Fiebre de selfies tras el tsunami en Indonesia: "la destrucción recibe más Me gusta"

Un campo aún lleno de escombros y agua por el reciente tsunami que golpeó al Estrecho de Sonda, provincia de Bante, Indonesia, se ha convertido en un inusual y viral escenario para selfies.

Cortesía de Susi Air/vía REUTERS
Cortesía de Susi Air/vía REUTERS

Aunque el panorama después de la catástrofe resulta sobrecogedor, la tragedia atrae a muchos que viajan durante varias horas hasta la zona devastada para tomarse fotos que comparten en sus redes sociales, de acuerdo con una nota del diario inglés The Guardian.

El sitio del tsunami, causado por el desplazamiento de tierras en el cercano volcán Anak Krakatoa, está totalmente devastado. Se calcula que perdieron la vida casi 500 personas.

Vehículos, equipos agrícolas, estructuras de aluminio y hasta posibles restos de personas bajo el agua arrastradas hasta el lugar son el trasfondo de las fotos de quienes llegan y posan hasta con el signo de paz en sus manos.

A Solihat, una mujer de unos 40 años junto con otras tres amigas, solo le bastaron dos horas para llegar allí desde la ciudad de Cilegon. Trajeron donaciones para los damnificados, pero antes de marcharse se tomaron la “obligada” foto, en pose turística, para documentar la visita al lugar del desastre.

“La foto está en Facebook como prueba de que realmente estuvimos ahí y hemos llevado ayuda”, dijo Solihat, quien pertenece al grupo islámico de mujeres de Cilegon, al reportero del diario The Guardian.

La imagen colorida de las cuatro mujeres en el cementerio en que se ha convirtió esa playa forma parte de las muchas que hasta ahora se han hecho otros allí luego de un largo viaje por carreteras llenas de escombros y con evidentes signos de tragedia.

Solihat argumenta a su favor que “cuando la gente ve fotos de destrucción, se da cuenta de que está en un lugar mejor. Las fotos de la destrucción reciben más ‘Me gusta’. Tal vez sea porque le recuerda a la gente estar agradecida”.

Para ella sí tienen profundidad sus fotos, aunque a muchos les pudiera parecer poco sensible o inadecuado la elección del escenario de fondo para sus selfies.

Para los habitantes del lugar, que aún buscan a sus desaparecidos y rescatan lo que pueden, el furor de los visitantes por las selfies resulta decepcionante e incómodo.

A Bahrudin, de unos 40 años y jefe del sindicato local de agricultores, la avalancha de turistas le parece inoportuna. Sobre todo, por el gran trabajo que aún falta por hacer.

Todavía lo que quedó de su automóvil está bajo el agua, como gran parte de las maquinarias que empleaban en el campo. También suponen que por allí podrían estar los restos de unas 154 personas desaparecidas desde el sábado pasado.

En ese mismo lugar, donde los visitantes se toman las selfies que luego comparten en Facebook, Twitter o Instagram, no pocos cadáveres han sido hallados y hasta lavados sobre la carretera para ser reconocidos. Una tarea muy sombría que está pasando por alto para quienes buscan un mejor ángulo fotográfico.

Pero Solihat no cree que sea inapropiado tomarse una foto cerca de un espejo de agua que podría esconder víctimas del desastre. Ella aduce que “depende de su intención. Si tomas selfies para presumir, entonces no lo hagas. Pero si lo haces para compartir el dolor con otras personas, está bien”.

De acuerdo con la observación del reportero del diario inglés, no muchos de los que se están haciendo una selfie allí dan muestras de que estaban intentando compartir el dolor.

Observó cómo una mujer, vestida en ropa de camuflaje estilo militar, caminó durante media hora por el campo devastado, con el agua a la rodilla, para tomarse una foto junto a un auto hecho chatarra por la fuerza de las olas del tsunami.

En Twitter han expresado igual inconformidad con esta práctica. “La selfie como prueba contundente de la estupidez humana”, escribió alguien. “El infierno está sucediendo en la mente de nuestra gente, de verdad”, escribió otra. “No puedo creer lo que leí. Me siento enfermo”, dice otro comentario.

Una de las visitantes en la zona de Sunda, Valentina Anastasia de 18 años, confesó que viajó en su automóvil desde Yakarta durante tres horas hasta Banten por un desvío para “ver la destrucción y las personas afectadas”. Al final del recorrido tampoco faltaron sus selfies en el sobrecogedor escenario.

“Llevo muchas”, aseguró y de inmediato comenzó a compartirlas en sus redes sociales. Su paisaje después del tsunami va por más “Me gusta”.