El fenómeno Ozuna: la voz récord del reggaetón

Siete meses después del inicio de la pandemia, Ozuna está por salir de su casa, en Miami, a un partido de básquet con amigos. Ya se lo ve en clima, con camiseta de los Lakers, zapatillas para la faena y vincha azul para controlar los dreadlocks, además del reloj, que parece más costoso que su mansión. No hay encierro al sur de la Florida, donde la emergencia sanitaria ha sido manejada con ciertas libertades y autocontrol ciudadano.

No la tiene fácil, Ozuna. Pero no hablamos del partido sino de la reñida competencia actual de la llamada música urbana, con cientos de artistas yendo hacia el mismo sitio, en un género donde ya parece haberse escuchado todo. Pero luego de cuatro álbumes, docenas de éxitos, cuatro años en el tope de los listados y de ser el artista latino más escuchado en YouTube, el puertorriqueño ha desarrollado y probado un esquema de trabajo experimental para sostenerse como el hitmaker más importante de la música en español. "Tienes que ser versátil. No es cuestión de andar publicando todo de una. En mi caso, grabo de momento un rap, para estar concentrado a fondo y que los versos salgan como debe ser", ofrece como primera aproximación a su método.

"Si cantara en inglés, estaría en la tapa de todas las revistas en Estados Unidos", teorizó sobre Ozuna el crítico Elias Leight en agosto de 2018 en la edición norteamericana de Rolling Stone. "Ozuna podría ser el artista joven más importante del pop en español -continuaba la reseña con cuatro estrellas de Aura, su segundo disco-. Su voz es fina, pero afilada, precisa y difícil de imitar. Y lo más importante: es adaptable. En tiempos en que la ubicuidad es esencial, Ozuna se siente en casa en cualquier lado: reggaetón, cumbia, trap, bachata, dancehall, salsa y como se llame eso que hace Post Malone".

De algún modo, Ozuna ha trazado el camino para otros artistas con ambición de discoteca. "A veces grabo muchas cosas que nunca salen. Es una práctica, como un músculo. Es más o menos lo mismo", dice. Simpleza de las pistas, letras románticas, voz potente y capacidad melódica, sin abusar del AutoTune como sistema de afinación. La fórmula hasta ahora no le funcionó mal: su nombre está registrado en varias de las canciones más exitosas de la historia del reggaetón al colaborar con sus mayores exponentes, como Daddy Yankee, Bad Bunny, Cardi B y J Balvin, además de los productores de mayor talla en la industria.

Noviembre de 2019. Recibo un mensaje del manager de Ozuna, una invitación para asistir a los ensayos previos a su presentación en los premios Grammy. Pero estoy a 8.000 millas y dieciocho horas en avión, tres escalas y dos continentes lejos de América. Camino por las calles de Shanghái, China, con mi compañera de viaje, una reconocida editora de moda de habla hispana. "Quiero perreo intenso", me dice antes de entrar a un club local, alternativo y de moda. Perdido en el exotismo de esta ciudad, no pongo tanta atención a su comentario, aunque capto cierto sarcasmo.

El lugar es una terraza con una de las mejores vistas del mundo en medio de varias disyuntivas culturales. Por un lado, está la China tradicional, comunista y conservadora; por el otro, una de las urbes más modernas y cosmopolitas del planeta.

Minutos después, el DJ descarga un setlist latino, con clásicos de salsa y, bombazo tras bombazo, de reggaetón: "Mi gente", "Escápate conmigo", "Criminal", "Despacito", "Calma", "Vaina loca". Por un momento me transporto a varios de los mejores lugares de música latina, como La Descarga, en Los Ángeles, o Bazurto Social Club, en Cartagena. Y entiendo rápidamente la relevancia de la música latina en la noche de todo el mundo, más allá de las críticas que el género acapara precisamente en varios de los países de habla hispana por ser "solo música para bailar".

