La fuerza democratizadora de la tecnología

El Nintendo que lo inició todo.

Crecer con una madre latina deja una huella en cualquiera, así que cuando la de Luis von Ahn le negó a su hijo de 8 años un Nintendo – aunque “todos sus amigos lo tuvieran”- no solo marcó el rumbo profesional de su hijo, sino que encendió una chispa que años después cambiaría la vida de millones de personas alrededor del mundo.

Esta es la historia sobre cómo un “no” se convirtió en un “sí”, y después en un “yes”, “oui”, o “ja”, y en millones de puertas abiertas otras culturas a través de las palabras. Es la historia del fundador de Duolingo, la popular aplicación del búho verde en la cual se pueden aprender más de 40 idiomas de forma gratuita.

Luis Von Ahn nació y creció en la capital de Guatemala: “Éramos solo mi madre y yo”, es como comienza su historia. “Cuando tenía 8 años le pedí un Nintendo porque todos mis amigos tenían uno, pero en lugar de esto me compró una computadora Commodore 64. Yo estaba muy enojado, pero no pude hacer nada más que tratar de aprender a usarla, lo cual fue muy difícil porque no tenía a nadie que me enseñara.”

Al poco tiempo, el pequeño notó que había juegos que podían usarse en la computadora. Al verse limitado por la cantidad de juegos que tenía, comenzó a intercambiarlos con otros niños de su edad, e incluso con personas mayores. Aprendió a evadir el sistema de protección que evitaba copiarlos, y en poco tiempo ya tenía “un pequeño centro de piratería”, cuenta entre risas. Fue ahí donde empezó su interés por la tecnología.

 “La gente adulta me pedia ayuda para aprender a usar sus equipos, y fue cuando pensé “tal vez esto podría ser una buena carrera para mi”. A los 18 años, motivado por este descubrimiento, se mudó a Carolina del Norte para obtener una licenciatura en Ciencias en Duke University.

No soy un robot

Irónicamente, Von Ahn pasó de eludir los filtros básicos de ciberseguridad de sus juegos a crear la tecnología de verificación de identidad más popular del mundo. Si has abierto una cuenta de correo electrónico, si has creado un perfil de Facebook o comprado un boleto en Ticketmaster, seguro te has encontrado con un texto distorsionado, o tal vez te han pedido identificar imágenes que aparecen en recuadros. Incluso puede que solo hayas marcado una casilla con una paloma. Si no eres un robot, seguramente has utilizado CAPTCHA.

La idea, según el empresario, surgió durante sus estudios de doctorado (PhD) en ciencias de la computación en Carnegie Mellon University, Pennsylvania, en el año 2000. El jefe científico de Yahoo, la compañía más grande de internet en aquel tiempo, planteó durante una conferencia los 10 problemas para los que no tenían una respuesta. Uno de ellos era cómo detener a las personas que creaban sistemas para registrar millones de cuentas de correo electrónico gratuitas, que se utilizaban para enviar spam a través de programas automatizados.
Pensé en crear un examen que pudiera diferenciar una computadora de un humano a través de una prueba como la identificación de siglas distorsionadas, algo que la computadora no podía resolver por sí sola. Es algo paradójico que una computadora te pida que verifiques que tú no eres una computadora,” reflexiona. “Se me ocurrió hace 22 años, y desde ese entonces ha sido utilizado por prácticamente todas las personas que han navegado el internet.”

A medida que avanzó la tecnología, el popular mecanismo de verificación también evolucionó. 9 años después de su creación, la compañía que nació para comercializar aquella solución –ReCAPTCHA- fue vendida a Google. La suma de la transacción no fue revelada, pero Von Ahn dice que “fue suficiente para que ni él ni sus hijos tuvieran que trabajar por el resto de sus vidas”. Sin embargo, 30 años era una edad demasiado temprana para la jubilación. Decidió entonces dedicarse de lleno a su verdadera pasión: enseñar.

Cuestionar, entender y aprender

Fue en aquella época universitaria cuando el joven matemático, estudiante de posgrado, tuvo la fortuna de encontrar a su mentor más importante: Manuel Blum, informático venezolano, ganador del premio Turing 1995. Fue un latino, como él, quien le enseñó la que hasta hoy considera la lección más importante de su vida: pensar como un científico: “Esto significa tener curiosidad de cómo funcionan las cosas. En mi vida siempre he tenido curiosidad, por lo que he aprendido mucho. La segunda es entender las cosas a profundidad. Hay veces que uno cree entender algo, pero si no se ha hecho las suficientes preguntas al respecto, realmente no entiende el funcionamiento de lo que pretende comprender. Siempre hay más y más preguntas qué hacer.”

