Yahoo Noticias Familias de Parkland visitan por primera vez el edificio de la escuela. ‘Quería estar donde él estaba’
Cuando Tony Montalto caminó por el pasillo en donde su hija Gina, de 14 años, fue ultimada hace cinco años, sintió un torrente de emociones.
“Tristeza, rabia, incredulidad”, dijo. “Una profunda tristeza por haber perdido a nuestra hermosa hija: ese es siempre el sentimiento dominante. La incredulidad de que le dispararan y luego la rabia de que nadie haya rendido cuentas”.
Montalto y su esposa fueron de los primeros en visitar el miércoles el edificio 1200 del campus Marjory Stoneman Douglas en Parkland. En ese edificio de primer año de tres pisos, el 14 de febrero de 2018, Nikolas Cruz, estudiante de 19 años expulsado, mató a 14 estudiantes y tres educadores: 11 en el primer piso y seis en el tercero. También hirió a otras 17 personas.
Desde aquel trágico día de San Valentín, el edificio y todo lo que hay en su interior se ha conservado con un cuidado inmaculado debido al juicio de Cruz —que concluyó a finales del año pasado con una condena a cadena perpetua— y al juicio de la única otra persona acusada en el tiroteo masivo, Scott Peterson.
Peterson, ex policía que trabajaba en el campus, fue absuelto la semana pasada del delito de negligencia y otros cargos por no actuar durante unos 10 minutos antes que otros agentes entraron en el edificio.
Ahora que el proceso judicial concluyó, el distrito escolar de Broward tiene previsto demoler el edificio, pero antes que eso ocurra, los 17 supervivientes de la tragedia y los familiares de los 17 asesinados pueden entrar si lo desean. Algunos lo solicitaron, pero no todos irán.
Los Montalto, así como los Dworet, familiares de Nicholas Dworet, de 17 años, y los Beigel Schulman, familiares del maestro Scott Beigel, recorrieron el lugar de los hechos el miércoles por la mañana. Raymond Feis, hermano del entrenador Aaron Feis, visitó por la tarde, dijo Paula McMahon, portavoz de la Fiscalía Estatal de Broward, que organizó las visitas.
Las familias estuvieron acompañadas por fiscales, defensores de las víctimas de Fiscalía Estatal, representantes de Eagles’ Haven Wellness Center, agentes la Policía de Broward y un defensor de enlace del distrito escolar de Broward.
La fiscalía estatal coordinará más visitas entre las 9:00 a.m. y las 4:00 p.m. el jueves y el viernes, así como algunos días de la próxima semana, dijo McMahon, añadiendo que son “muy fluidas y sujetas a cambios”.
El distrito escolar aún no anuncia qué se hará en ese espacio cuando el edificio sea demolido.
Ver en persona el edificio en donde ocurrió el tiroteo en Parkland
El miedo se apoderó de Montalto justo antes de entrar en el edificio el miércoles, pero reunió la voluntad para localizar el lugar exacto en el que el ayudante Peterson se encontraba en el exterior.
“Fue difícil”, dijo. “Era difícil entrar en ese edificio, pero sentíamos que teníamos que ir allí y aprender lo que pudiéramos sobre la masacre”.
Un video de seguridad mostró que Peterson, quien llegó al edificio a los dos minutos de iniciarse los disparos, llegó a pocos metros de una puerta, pero se apartó, poniéndose a cubierto cerca de otro edificio en su lugar. Peterson dijo que los ecos le impidieron precisar de dónde procedían los disparos.
Más tarde, desde el interior, Montalto dijo que quitó las cortinas de las ventanas y vio el edificio contiguo desde fuera.
Debra Hixon, esposa de Chris Hixon y antigua profesora que ahora ocupa el cargo de vicepresidenta del Concejo Escolar del Condado Broward, dijo que acudirá al edificio la próxima semana con su hijo mayor Tom, así como con otros miembros de la familia.
Quieren poner todo lo que han oído o visto sobre la masacre en su propia perspectiva, dijo, así como ver en dónde Chris entró corriendo, en dónde le dispararon y en dónde cayó.
“Esta es la última pieza para nosotros”, dijo. “Queremos hacernos una mejor idea de lo que ocurrió realmente aquel día”.
“Sin remordimientos”, dijo la madre de un ex profesor de la escuela secundaria
Linda Beigel Schulman, la madre de Scott Beigel, también miró el escondite de Peterson.
“Fue horrible”, dijo.
Beigel Schulman y su esposo viven en Nueva York, pero volaron el miércoles para visitar la escuela. Allí vieron los agujeros de bala en las paredes, los cristales rotos de las ventanas y la sangre seca en el suelo; también vieron los papeles que seguían sobre el pupitre de su clase, las lecciones aún escritas en el pizarrón y los adornos que había colocado.
“Vimos la puerta que nunca llegó a cerrar”, dijo.
La escuela contrató a Beigel en agosto de 2018 —unos seis meses antes de su muerte— para entrenar cross country y enseñar geografía. Murió tratando de meter a los estudiantes en su salón.
“No estoy seguro de cómo me siento”, dijo Beigel respecto a la experiencia. “Estoy bastante aturdida; es difícil de digerir. Me alegro de haber entrado, no me arrepiento de haberlo hecho. Quería estar en donde él estaba y visitar el lugar en donde era más feliz; quería estar en ese ambiente y pude hacer algo de eso”.
“Pero esto fue como arrancar la costra y empezar de nuevo”.