Como si disfrutar del baile nos llenara de complejos que impiden medir la importancia de algunos artistas. Dudo mucho de que Tego Calderón en los noventa se sintiera avergonzado porque su música fuera número uno en los clubes, o de que a Daddy Yankee, cuando puso al mundo entero a bailar con su "Gasolina", lo abrumaran los comentarios críticos.

Cuando escuchas música en español estando tan lejos y rodeado de culturas tan diferentes, se siente una nostalgia y un orgullo inminentes. "Quiero repetir", colaboración entre Ozuna y J Balvin, sonaba en el momento más álgido de la noche en el club menos esperado y más alejado de Latinoamérica. Segundos después, teníamos un grupo de desconocidos alrededor, bailando con nosotros. De ahí en adelante, por dos horas más, toda la música fue en español y, en su mayoría, reggaetón. Con una voz recurrente: la de Ozuna.

Juan Carlos Ozuna Rosado, mejor conocido como Ozuna, tiene 28 años y está casado con Taina Meléndez, su pareja prácticamente desde el inicio de su carrera pública. Tienen dos hijos, Sofía, de seis, y Juan Andrés, de cuatro, y viven entre San Juan y Miami. Hoy, el músico es otra víctima de la crisis ocasionada por la pandemia en la industria de la música. "No, brother, esto está muy difícil. Y supongo que es igual para todo el mundo. Yo estoy sin hacer shows y tú sabes que uno está acostumbrado a estar rodando", me dice con su acento boricua al otro lado del teléfono. Secretamente, está trabajando en lo que será su nuevo álbum. Un álbum de reggaetón clásico.

Ozuna nació en San Juan y creció entre dos culturas del Caribe. Su madre puertorriqueña y su padre dominicano, un bailarín que acompañó en escena al pionero rapero Vico C y que murió cuando Ozuna tenía tres años. Gracias a su abuela paterna, que asumió su crianza, permaneció alejado del entorno peligroso de las calles y las pandillas de Puerto Rico. Sus intereses se mantuvieron enfocados alrededor del colegio y el trabajo. "Mi abuela siempre me enseñó a trabajar. A entender que hay que trabajar mucho porque nadie más lo va a hacer por uno, entonces siempre me concentré en eso. Ese fue el entorno en el que crecí: trabajo y familia".

Juan Carlos se conectó con la música desde muy joven y empezó en grupos de chicos de algún modo aspirantes a Backstreet Boys: "Todos eran blanquitos y yo era el único negrito del corillo. Entonces siempre era como el negrito de la banda". De alguna manera esto le dio a entender que estaba en el lugar equivocado y que probablemente debía emprender su propio proyecto.

Entonces se produjo una curiosa conexión argentina. En un concurso de canto le pidieron interpretar "Color esperanza", de Coti Sorokin, popularizado por Diego Torres. "En ese momento, ahí, fue que ¡pam! Hice clic con lo que eran las melodías, los tonos. Recuerdo mucho que en ese instante aprendí lo que era el canto, porque yo realmente no sabía nada de eso. Ahí me conecté y empezó todo mi desarrollo como artista. Esa canción fue muy importante para mí".

A los once años, Ozuna ya escuchaba a fondo Baby Rasta y Gringo, Daddy Yankee, Héctor El Father y Tito El Bambino. Eran los comienzos también de Wisin y Yandel y Don Omar, así que le tocó escuchar a todos los vocalistas más tradicionales del género urbano en Puerto Rico. "Mis abuelos me regalaron un Walkman y yo era loco con mi casete de Baby Rasta y Gringo. Hasta que me lo robaron. Eso fue muy frustrante porque, por esos días, todo en mi vida era full reggaetón", recuerda con cierta nostalgia y entre risas.

Los artistas de reggaetón de Puerto Rico, especialmente los que iniciaron su carrera en la década de los noventa, suelen tener un vínculo sólido con el rap y con lo que representa la cultura de la calle volcada al lenguaje musical. El rap y el reggaetón se integraron como respuesta de contracultura en diferentes escenarios de segregación y olvido del Estado. "Claro, yo también crecí en ese ambiente, pero eso fue lo que me gustó de Wisin y Yandel, que, si bien también eran calle, iniciaron un camino para el reggaetón romántico".

