La familia que vivía donde chocó el avión volvió a casa: los detalles del accidente y los miedos que persisten
“No hay otra opción más que volver acá”, dice Noelia Martínez, una de las hijas de Narcisa, dueña de la casa en la que el miércoles pasado se estrelló un avión que intentaba aterrizar en el aeropuerto de San Fernando. “La custodia se fue. El tema es que suena un avión y estás a la expectativa”, describe.
A dos días del accidente en el que murieron el piloto Martín Fernández Loza, de 46 años, y el copiloto Agustín Orforte, de 35 años, el barrio intenta retomar su funcionamiento. Hoy, volvieron a aterrizar y despegar aviones desde aquí, el tercer aeropuerto con más movimiento en el país. Distintas cuadrillas trabajan para restablecer los servicios que se interrumpieron cuando el avión se estrelló el miércoles pasado. Ya tampoco quedan los restos de la trompa y la cola del avión Challenger 300, propiedad de la familia Brito, que hasta ayer permanecían sobre la calle Terry. Detrás, ahora puede observarse lo que sobrevivió de la casa de los Martínez tras el incendio luego del impacto de la aeronave que continuó su carrera más allá de la pista.
Por la mañana derrumbaron el segundo piso. “El resto nos dijeron que lo van a arreglar. El tema es que cuando reparen esas paredes, también impacta contra mi casa, no sé qué va a pasar”, describe Noelia. Ella vive en la casa construida al lado de la de su madre, la más afectada. “El hombre que alquila y vive arriba e tuvo que ir, no se puede estar, está todo negro, hay que esperar a ver cómo quedan los arreglos. El olor a hollín es tremendo. Tenemos que tirar todo”, describe.
“La municipalidad se re portó, pero ¿y acá?”, dice señalando su casa. “La custodia se fue, no hay otra opción que volver acá”, repite. Su miedo era que les robaran las pertenencias que se habían salvado. “Nosotros salimos todos corriendo descalzos, habían quedado hasta nuestros celulares”, recuerda.
Cuatro familias
Hace dos noches que las 19 personas que vivían en esa casa, duermen en la sociedad de fomento, a unas cinco cuadras, el lugar que la municipalidad les facilitó luego del accidente.
“Nosotros somos cuatro familias, no podemos seguir viviendo ahí mucho tiempo más. Nos ofrecieron ir a un polideportivo donde vamos a estar más cómodos, pero no podemos dejar así lo poco que nos quedó”, dice.
“¿Quién se hace cargo? De acá a que salgan todas las pericias, la caja negra del avión, se van a pasar la pelota. Nosotros mientras tenemos que estar acá”, insiste. “El tema es que suena un avión y estás a la expectativa, porque cada tres años cae un avión”, marca.
El ruido es constante. Según indicaron fuentes de Aeropuertos Argentina el aeropuerto de San Fernando volvió a estar operativo a las 2 am. “Todo bajo parámetros normales, muy bien”, indicaron.
Frente a su casa, mientras Noelia, visiblemente agobiada, intenta rastrear su teléfono, una cuadrilla trabaja para restablecer el cableado de la cuadra. No fueron los únicos que tuvieron que abandonarla. Sus vecinos tuvieron que irse a otra casa la primera noche cuando la cuadra permanecía cortada con los restos del avión en la calle. El resto de los vecinos ya pudieron regresar a sus hogares.
En frente, un equipo de la municipalidad, junto con arquitectos y agrimensores evalúan los daños en otras casas. Van y vienen sobre los vidrios del frente de la casa de Noemí Sanchez mientras toman fotos y miden los daños de la pared de ladrillos. Luego de que el Challenger 300 se incendiara, explotó su auto, que estaba frente a su casa.
Su historia es parecida a la de Narcisa. “Yo estaba con mi esposo y mis nietos y empecé a ver como se movía el avión. Corrimos para atrás porque por acá era imposible. Si salíamos por el frente era imposible. Nos salvó ese arbolito”, dice. “Contarlo es una cosa, pero vivirlo es otra. Escuchar el ruido de los aviones es terrible”, agrega.
Investigación
Ayer desde la Junta de Seguridad en el Transporte, el organismo que investiga accidentes e incidentes, señalaron a LA NACION que el informe preliminar saldrá en 30 días. Por el momento, publicaron el informe básico en donde apuntan que hubo “una excursión de pista”.
“Durante el aterrizaje en el Aeropuerto Internacional de San Fernando (SADF), la aeronave con matrícula LV-GOK tuvo una excursión de pista, deteniéndose fuera del predio del aeropuerto”, dice el documento de tres páginas que difundieron desde el organismo sobre el accidente de la aeronave Bombardier Challenger.
A su vez aclara: “Este informe presenta datos preliminares recopilados por la Junta de Seguridad en el Transporte (JST) y está sujeto a posibles modificaciones conforme avance el proceso de investigación”. Se tomarán 30 días para publicar el informe preliminar en el que proporcionarán información adicional con los datos recopilados del siniestro.
El despiste y posterior impacto del avión contra una casa reavivó el debate sobre los riesgos que pueden existir al ubicar un aeropuerto en las inmediaciones de una zona urbanizada. Esta no fue la primera vez que la cotidianidad de los vecinos de ese partido bonaerense se alteró con este tipo de problemas: ya en diciembre de 2019, un avión que llegaba de Brasil había caído sobre el techo de una vivienda cuando se quedó sin combustible durante el aterrizaje.
Entre los residentes del barrio que rodea a la terminal aérea cada despegue y aterrizaje se siente ahora como una prueba de resistencia ante los ruidos, el peligro y la falta de respuestas de las autoridades, según indicaron.
Lo cierto es que, a pesar de los pedidos y del temor, San Fernando es el tercer aeropuerto con más movimiento en el país, según las estadísticas de la Secretaría de Transporte de la Nación: tan solo en noviembre partieron de ahí 2485 vuelos, aunque en su mayoría no comerciales y, por ende, con escasos pasajeros de cabotaje. Lo superan el aeropuerto internacional Ministro Pistarini, de Ezeiza, y el aeroparque metropolitano Jorge Newbery.