Frida Kahlo, a través de la mirada de su amiga Lucienne Bloch

París, 8 feb (EFE).- Un beso apasionado entre Frida Kahlo y Diego Rivera es una de las imágenes destacadas de la exposición inédita de 25 instantáneas tomadas por la también pintora Lucienne Bloch durante la estancia de la artista mexicana en Nueva York en 1930.

Estadounidense de origen suizo y asistente de Diego Rivera, Lucienne Bloch se convirtió en amiga de Frida Khalo (1907-1954), con quien colaboró en varias ocasiones en proyectos fotográficos como este, en el que se incluyen imágenes de la mexicana guiñando un ojo, comiendo un helado o sosteniendo a un bebé en sus brazos.

Bloch trabajó con Rivera en los grandes murales que éste realizó en Estados Unidos, algo que le sirvió posteriormente para desarrollar su carrera independiente y como profesora de arte.

La idea de esta exposición surgió hace un año y medio cuando la galerista francesa Julia Gragnon descubrió por casualidad la fotografía "Autorretrato con collar" en una exposición de Nueva York, donde Kahlo aparecía con una mirada "penetrante e intensa" que le cautivó, recuerda en declaraciones a Efe.

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Unos días después, Gragnon volvió a encontrarse con esta foto en una galería neoyorquina, por lo que terminó por adquirir la obra y mostrar en Instagram su compra.

A partir de ahí, fue contactada por la nieta de Bloch, Lucienne Allen, propietaria actual de los negativos.

Ambas decidieron llevar a cabo una exposición en la galería de Gragnon en París donde, con los museos cerrados desde finales de octubre por la pandemia, el pequeño espacio recibe muchos más visitantes de lo habitual.

"Estamos realmente sorprendidos de lo mucho que la gente aprecia este personaje", dice Gragnon, quien añade que hay una "gran fascinación" entre personas de todas las edades por este icono del arte del siglo XX.

Una de las anécdotas de esta exposición es la de una mujer que durante ocho días acudió a la galería a ver la fotografía del beso entre Kahlo y Rivera, ya que le resultaba "realmente hermosa", por lo que finalmente la compró a pesar de su precio (3.000 euros).

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"Es cierto que las fotos son un poco caras, pero si ahorras un poco y pagas a plazos, aún es posible; no es inasequible", reconoce Gragnon.

Sin embargo, ella misma dice que este tipo de ventas son las que prefiere, "porque esa señora, cuando vea la foto en su casa todos los días, sentirá emoción".

"Estas pequeñas cosas son las que ayudan a hacer los días más bonitos", concluye.

(c) Agencia EFE