Ese podría ser uno de los puntos de inflexión más importantes del género. El rap en Latinoamérica, a diferencia del mercado anglo, ha sido estigmatizado y relegado a la categoría de cultura explícitamente de la calle. Pero, a finales de los noventa, el reggaetón, con sus raíces rap y caribeñas, fue la veta que encontró la industria para popularizar un producto latino que podría funcionar en cualquier parte del mundo. Un producto que se bailara en las discotecas, pero que también pudiera atraer a las audiencias más jóvenes. Al igual que la salsa en los años setenta en Nueva York, el género se desarrolló desde la calle hacia la discoteca y penetró la cultura popular, trasgrediendo las barreras del lenguaje.

La música latina ganó un espacio trascendente en la cultura popular global y compite con los grandes artistas de la música urbana y del rap en inglés. En términos industriales, el reggaetón es el género en español que más lejos ha llegado, con sus diferentes matices, desde el sonido alternativo de canciones como "Pa' que retozen" (de Tego Calderón), hasta el pop de "Caramelo" (del propio Ozuna). En ese contexto, Ozuna representa la nueva generación del género, un poco heredero del filo romántico de Yandel y Zion.

Por varios años estuve convencido de que el éxito del reggaetón tenía mucho que ver con las periódicas olas de hits latinos que suele traer cada nueva década. Pero esa noche en Shanghái entendí la verdadera potencia del género que puso a bailar al mundo sin ser solo un fenómeno de temporada.

En la primera semana de febrero, Ozuna está listo para estrenar su nuevo video, 100 preguntas, una bella canción que le dedica a Puerto Rico, donde muestra la potencia de su voz y una apuesta diferente en su catálogo. "No me siento bien, bebé, si no es contigo", canta cuando la pandemia apenas llega a las Américas y su equipo continúa confirmando los detalles de una gira por Estados Unidos. Volvemos a hablar por teléfono y se lo escucha tranquilo, maduro y transmite que valora la relevancia de esta entrevista. Se toma su tiempo para responder cada pregunta, sin contradicciones, buscando las palabras precisas. Su tono es cálido y seguro. No tiene complejos y está convencido, más allá de las etiquetas y el bling bling, de que el reggaetón es una potencia y que lo navega perfectamente entre el dembow y el dancehall. El año pasado se anotó tres récords Guinness por ser el artista latino que ha permanecido durante más tiempo arriba en los rankings oficiales y otro más por ser en 2019 el artista con videos más vistos en YouTube.

Por muchos años el reggaetón fue estigmatizado, con justa razón, por su fuerte carga misógina. En los últimos tiempos, sin embargo, un sector del feminismo latinoamericano parece haberle dado cierta vuelta a la situación y se lo ha apropiado de una manera particular. Ozuna, apartándose conscientemente de cualquier discusión de género, desde sus inicios fue respetuoso de la figura femenina en su música y prefirió enfocarse en el romanticismo lírico y melódico. "Sabes, yo no estoy de acuerdo con eso de ensuciar o hablar mal de la mujer. Al contrario, en los temas más exitosos que yo he tenido, la mujer es el centro de mi inspiración", dice.

¿En algún momento consideraste que el género urbano tenía un carácter misógino?

Pues no, porque mi música está limpia de eso. Y no tengas en cuenta ciertas cosas que he dicho en algunas canciones porque fue más un tema de palabreo dirigido a personas adultas. La verdad, yo considero que hoy en día no existe espacio para ofender a las mujeres en la música en general. Son otros tiempos. Quizás lo veo en otras canciones, que no son mías, pero yo me cuido mucho en eso. Yo me mantengo cuidando mi esquina. Yo soy yo. Yo sé que el género urbano es gigante y ves de todo, pero yo estoy cuidando lo mío. Yo, por lo menos, no ofendo a las mujeres, no les falto el respeto de ninguna manera en las letras. Hay algunas cosas jocosas, picantes, que a todos nos gustan, pero en cuestión de ensuciar la imagen de una mujer, en mi disquera no se admite eso. No hacemos ese tipo de canciones.

