Los fragmentos de armamento ruso que recaudan donativos para la defensa ucraniana

Leópolis (Ucrania), 31 oct (EFE). - Algunas piezas de armamento ruso destruido ayudan a defender Ucrania contra sus antiguos propietarios gracias a Serguí Naumenko, un joyero que transforma fragmentos de cazas y helicópteros rusos derribados y misiles en objetos para recaudar dinero para el Ejército ucraniano.

"Caza Su-30SM, helicóptero de ataque Ka-52, misil Kalibr", enumera Naumenko mientras muestra a EFE una por una las pequeñas piezas de metal que usa a modo de llavero.

Estas potentes armas que una vez fueron empleadas para sembrar la muerte entre los soldados ucranianos y sus ciudades -incluida Mariúpol, de donde es originario Naumenko- se encuentran ahora en pedazos y son completamente inofensivas, pero no inútiles.

"Los recibo, los corto en fragmentos más pequeños y elaboro con ellos diferentes llaveros y figuras, revistiéndolos de resina de epoxi. Luego se venden online y los ingresos se usan en beneficio de los soldados ucranianos", explica mientras muestra una pieza mayor de un avión de combate derribado en 2022 en Mikoláiv (sur).

Millones de ucranianos donan directamente a unidades específicas del Ejército o a iniciativas relacionadas, y los objetos de recuerdo sirven, en este caso, como incentivo adicional que muestra cómo los donativos se traducen en pérdidas para el Ejército ruso.

Muchas de las obras de Naumenko se venden online en "Nesemos", la iniciativa del periodista Petro Shuklinov para equipar a los soldados con camionetas, cruciales para su movilidad, y que con su recaudación de millón de euros ha permitido adquirir 150 vehículos para el frente.

Aparte, Naumenko también ha recolectado el equivalente a 25.000 euros para la compra de drones.

Algunas de sus piezas han viajado al extranjero, como las que el diputado ucraniano Oleksandr Goncharenko entregó a miembros del congreso estadounidense, elaboradas a partir de helicópteros Ka-52, algo que le hace sentirse "orgulloso".

"Siento que estoy haciendo algo útil contribuyendo al esfuerzo total", explica en su taller de Leópolis (oeste), que llenó con el equipamiento necesario tras huir el año pasado de la ciudad asediada de Mariúpol, a orillas del mar de Azov.

Rememora cómo con su familia asistió allí a un evento proucraniano tan sólo dos días antes del inicio de la invasión. "Casi todo el mundo hablaba ruso. Pero la gente era muy patriótica y se sentía parte de Ucrania", relata.

Poco después de que comenzara el ataque ruso, decidió abandonar la ciudad con sus padres y su pareja de entonces, aunque, acostumbrados a años de hostilidades de baja intensidad cerca del frente del Donbás, contaban con regresar pronto.

"Sabíamos que Putin era un 'juylo' (un término que puede traducirse como canalla, desgraciado). Pero nadie esperaba que los rusos hicieran lo que hicieron y destruyeran gran parte de la ciudad. Sólo me llevé mi mochila y dejé atrás todo mi instrumental", recuerda.

Durante años Naumenko se había dedicado a la joyería, amasando miles de seguidores en redes sociales que, al igual que Shuklinov, le ayudaron a empezar de cero otra vez en una ciudad nueva.

Aunque ha vuelto a recibir pedidos individuales, la mayoría están relacionados con la guerra.

"Un soldado encargó un colgante para su mujer, con un trozo de metralla en forma de corazón que fue detenido por el peto de su coraza", explica Naumenko.

Otra pieza incluía trozos de un cable telefónico dañado por la artillería rusa cerca de Jersón y fue encargado por la compañía cuyos empleados finalmente lo repararon.

El joyero no está seguro de si volvería a Mariúpol, ya que el hogar es "donde está la familia", pero espera ver su ciudad liberada y recuperar sus herramientas y otras posesiones que dejó atrás.

Varios de sus amigos cercanos luchan en el Ejército y está contento de poder ayudarles.

"Espero que Mariúpol y el resto de territorios ocupados sean liberados otra vez. Pero no es posible decir cuál será el precio. Tenemos que trabajar más, donar más y comprar más drones y coches para nuestro ejército", subraya.

Rostyslav Averchuk

(c) Agencia EFE