(FOTOS) La invasión de algas malolientes y tóxicas que amenaza las aguas de EEUU

MONROE, Michigan, EE.UU. (AP) — Durante un concurso de pesca de róbalo hace dos años, Todd Steele esperaba pillar algo en su lancha, sin saber que estaba siendo envenenado.

Una capa gruesa y verdosa cubría el lago Erie. Y Steele, un pescador semiprofesional, empezó a sentirse mal.

Cuando manejaba de regreso a su casa en Port Huron, en Michigan, se sintió mareado y con náuseas. A la mañana siguiente no podía levantarse y tenía un sarpullido en todo el cuerpo y fiebre. Análisis que se hizo en un hospital indicaron que había sido afectado por un alga tóxica, una creciente amenaza en las vías acuáticas de Estados Unidos.

“Atacó mi sistema inmunológico y me impidió sudar”, dijo Steele. “Si no hubiera sido una persona saludable de 51 años y hubiera tenido algún problema de salud, pudo haberme matado”.

Steele se repuso. Pero el lago Erie no. Ni ninguna otra vía acuática llena de algas que causan enfermedades, matan animales y afectan la economía. El fenómeno ya es mucho más que una molestia ocasional: constituye un peligro grave, que se expande y desborda los esfuerzos del gobierno por combatir la principal causante de estas algas, los fertilizantes usados en los cultivos que terminan contaminando las aguas.

Pequeñas masas amorfas malolientes, a veces tóxicas, invaden las aguas desde los Grandes Lagos hasta Chesapeake Bay, desde el río Snake en Idaho hasta los lagos Finger de Nueva York y el Central Valley de California.

El año pasado tuvieron que cerrar algunas playas de la Florida tras la llegada de algas procedentes del lago Okeechobee. Más de 100 personas se enfermaron después de nadar en el lago de agua fresca más grande de Utah. Ganado y animales domésticos mueren tras beber agua con algas. Se han multiplicado por 30 las “zonas muertas” donde escasea el oxígeno debido a la descomposición de las algas desde 1960, causando la muerte de cantidades de peces.

Las algas son vitales para la cadena alimenticia, pero estas diminutos plantas y bacterias a veces se multiplican demasiado rápido, fuera de control. En la última década han aparecido en todos los estados y es previsible que esa tendencia se acentúe con el calentamiento global.

“Es una amenaza importante y no estamos haciendo lo suficiente para combatirla”, sostuvo Don Scavia, científico de la Universidad de Michigan especializado en el medio ambiente.

Muchas concentraciones grandes son producto de la llegada de fertilizantes a aguas templadas, según los científicos.

El gobierno ha invertido miles de millones de dólares en el problema. Pero una investigación de la Associated Press indica que no ha habido muchos resultados.

—Los niveles de nutrientes de las algas, como nitrógeno y fósforo, van en aumento en muchos lagos y arroyos.

—Muy pocas granjas participan en programas federales que promueven prácticas para reducir la cantidad de fertilizantes que se mezclan con el agua. Y a veces los agricultores quieren sumarse a los programas pero no hay dinero.

—A pesar de que se lleva años investigando el fenómeno, no está claro hasta qué punto funcionan las mediciones.

En lugar de ordenarles a los agricultores que no esparzan tantos nutrientes, los reguladores generalmente buscan una cooperación voluntaria y ofrecen iniciativas a menudo costeadas por los contribuyentes.

El Servicio de Conservación de Recursos Naturales dice que ha invertido más de 29.000 millones de dólares en programas voluntarios desde el 2009.

Jimmy Bramblett, subdirector de esos programas, dijo a la AP que esos esfuerzos han producido “grandes” resultados, pero que solo el 6% de las aproximadamente 2.000.000 de granjas que hay en el país participan en ellos.

Muchos expertos coinciden en que la única forma frenar el brote de algas es contener el flujo de fertilizantes.

“Por décadas hemos apelado a la participación voluntaria” en los esfuerzos para combatir las algas, dijo Jon Devine, abogado del Consejo de Defensa de Recursos Naturales. “Obviamente este sistema no funciona”.

Los agricultores dicen que pueden conseguir mejores resultados por su cuenta que siguiendo los lineamientos del gobierno.

“Ya hay demasiadas normas”, se quejó John Weiser, que tiene una granja lechera con 5.000 vacas en Wisconsin.

La Agencia de Protección del Medio Ambienta dice que las sustancias contaminantes asociadas con la agricultura y de otras fuentes, como los patios de las casas, son la principal fuente de contaminación de las vías acuáticas. Pero unas lagunas legales impiden regular el manejo de las sustancias contaminantes de las granjas que van a parar al agua.

Al no haber castigos por contaminar las aguas, los agricultores usan todo el fertilizante que sientan que es necesario para conseguir las mejores cosechas, según Mark Clark, ecólogo de la Universidad de la Florida. “No hay nada que diga, ‘por cada libra excesiva que use, debe pagar tanto’”, manifestó.

Algunos estados tienen ciertas normas, pero en general las autoridades tratan de no meterse con el poderoso sector agrícola.

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Angeliki Kastanis informó desde Los Ángeles.