Fábula, el “café de cuento” que se esconde entre pinos en un exclusivo rincón de Pinamar Norte

PINAMAR (De un enviado especial).— En el corazón del bosque de Pinamar Norte, a metros de la avenida Enrique Shaw, el vivero de la empresa fundadora Pinamar S.A. y el recién inaugurado Café de Fábula del reconocido chef Pedro Demuru surgen como un espacio que fusiona naturaleza, arte y gastronomía. Este proyecto, que promete seguir innovando en los años venideros, no solo redefine el paisaje. Invita también a residentes y turistas a conectarse con el origen de la ciudad y a disfrutar de una propuesta exclusiva y única en su tipo.

“Venías el año pasado y acá no había nada. El lugar está irreconocible, se hizo mucho en poco tiempo”, comenta Alejandro Tobe a LA NACION, uno de los paisajistas que estuvo detrás del crecimiento del espacio verde, al recordar cómo el vivero, que fue el punto de partida para estabilizar los médanos y permitir el desarrollo de la ciudad balnearia, se transformó hoy en un punto de encuentro también para quienes deseen de disfrutar un café con un opción dulce o salada rodeados de vegetación.

El ingreso al café rodeado de plantines del vivero
El ingreso al café rodeado de plantines del vivero - Créditos: @Marcelo Aguilar Lopez

En este espacio se encuentra hoy Fábula, un pequeño refugio gastronómico que simula ser un invernadero y nació de la espontaneidad. “Esto no es solo un café. Es un lugar para aprender, conectarse y vivir el ciclo completo del bosque”, suma Tobe.

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Su propuesta, que combina la cultura del café con actividades de desarrollo personal, ha generado un gran interés entre quienes buscan algo diferente en la zona. Además de la gastronomía, el café alberga actividades como dibujo botánico, charlas educativas sobre la flora local y eventos que permiten experimentar un enfoque integral sobre la naturaleza.

Pedro Demuru, reconocido chef detrás del café, aporta su visión sobre este proyecto: “Fábula hoy es un híbrido que nació del vivero. El arquitecto es amigo mío. Un día paseábamos por el vivero y dijimos ‘está bueno para armar un café’. En 20 días lo hicimos. Inventamos este cuento, esta fábula. Es una historia que de a poco nos vamos contando”.

El café tiene un espacio con mesas al aire libre
El café tiene un espacio con mesas al aire libre - Créditos: @Marcelo Aguilar Lopez

El gastronómico a cargo de Demuru, Carpe Diem y que trabaja en los balnearios Kota y Rada Beach enfatiza que Fábula fue pensado como algo exclusivo: “La idea es que no haya mucha gente en el lugar, como mucho 30 cubiertos. Queremos ofrecer únicamente cuatro o cinco cositas, pero que sean buenas. ¿Tenemos un testado? queremos que sea el mejor. ¿Tenemos un cheesecake? Queremos que sea el mejor. Y más que nada que uno disfrute de la tranquilidad en medio de la nada”.

Luego, profundiza: “Tanto el vivero como el café no son un patio para que los pibes estén corriendo. Está más orientado a empresas. Queremos que sea un lugar para pasar un momento relajado en el medio del bosque. Un encuentro de relax, con una charla tranquila, sin tumultos”.

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Esta visión está materializada en la decoración del lugar, donde la madera abunda, las pequeñas mesas de mármol están pensadas para cuatro personas y la estructura vidriada invita a admirar los alrededores.

El interior del café parece un invernadero
El interior del café parece un invernadero - Créditos: @Marcelo Aguilar Lopez

En ese sentido, Demuru remarca no buscar la rentabilidad de Fábula sino que su principal objetivo es sorprender a los comensales con una experiencia peculiar, que combine alimentos y una atmósfera envolvente. “Hoy no pensamos en la rentabilidad del local, sino en la experiencia de la gente. Por ejemplo, para eventos empresariales el cubierto está arriba de 100.000 pesos, pero el foco es otro: ofrecer algo único para quienes quieran disfrutar del lugar de manera relajada”, resalta.

El chef, con más de 20 años de experiencia, narra los desafíos que afrontó tras la apertura del café: “Lo abrimos el lunes con lo que teníamos. Laburamos hasta tarde. Tenemos pocas cosas y nos manejamos con eso. Nos pasó, por ejemplo, que vinieron algunas personas a tomar algo y no teníamos sistema, así que no les cobramos. Amamos que sea de esta manera, algo muy simple. Empezar con poco e ir descubriendo el camino a pequeños pasos”.

El café tiene una carta acotada
El café tiene una carta acotada - Créditos: @Marcelo Aguilar Lopez

La minimalista carta del café, además de mostrar la oferta en infusiones (café y té), bebidas (gaseosas, aguas, cervezas y vinos), pastelería (tortas y cookies) y snacks salados (tostados y chipa), cuenta en su tapa una historia que el dueño del establecimiento y los empleados buscan mantener viva: “Una tarde de verano, un hombre perdido en el bosque le preguntó a una lechuza: ¿dónde puedo encontrar un rico café por acá? El animal señaló al norte y respondió: por allá está Fábula, un café de cuento.

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Con horarios adaptados a la temporada —abre de 9 a 13 y de 17 a 20.30hs—, Fábula permanece con las puertas abiertas para quienes deseen explorar una experiencia distinta entre pinos, cultura y sabores.

El vivero

Este semillero es parte de la historia local. Fundado hace más de 80 años por Jorge Bunge, primer urbanista argentino, el vivero se concibió como el punto de partida para la creación de una ciudad-jardín inspirada en los principios del urbanismo europeo. Hoy, esta iniciativa renueva su compromiso con el entorno, enfocándose en la conservación y producción de especies naturalizadas que se adaptan al médano, evitando el uso de plantas no autóctonas que requieren riego intensivo.

“El bosque no es autóctono, pero es nuestro patrimonio cultural. Lo plantamos para que surgiera la ciudad. Ahora trabajamos para que cada rincón de Pinamar incorpore especies que se adapten al ambiente y fomenten la biodiversidad”, suma Corina Andina, ingeniera forestal que también estuvo detrás del crecimiento del vivero junto a la ingeniera agrónoma Andrea Diez.

El vivero que rodea al café
El vivero que rodea al café - Créditos: @Marcelo Aguilar Lopez

A lo largo de los años, este espacio verde logró un equilibrio entre conservación y desarrollo urbano. Hoy cuenta con más de 20.000 pinos plantados. También abundan las herbáceas y gramíneas. Los visitantes pueden recorrer sus senderos rodeados de verde, aprender sobre especies y conocer el impacto que tienen en el ecosistema. La visión de Jorge Bunge, al haber sido pionero en integrar la naturaleza a la urbanización, sigue vigente, y el vivero mantiene una misión educativa y ambiental que invita a los ciudadanos y turistas a reflexionar sobre la relación entre la ciudad y la naturaleza.