En su discurso en el G7 frente a Milei, el Papa criticó “las estrategias que buscan debilitar a la política y reemplazarla por la economía”

El papa Francisco y la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, participan en una sesión de trabajo sobre Inteligencia Artificial (IA), Energía y África-Mediterráneo en el complejo Borgo Egnazia durante la Cumbre del G7
El papa Francisco y la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, participan en una sesión de trabajo sobre Inteligencia Artificial (IA), Energía y África-Mediterráneo en el complejo Borgo Egnazia durante la Cumbre del G7 - Créditos: @LUDOVIC MARIN

BARI, Italia.- No hay dudas. El papa Francisco fue la gran estrella de la segunda jornada de la cumbre del G7. El pontífice, el primero en participar presencialmente en este exclusivo foro, tenía diez reuniones bilaterales en agenda, además de ser el principal orador en una sesión especial sobre inteligencia artificial, que compartió con el presidente Javier Mieli. Allí, Jorge Bergoglio mencionó los beneficios, pero también los peligros, de esa tecnología, y también lanzó un contundente mensaje contra los que consideran que “la política hoy es una mala palabra”, a lo que se suman “las estrategias que buscan debilitarla, reemplazarla por la economía o dominarla con alguna ideología”.

“Nunca podré agradecerle tanto”, confesó la anfitriona, la primera ministra italiana Giorgia Meloni, que, sentada a su lado y ante los mandatarios al frente de las siete principales democracias y economías del planeta y muchos otros invitados, al destacar nuevamente que era la primera vez que un pontífice participaba en una sesión de este exclusivo foro.

“Inevitablemente, es un momento histórico”, destacó Meloni, quien, todos coinciden, se anotó otro triunfo con la presencia del pontífice, autoridad moral respetada en todo el mundo. Tanto es así que, al margen de Meloni, diez mandatarios -entre ellos, Joe Biden, Emmanuel Macron, Luiz Inacio Lula da Silva y el otro invitado externo, Volodimir Zelemsky-, aprovecharon de su participación del G7 para tener reuniones bilaterales con él.

Cuando Francisco ingresó a la Sala Arena del exclusivo e hiper blindado complejo de Borgo Egnazia, decorado con añejos olivares, símbolo de la Puglia, para inagurar la sesión extendida a los países invitados, estalló un aplauso. Los participantes lo estaban esperando sentados alrededor de una gran mesa ovalada, en la que se entremezclaban los miembros del G7 y los invitados.

El Papa Francisco habla al lado del presidente francés Emmanuel Macron y la primera ministra italiana, Giorgia Meloni
El Papa Francisco habla al lado del presidente francés Emmanuel Macron y la primera ministra italiana, Giorgia Meloni - Créditos: @Alex Brandon

Cuando el Papa avanzó sentado en su silla de ruedas a saludar a todos, uno por uno, más allá del nuevo y cálido saludo que tuvo con su compatriota, Javier Milei, fue impactante ver la deferencia y amabilidad con la que lo saludaron todos líderes, desde Biden a el canadiense Justin Trudeau -que le dio dos besos- e incluso los de otras religiones, como el primer ministro de la India, Narendra Modi -que también tuvo una bilateral con él-, el rey de Jordania, Abdallah II, o el presidente de los Emiratos Arabes Unidos, Mohammed bin Zayed. Al Papa se lo vio especialmente efusivo con el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Siva, con quien también se reunió a puertas cerradas.

Antes de darle la palabra al invitado ilustre, Meloni destacó que había decidido realizar este G7 en la Puglia porque es un región del sur de Italia que se asoma a dos mares diversos que, desde siempre, fue un puente entre el este y el oeste, y un lugar de diálogo. Y subrayó que con el G7 bajo la presidencia italiana quería enviar un claro mensaje: “No aceptaremos nunca la narrativa del Occidente enfrentado al resto del mundo, porque solo podemos enfrentar los grandes desafíos globales -entre ellos, la inteligencia artificial- si todos cooperamos con respeto y diálogo”.