El boricua, que afrontó la pandemia, como muchos otros artistas, desde un ángulo creativo, se enfrentó también a sus propios temores para desarrollar canciones en otro nivel creativo, un paso más allá de sus propios récords. "Poco a poco fui aprendiendo y estoy en mi mejor momento. Hemos aprendido, hemos experimentado. Ya estoy yendo directo a lo que realmente quiero hacer", afirma. "Este álbum fue más sencillo para mí porque ha sido cuestión de aplicar todo lo que sé. Fue identificar los errores que cometimos en los discos anteriores, y no volver a caer en lo mismo".

ENOC es un álbum que rescata el estilo clásico del reggaetón, con melodías de piano, arreglos de guitarra y múltiples colaboraciones que también trascienden la barrera del idioma, como es el caso en "Del mar", una canción de playa en donde colabora con la australiana Sia y la californiana Doja Cat. Ozuna navega en ritmos de todo el Caribe: dembow, dancehall, soca, reggaetón, trap y hip-hop.

El tiempo de sobra que dejó la pandemia en la agenda de Ozuna le dio el espacio para sentarse a pensar qué quería hacer realmente. "Cuando llamé a Doja Cat y a Sia, todo fue realmente rápido. Igual que cuando llamé a Daddy Yankee, todo eso tomó no más de 24 horas". El álbum se grabó en La Base, el Estudio de Wisin en Cayey. "Siento que fue algo bien orgánico, algo que Dios quería que pasara así".

"Enemigos ocultos" es un gangsta rap de casi ocho minutos con la participación de Arcángel y Wisin, entre otros, y que evoca inmediatamente a tracks clásicos de Wu-Tang Clan o de La Coka Nostra. Es una declaración de principios de lo que son los artistas puertorriqueños sin aire para artistas que no estén a la altura en el verso. "¡Los he tirado en todos los round! Tú no eres ningún maleante de nada, ¡todo lo que eres es un boy scout!", dice Wisin en una de las intervenciones más pendencieras de los últimos tiempos. "Yo me compré un avión porque quería volar", descarga Ozuna con todas las municiones de una metralleta en verso boricua.

"No se da cuenta" es un dembow en el que Daddy Yankee lidera el coro melódico listo para la discoteca. "Un Get", en cambio, tiene una atmósfera de soca lenta en el verano caribeño y "El reggaetón", con su nombre por demás explícito, es un tema clásico que recuerda la escena de los noventa, con una caja seca y bombo sin adornos. Mientras tanto, "El oso del dinero" es un trap con un toque más estadounidense. "Se juntaron todos para hacerme frenar", dice Ozuna en su faceta más rapera de todo el álbum. Palabras no le faltan para una serie de versos concisos y beligerantes.

En "Duele querer" el piano retoma la balada romántica. "Él le dio melodía al trap en español desde que empezó con 'La ocasión', le dio un color único. Su timbre de voz y los temas románticos, que conectan mucho con el público, hicieron la diferencia. Además, es un gran artista en vivo, que trasmite y demuestra que disfruta lo que hace. La tiene clara", afirma J Balvin en un mensaje de WhatsApp cuando le pregunto por el aporte de su colega boricua.

¿Tenías plena claridad de lo que querías hacer con tu carrera cuando empezaste a componer?

No sé si estaba tan claro. Es difícil tener claridad cuando eres tan joven. Pero lo que sí puedo concluir es que las cosas llegan cuando uno menos las espera. No me puse en el plan de ser músico a toda costa. Inicialmente lo tomé como un hobby, si bien nunca podría dejarlo, porque amaba la música. Lo cierto es que yo tenía también que trabajar. Había que meter mano. Yo tengo hijos y una familia. Desde chamaquito he escrito canciones, poemas y también porquerías. Pero realmente cuando me interesó la música, el ser artista o crear algo dentro de la industria, al mismo tiempo tenía que trabajar y sacar adelante la familia. Uno no puede vivir solo del sueño. Uno tiene que moverse al momento y trabajar.

