especialmente al principio”.

Escribe que “parecía que cada día había otro documental sobre mí en otro servicio de suscripción” (incluido uno, “Framing Britney Spears”, de The New York Times). “Ver los documentales sobre mí fue difícil”, escribe. “Entiendo que todos tenían buenas intenciones, pero me dolió que una vieja amiga hablara con los creadores del documental sin consultarme primero”. Y añade: “Hubo muchas conjeturas sobre lo que yo debía pensar o sentir”.

Cuando su padre fue destituido como tutor, poco antes de que se pusiera fin al acuerdo por completo, “sentí que me invadía el alivio”, escribe Spears. “El hombre que me había asustado de niña y me había dominado de adulta, que había hecho más que nadie para minar mi confianza en mí misma, ya no controlaba mi vida”. Cuando la llamó su nuevo abogado, Mathew S. Rosengart, para comunicarle que la tutela había terminado de manera oficial, Spears se encontraba en un complejo turístico en Tahití.

Sin embargo, Spears sigue sintiéndose muy sensible respecto a las consecuencias de la tutela, y escribe sobre el distanciamiento que tiene con gran parte de su familia. “Las migrañas son solo una parte del daño físico y emocional que tengo ahora que estoy fuera de la tutela”, escribe. “No creo que mi familia entienda el daño real que me causaron”.

¿Su regreso a la música?

Aunque algunos dicen que la tutela salvó la vida de Spears, ella escribe: “No, esa no es la verdad. La música era mi vida, y la tutela fue mortal para mi pasión; me destrozó el alma”.

Durante el tiempo que presentó un show en Las Vegas, escribe Spears, no se le permitió actualizar el espectáculo. “Cuando quería interpretar mis canciones favoritas, como ‘Change Your Mind’ o ‘Get Naked’, no me dejaban”, escribe. “Daba la sensación de que querían avergonzarme en lugar de dejarme dar a mis fans la mejor actuación posible”.

Ahora que tiene la oportunidad de volver a crear libremente, escribe la cantante, no se siente motivada para hacerlo, aunque menciona una colaboración única con uno de sus héroes musicales, Elton John, lanzada el año pasado. “Impulsar mi carrera musical no es mi objetivo en este momento”, dice Spears. “Es momento de dejar de ser esa persona deseada por los demás; es hora de encontrarme conmigo misma”.

c.2023 The New York Times Company