El Papa Francisco, el presidente argentino Javier Milei y el primer ministro japonés Fumio Kishida participan en una sesión de trabajo sobre Inteligencia Artificial
El Papa Francisco, el presidente argentino Javier Milei y el primer ministro japonés Fumio Kishida participan en una sesión de trabajo sobre Inteligencia Artificial - Créditos: @MANDEL NGAN

Fascinante, pero tremendo

Acto seguido el Papa, evidentemente cómodo entre los grandes del mundo y que al principio advirtió que tenía dos versiones del discurso -una larga y una corta, y que iría por la segunda-, pasó a reflexionar sobre la inteligencia artificial (IA), que definió “un instrumento extremadamente poderoso y fascinante” pero a la vez “tremendo”, que requiere una reflexión a la altura de la situación.

Advirtió que los beneficios y daños que puede hacer la IA dependen de su uso y de los riesgos implícitos en el hecho de que una máquina pueda elegir algo a través de algoritmos. En este marco, pidió la prohibición del uso de armas sofisticadas vinculadas a esta tecnología, llamadas “armas autónomas letales”.

El papa Francisco saluda a Javier Milei en Italia
El papa Francisco saluda a Javier Milei en Italia - Créditos: @Andrew Medichini

“Necesitamos garantizar y proteger un espacio de control significativo del ser humano sobre el proceso de elección utilizado por los programas de inteligencia artificial. Está en juego la misma dignidad humana”, dijo. “Precisamente sobre este tema, permítanme insistir en que, en un drama como el de los conflictos armados, es urgente replantearse el desarrollo y la utilización de dispositivos como las llamadas ‘armas autónomas letales’ para prohibir su uso, empezando desde ya por un compromiso efectivo y concreto para introducir un control humano cada vez mayor y significativo”, agregó. “Ninguna máquina debería elegir jamás poner fin a la vida de un ser humano”, sentenció.

Francisco mostró preocupación, además, por las noticias falsas que pueden ser creadas por la IA, que, subrayó, debe tener una “inspiración ética”. En este marco recordó que en 2020 firmó la Rome Call for AI Ethics, iniciativa que respaldó la moderación ética de los algoritmos y de los programas de inteligencia artificial, que pasó a llamar “algorética”.

El primer ministro británico, Rishi Sunak, da la bienvenida al papa Francisco antes de una sesión de trabajo sobre Inteligencia Artificial (IA), Energía, África-Mediterráneo
El primer ministro británico, Rishi Sunak, da la bienvenida al papa Francisco antes de una sesión de trabajo sobre Inteligencia Artificial (IA), Energía, África-Mediterráneo - Créditos: @Christopher Furlong

Finalmente, indicó que es urgente que haya una “sana política” para que puedan evitarse los riesgos implícitos en la IA. “Ciertamente para muchos la política hoy es una mala palabra, y no se puede ignorar que detrás de este hecho están a menudo los errores, la corrupción, la ineficiencia de algunos políticos. A esto se añaden las estrategias que buscan debilitarla, reemplazarla por la economía o dominarla con alguna ideología. Pero, ¿puede funcionar el mundo sin política? ¿Puede haber un camino eficaz hacia la fraternidad universal y la paz social sin una buena política?”, preguntó.

“Nuestra respuesta a estas últimas preguntas es: ¡no! ¡La política sirve! Quiero reiterar en esta ocasión que ante tantas formas mezquinas e inmediatistas de política [...], la grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo. Al poder político le cuesta mucho asumir este deber en un proyecto de nación y más aún en un proyecto común para la humanidad presente y futura”, agregó, citando su encíclica Fratelli Tutti.

“Mi reflexión sobre los efectos de la inteligencia artificial en el futuro de la humanidad nos lleva así a la consideración de la importancia de la ‘sana política’ para mirar con esperanza y confianza nuestro futuro”, continuó. “Corresponde a cada uno hacer un buen uso de ella, y corresponde a la política crear las condiciones para que ese buen uso sea posible y fructífero”, concluyó, provocando un nuevo aplauso, sentido, en la primera intervención de un Pontífice en un G7.