Cuando salía del trabajo me iba directo a mi estudio a darle a la música. Pero no puedo asegurar que esperaba todo esto. Nunca tuve esa clase de pensamientos, como "quiero ser el más grande"; te miento si te dijera eso, porque fue todo un proceso. Con mucho esfuerzo y frustraciones en la mitad. Es todo lo que uno va aprendiendo en el camino, cada paso que uno va dando, aplicando lo aprendido en lo que te gusta de la música y del negocio. Así que fue poco a poco, no es como la gente lo cree, que todo es de un momento a otro. Claro, ¿quién no sueña con ser un gran artista? Pero no fue solo eso, y si lo fuera, te estaría mintiendo.

¿Cuál crees que fue el momento determinante para la globalización del reggaetón?

¡Uff, me vas a meter en problemas! Para mí se tornó global cuando salimos nosotros, los de la nueva generación: Bad Bunny, Anuel, J Balvin, y yo. Claro, Daddy Yankee sembró las bases y dejó el ambiente listo, pero cuando salimos estas nuevas generaciones hicimos que se regara por todo el mundo. Antes de 2010, se viajaba a Latinoamérica y a otras partes, pero no como ahora. Hoy vamos a Europa y hacemos festivales y shows masivos. Antes, para tú poder hacer un show masivo era algo muy difícil. Sí, acaso, Romeo. Pero no el reggaetón. Daddy Yankee hacía conciertos, claro, pero no eran tan masivos. Por ejemplo, a un concierto de reggaetón hoy en Argentina o en Italia, van 50.000 personas. Antes tú hacías un show de Yankee con Wisin y Yandel, y dudo que fuera así de grande.

"Despacito" fue un tema que llevó esto a todo del mundo, aunque antes también lo había hecho Yankee con "Gasolina". Claro, hoy la música llega más rápido a todos lados. Saco un tema hoy y, ¡pum!, ya en Egipto o en Israel lo están escuchando. Creo que no es lo mismo, ni se puede comparar, pero estoy seguro de que el reggaetón se globalizó mucho más ahora. Y también hay que tener en cuenta que hubo muchas puertas cerradas que Daddy Yankee, Wisin y Yandel o Don Omar, fueron abriendo. ¡Pam, pam! Les costó mucho.

Claro, y ese puede ser mi punto. ¿Crees que ustedes recogen los frutos de ese esfuerzo?

Nosotros vamos por este camino con las puertas abiertas. Ellos las tenían cerradas, tuvieron que pelear. En Puerto Rico querían prohibir el reggaetón cuando salió. Querían poner un aviso que lo prohibiera en todas partes. Pero poco a poco se fue popularizando y no para de crecer. No creo que sea el tope, porque seguimos pa' arriba. El género está en su mejor momento. Hay muchos artistas con nuevos proyectos. Antes no, eran solo cinco artistas y ahora hay miles en desarrollo. Cada día escuchas una cosa nueva.

El reggaetón fue pionero en colaboraciones. Uno puede escuchar temas muy clásicos del género donde cantan hasta cinco artistas. ¿Cómo escoges a los artistas con quienes colaborar?

Me enfoco en el talento del otro. Veo cómo algunos de ellos van creciendo. Hay muchos de estos artistas nuevos que me gustan y en las colaboraciones no todo es por negocio, hay algunas cosas que simplemente no funcionan y que a lo mejor no son éxito ni hoy, ni mañana, pero lo haces por colaborar. Por lo tanto, escoger para mí es una labor muy compleja porque me gustan varios artistas que a lo mejor nadie los conoce, entonces no es una decisión fácil. Pero de momento también grabamos una canción juntos y ya los conoce todo el mundo, y eso es muy gratificante. Creo en la buena música, no creo tanto en el nombre, ni en quién sea el otro. Y, por otro lado, cuando te llega una canción buena en la cual puedes colaborar, es algo que no puedes dejar pasar, sea de quien sea. Ahí tienes que estar.

