FOTOS | Así quedó la Casa Blanca después de las renovaciones

Después de la remodelación que incluyó una modernización del sistema de calefacción y aire acondicionado, la Casa Blanca está lista para mostrar su “nuevo rostro”.

Los cambios, que para muchos pueden parecer sutiles, se aprecian desde el momento en que uno se acerca a la residencia del presidente de EEUU.

Las escaleras del Pórtico Sur fueron pintadas, y la cafetería de la planta baja, el sistema informático, el Jardín de las Rosas y el Ala Oeste de la Casa Blanca -testigo de las tramas, las intrigas, los pulsos por el poder y las grandes decisiones que marcan la historia del país- también se beneficiaron con las reparaciones que el equipo de Trump consideraba necesarias.

En el Despacho Oval se puso papel de pared nuevo, y en la habitación Roosevelt cambiaron la alfombra beige de la era de Obama por una con un diseño más detallado. Por lo demás, todo sigue igual.

Reconstruida tras ser quedada por los ingleses durante la guerra de 1812, la Casa Blanca se ha sometido a muchas renovaciones. La principal tuvo lugar en los años 1940 bajo la presidencia de Harry Truman (1945-1953).

Hasta principios del siglo XX, el mandatario trabajaba en el segundo piso, donde vivía con su familia. Pero en 1902, Theodore Rooselvelt (1901-1909) decidió construir el Ala Oeste.

Esta obra “hizo realmente que la Casa Blanca sea lo que es hoy”, cuenta a la AFP Evan Phifer, investigador en la White House Historial Association. “Roosevelt creó un ala, que ha sido expandida a lo largo de los años”, señala.

“En 1909, William H. Taft (1909-1913) creó el primer Despacho Oval, pero no fue hasta 1934 cuando Franklin D. Roosevelt (1933-1945) renovó y expandió el Ala Oeste hasta donde se encuentra actualmente, dando a lo que es hoy el Jardín de las Rosas”, precisa.

La última gran renovación se remonta al gobierno de Richard Nixon (1969-1974), que decidió construir la sala de prensa –conocida en inglés como “briefing room”–, con 49 asientos para los principales medios de comunicación acreditados, encima de la piscina hecha en 1933 para Roosevelt.

La estructura de la piscina, a la que se puede acceder por una pequeña escalera, sigue intacta, pero está llena de cables. Los azulejos originales exhiben ahora las firmas de periodistas y empleados que han pasado por la Casa Blanca.

Las obras de este año no tienen nada de especial, aunque adoptaron otra dimensión cuando la revista Golf afirmó que Trump considera el edificio público más famoso de Estados Unidos “un verdadero cuchitril”.

El magnate inmobiliario, acostumbrado a la opulenta decoración de sus hoteles, negó categóricamente haber dicho nunca tal cosa y zanjó la polémica con un rotundo “Amo la Casa Blanca”. Cuando vuelva a instalarse en ella en diez días, olerá a pintura fresca.

Con información de AFP.