Esta avidez por adquirir conocimientos analíticos lo llevó no solo a ganar la “Beca para Genios” de la Fundación MacArthur a los 27 años, sino también al siguiente nivel en su exitosa carrera como emprendedor. “Como siempre me ha encantado aprender, supe que quería hacer algo relacionado con la educación.” Con su país natal en mente, Von Ahn imaginó una manera de masificar y democratizarla.

“Por primera vez en la historia de la humanidad, estamos en el punto en el que podemos llevar la educación a miles de millones de personas de una manera barata a través de los teléfonos inteligentes.” Gracias a las nuevas tecnologías, pensó, la gente podría aprender algo nuevo sin la necesidad de invertir miles de millones en escuelas alrededor del mundo.

En 2011 nació Duolingo.

El verdadero sentido de “democratizar”

El siguiente paso, entonces, era decidir qué enseñar. “Se me ocurrió enseñar idiomas, sobre todo inglés, porque en la mayoría de los países del mundo simplemente el saber inglés hace que las personas puedan ganar más dinero”. Apasionado por hacer un impacto positivo en el mundo a través de la tecnología, añadió mas lenguajes, y el búho verde pronto estaba enseñando a personas en todos los países a aprender francés, japonés, portugués…

Para Von Ahn fue una mezcla de trabajo duro y suerte lo que llevó a Duolingo al éxito. Según su sitio oficial, en los últimos nueve años Duolingo se ha convertido en la forma más popular de aprender un idioma a nivel mundial y en la aplicación educativa más descargada del mundo. Con 500 millones de usuarios totales y alrededor de 40 millones de usuarios activos mensuales, que representan a todos los países del mundo, la amplitud de su impacto es algo que a él le gusta ilustrar con dos ejemplos de usuarios: la población de refugiados en Europa y Bill Gates.

“Duolingo es utilizado por todo el espectro socioeconómico. Las Naciones Unidas lo utiliza para ayudar a que los refugiados aprendan el idioma del país en el que están viviendo. Por otro lado me enteré que Bill Gates usa Duolingo para aprender francés. Para mí la combinación de esto es increíble, porque por un lado están los refugiados con todas las desventajas y cero dólares, y al mismo tiempo Bill Gates, que tiene más de cien mil millones de dólares, y está usando el mismo sistema. Más dinero no le pudo comprar algo mejor a Bill Gates”, exclama con orgullo.

Ese carácter universal es una fuerza democratizadora que resulta única en el mundo de la tecnología. Von Ahn está consciente de ello, pues cuestiona la creencia de que la educación, por sí misma, trae igualdad a las clases sociales. Para él, lo que termina pasando es que la gente que tiene mucho dinero tiene el privilegio de poder comprar buena educación, asegurando oportunidades imposibles para quienes no tienen acceso a la misma instrucción. Gracias a su visión de equidad social, el pequeño búho verde rompe ese esquema.

Hay que empezar

Como todo buen científico, Luis Von Ahn siempre se pregunta cuál es el siguiente paso. Actualmente, su equipo trabaja en aplicaciones para aprender a leer y escribir, y también para practicar matemáticas. El guatemalteco se ha convertido en una especie de emprendedor serial. ¿Cuál es su secreto? Empezar.

“Lo más difícil de cualquier cosa es empezar. Esto es cierto con todo. Es muy fácil decirlo y no suena como mucho consejo, pero hay que empezar. De ahí sale todo; te vas dando cuenta si la idea es buena o mala, o si tienes que cambiarla de alguna manera. Pero eso no sucede si no empiezas. El emprendimiento te lleva a algo. Simplemente hay que empezar”, reitera.

En términos de las cualidades del emprendedor, en su opinión la más importante es el optimismo. En sus palabras, es muy difícil ser emprendedor y ser pesimista, porque la mayoría de las proyectos parecen no funcionar en algún momento, y es muy fácil darse por vencido. Aunque haya 1% de probabilidad, lo más importante es creer que la idea funcionará.

Y tal vez sea ese 1% el que cambie el mundo.