Hay otra figura muy relevante en el reggaetón, el productor. ¿Cómo los eliges?

Generalmente trabajo con los mismos productores, a menos que sea un tema para el mercado anglo. Igual, mis productores en su mayoría son estadounidenses; Dj Snake, Tainy, Chris Jeday, Gaby Music. Casi siempre trabajo con todos ellos. Creo que la industria del reggaetón es un círculo muy cerrado en ese aspecto. Y, claro, siempre hay varios productores nuevos, pero en la posición en la que yo estoy, siempre quiero grabar con los mejores, con los que uno se siente complacido con el resultado final. Igual, cuando llega un buen productor nuevo con buenas ideas y una buena propuesta, hay que tenerlo en cuenta también.

Estás en un entorno muy competitivo. ¿Cuál es tu estrategia para ser innovador?

Es bien difícil de explicar porque es un talento que, gracias a Dios, hemos adquirido con el trabajo. Yo voy al estudio con un buen instrumental y ya tengo una temática y un ritmo de cómo trabajar una canción. Y eso solo se da con el tiempo y la experiencia. Noche tras noche inventando, tratando de hacer esto y lo otro. Yo le llamo mi turbina, la prendo y ya está. Ya sabemos para dónde vamos. Y el que trabaja conmigo sabe que yo trabajo así. Ya es una misma técnica que he desarrollado y, como te digo, se va fortaleciendo con los años. Esto es un proceso super largo.

¿Cómo reciben ustedes que el sonido del reggaetón haya permeado a gran parte del pop en español?

Bien, porque eso muestra que nosotros, los artistas de la música urbana, somos líderes de un sonido y que hacemos algo que a la gente de otros géneros le gusta o le gustaría hacer. Mira, ahora hasta Reik, que me gusta mucho, unos mexicanos que hacían otro género y ya están sonando bien también en el reggaetón, o sea, suena perfecto. Incluso pienso que ellos cantan mejor que muchos de los del género haciendo reggaetón, les pega. A eso me refiero cuando digo que muchos de todas partes del mundo quieren hacer música, no específicamente reggaetón, pero sí música urbana. Hay muchos ritmos que no tienen reggaetón, pero son cosas de nosotros que vienen siendo urbanas.

¿Consideras diferente la música urbana de Puerto Rico a la del resto de Latinoamérica?

Es sumamente diferente. Yo no sé nada de esa polémica, de dónde nació, ni de dónde viene el género, pero los papás de todo esto están en Puerto Rico. Para mí el reggaetón es de Puerto Rico, si tú te fijas, como nosotros hablamos es casi cantándote una canción de reggaetón. Esa es la mejor respuesta que te puedo dar. Dime de dónde son los tres más grandes artistas de reggaetón. Y eso no es menospreciando el trabajo de otros, sino que en Puerto Rico hay mucha fiebre musical por el género y, claro, obviamente ya hoy en día esa fiebre está en el mundo entero y hay artistas de todos lados. Pero, por ejemplo, si tú escuchas "Gistro amarillo" (nota: track 14 de su disco ENOC), es una canción que no puede hacer un artista que no sea de Puerto Rico por el palabreo, la jerga y toda la temática. Es pura cultura nuestra.

Hay algo que diferencia a los artistas de Puerto Rico: generalmente tienen una capacidad lírica, vocal y de rapear que difícilmente encuentras en otros artistas de Latinoamérica.

Esa es nuestra habilidad: la versatilidad.

¿En qué radica el éxito de una canción, entre tanta competencia en el mercado?

Pues, hablando específicamente del reggaetón, hay muchos factores. La música y la instrumentación, la letra, el artista que la canta y cómo proyecta la canción. Cómo la mercadeas. Hay canciones que por sí solas automáticamente se pegan, pero otras necesitan de mucho trabajo para llegar al público. Cuando empecé, solo había una manera de hacerlo y era con la calidad de tu música, porque apenas estaban arrancando plataformas digitales como Spotify y AppleMusic de la mano con la música que estábamos haciendo artistas como el Conejo [Bad Bunny] y yo. Hoy todo es muy diferente, hay múltiples maneras y estrategias de hacer marketing.

Te he visto hablar en un par de entrevistas de que te gusta sonar en la disco, y es algo muy honesto, teniendo en cuenta que muchos artistas en Latinoamérica le huyen a ese concepto.

Yo tengo canciones para cualquier tipo de situación. Románticas o para la discoteca. Depende también del sentimiento que le pongas. Pienso siempre en todo tipo de personas, todo tipo de situaciones. Por eso es que gracias a Dios nos ha ido bien con todos los discos que hemos hecho hasta el sol de hoy. Siempre buscamos ser versátiles; si no vas a la discoteca, tienes esta opción, pero si vas, tienes esta otra. No soy de soltar lo mismo en los versos o en los coros, sí tengo la misma temática, pero siempre con diferentes tonos. Tratar de que nunca se escuche igual. Hacer música diferente.

Teniendo en cuenta todos estos temas de la globalidad del género y aprovechando además que está de moda, ¿cuál es tu estrategia para llegar a otras audiencias con tu música?

La letra limpia que llegue a todos los corazones. Las situaciones. Lo simple es lo que hoy le gusta a la gente. A veces nosotros mismos nos complicamos mucho buscando cosas y exageramos. Es importante que se escuche diferente. No sé qué es lo que tienen mis melodías, no te puedo decir "este es el truco", pero a los niños, a las mujeres y a las personas mayores les gustan, y creo que todo eso es el resultado de cómo hacemos las cosas, desde el corazón. El equipo de trabajo que tenemos es, como decimos en Puerto Rico, una bestia. La estrategia es no hacer las cosas por opacar a otros ni por el dinero. Obviamente trabajamos mucho en incrementar nuestros ingresos, pero desde el corazón y para el público.

¿A qué crees que se deba que el reggaetón tenga quizás mayor impacto en Estados Unidos que en Latinoamérica?

Es que los latinos ya estamos en todas partes. Antes no había tantos latinos en Estados Unidos como ahora. Además, al mezclarnos con los estadounidenses y mostrarles nuestra música a ellos, y a su vez la música de ellos a nosotros, todo se fue mezclando. Antes no existía eso. Hoy los móviles, la tecnología, los iPads, todas esas cosas han hecho mucho más fácil el proceso para que la música llegue a todo el mundo. Además, la música latina tiene mucho que ver con el baile, y el reggaetón de nosotros se baila pegado, es algo sensual que se busca. Quizás por eso está gustando mucho en Estados Unidos, porque es algo nuevo para ellos.

¿Te cuesta estar de gira todo el tiempo?

Son sentimientos encontrados porque por un lado es difícil, pero a la vez es algo complaciente porque quiere decir que las cosas van bien. Es difícil por la familia, los hijos y ese momento en el que uno tiene que dejar de estar con ellos, pero al mismo tiempo se siente bien porque cuando salimos, estamos al otro lado del mundo dando un concierto o cantando en unos premios y cosas así. Y pues ellos de momento también se ponen felices, saben que estoy trabajando. Por eso es que es un 50/50, no te digo que no me pongo triste, yo me mantengo llamándolos todo el tiempo para estar pendiente de ellos.

La organización que entrega los Grammy anunció en junio pasado cambios en los nombres de las categorías de sus premios. Entre ellos, el de "urbano contemporáneo", que pasó a ser "R&B progresivo". La decisión de la Academia Nacional de Artes y Ciencias de la Grabación se conoció en medio de las crecientes críticas en la industria musical sobre el término urbano, con en el que durante mucho tiempo se ha aludido, y de algún modo restringido, a géneros como el hip-hop y el reggaetón. Según los voceros del Grammy, la nueva categoría "está destinada a resaltar álbumes que contienen los elementos más progresivos del R&B y puede incluir muestras y elementos de hip-hop, rap, dance y música electrónica. También puede incorporar elementos de producción que se encuentran en el pop, el euro-pop, el country, el rock, el folk y la música alternativa", añadió. En coincidencia, sellos como Republic Records -una división de Universal- dejaron en los últimos meses de usar el término urbano en su comunicación. Aunque no tiene un origen peyorativo, hace tiempo que la etiqueta de música urbana se considera anticuada, a la vez que artistas de géneros diversos, en general afroamericanos y latinos, reclaman ser considerados dentro del pop, sin más.

¿Qué opinas sobre esta polémica reciente en torno de la etiqueta de música urbana?

Le pueden poner la etiqueta que sea y va a seguir siendo lo mismo. No tengo problema. No sé qué decirte sobre eso porque nosotros, los de la música "urbana", siempre hemos sido artistas y nuestra música es tan pop como cualquier otra. Prefiero que a nuestra música siempre se le llame reggaetón porque hay algo con el concepto de música urbana que no me gusta, y es que urbano es cualquier cosa. Pero el reggaetón no lo puede hacer cualquiera, no como lo hacemos nosotros. Así le pongan cualquier nombre, la vamos a seguir rompiendo.

¿Cómo manejas la presión de que cada canción deba ser un éxito gigante?

No siento esa presión, ya nosotros hemos hecho más de 120 éxitos. Más de 110 canciones multiplatino, más de 110 en el top de los listados de la radio. Creo que ya hoy en día es más por amor y por fiebre. Claro, yo sigo con esa fiebre de ser grande, pero si me mantengo en que todos los temas deben ser un éxito, creo que voy a estar fallando con cada tiro que saque. Yo me enfoco en hacer buena música, en juntarme con buenos compositores, con gente que siempre sume y que traiga buenas ideas. No todo lo hago yo, como a lo mejor muchos piensan, tenemos un equipo. Es una fiebre musical, tienes que ser parte de un movimiento. Todos los días tienes que estar puesto a hacer algo nuevo. Tenemos la misma hambre que cuando salimos.

¿Entonces qué te hace sentir feliz?

La historia que uno va escribiendo en el mundo. Cuatro récords Guinness, once Billboards, más de veinte nominaciones. Que tú me estés entrevistando para Rolling Stone. Todas esas cosas me hacen sentir complacido, pero de lo que puedo estar más agradecido es de ver a mi público feliz cantando mis canciones, incluso temas nuevos en español, con tanto fervor, con el corazón.

¿Cuál crees que es esa esencia del reggaetón clásico que está reconectando ahora con el público?

Quizás sea la pista. La batería, el sonido y la producción de esa época. Es algo bien extraño, es bien difícil de explicar. Quizás sea la simpleza.

Considerando la difícil situación que pasa la industria por la falta de conciertos, si se demora la vuelta al escenario, ¿cuál es tu plan b para mantenerte vigente?

La música habla por sí sola. Va a llegar una manera de conectarnos, no sé cuál, pero va a llegar una forma profesional de hacer shows. Yo creo que esto se va a demorar. Volver a la normalidad no parece que vaya a ser el mes que viene, pero ahí estamos listos. Sé que Dios está trabajando para eso y vamos a poder juntarnos otra vez con nuestros fans y hacer lo que hacíamos antes. Poder abrazarnos, saludarnos como lo hacía el mundo entero. Va a llegar su momento, yo no tengo prisa, no me afano por eso, porque lo mío es seguir haciendo música, eso es lo primordial. Hacer shows queda en segundo plano por ahora. Ahora mismo estamos en cuestión de creación. Tan pronto abran los shows, créeme que el público estará esperando vernos más que nunca.

Diego Ortiz