Exitoso programa contemporáneo en el XXVII Festival Internacional de Ballet de Miami (IBFM)

En su tercer fin de semana de actividades, el XXVII International Ballet Festival of Miami (IBFM), bajo la dirección general de Eriberto Jiménez, ofreció sus acostumbradas funciones de ballet contemporáneo, la manera de hacer imperante en la danza de hoy.

En esta edición, las funciones tuvieron lugar en tres espacios bien diferentes: el Seminole Theatre de Homestead, el Miami Theater Center (MTC) de Miami Shores y el Amaturo Theater del Broward Center for the Performing Arts en Fort Lauderdale. Sin duda alguna, este ha sido un esfuerzo abarcador muy meritorio.

En el programa preparado para la ocasión -que incluyó once obras breves y fue presentado sin intermedio- participaron agrupaciones de Francia, Suiza, República Dominicana, Colombia y Estados Unidos.

Al reseñar la función del sábado 6 de agosto en MTC, hay que mencionar que esta fue precedida por una improvisada y ruidosa entrega de diplomas a las muchachas que asistieron al curso de verano que ahora es parte del evento. Si esto es algo que se piensa mantener en el futuro, convendría agregar al curso una clase sobre etiqueta teatral. No hay que olvidar que si los alumnos son incapaces de vislumbrar lo inconveniente de sus acciones, la culpa es de los maestros.

La parte artística dio inicio con los jóvenes del proyecto Arles Youth Ballet Company (AYBC), procedente de Francia, en la coreografía “Convergence of Pathways”, de Craig Davidson. Ellos tuvieron también la responsabilidad de cerrar la función con “Miniatures”, de Julien Guérin. Dos obras de grupo de excelente factura.

El desempeño de los 14 prometedores bailarines que integran AYBC se define por la refinada homogeneidad de su manera de hacer. Lo que no les impide proyectarse como presencias escénicas con personalidad propia al asumir roles de solistas.

Dos compañías ya conocidas por el público de Miami regresaron a esta edición: la neoyorquina Ballet Inc. y la Cia. Octavio de la Roza / Alma Dance Project, con sede en Suiza.

En esta ocasión, Ballet Inc. presentó “El Toro”, una coreografía de Aaron Atkins, su director artístico, que aborda por enésima vez la relación entre el torero y el toro. Sus intérpretes fueron Alexa Goldberg y el propio Atkins.

Por su parte, Octavio de la Roza y Camila Colella, trajeron un fragmento de la “Carmen” de Mauro Bigonzetti, cuya versión grabada estuvo entre lo mejor del XXV festival hace dos años, y un ejercicio de danza-teatro titulado “Volverá la Felicidad”, donde Octavio viste de blanco, canta, toca el acordeón y se pasea por la escena. Camila parece hacer tiempo esperando que se emborrache del todo. Cuando esto sucede, se le acerca y le quita la botella, le hace beber una última gota y dirige la mirada a las alturas.

La Compañía Colombiana Contemporánea, bajo la dirección artística de José Manuel Ghiso, se presentó con “Aquel Día”, un solo de Felipe Nuñez sobre una mujer y su maleta que bailó Stephanie Bejarano, y “Latente”, un dueto del propio Ghiso.

“Latente” es una propuesta sofisticada que abre de manera espectacular con la imagen de un bailarín de espaldas al público (Juan David Viveros), con el torso desnudo y manipulando una enorme falda roja.

Tres minutos y medio más tarde, se desprende de esta y aparece sobre la tela una mujer vestida de negro (otra vez Bejarano). Ambos interactúan de manera orgánica, pero hay momentos en los que dan la impresión de no saber qué hacer con la tela. Más tarde, le servirá a ella para cubrirse tras lo que parece haber sido un problema con el vestuario, pero sospechamos que debe haber estado ahí para algo más que eso. De todas formas, “Latente” es un trabajo de innegable atractivo que se recuerda con agrado.

Por su parte, las tres obras presentadas por el Ballet Concierto Dominicano se regodean con franqueza en la utilización de estereotipos y emociones fácilmente reconocibles (el hombre trabajador, la mujer voluptuosa, el deseo, la pasión y el despecho) y utilizan un simbolismo ingenuo con referencias folclóricas de innegable eficacia comunicativa.

La pieza más interesante es la melodramática “Espíritu de Mar y Vientre De Tierra” de Carlos Veitía, su director artístico, que bailaron Pablo Walls y la escultural Lya Gómez al ritmo de la música hermosa y grandilocuente de Bienvenido Bustamante.

Las otras dos fueron “Ya te Olvidé”, un solo de Flavio González interpretado por Patricia De León y el dueto “Hispaniola” (también de Veitía) con música de Vangelis, donde reaparece Lya Gómez, ahora acompañada por Luis Pérez Ovalle.

Por último, hay que celebrar la decisiva contribución del Cuban Classical Ballet de Miami al éxito del programa, gracias al desempeño hipnótico de dos bailarines/coreógrafos excepcionales (Beatriz García y Armando Brydson) en la obra por la que este festival quedará registrado en la historia: “To Zero Point”.

Beatriz y Armando fueron miembros de la famosa agrupación cubana Malpaso Dance Company y eso se nota. Pero “To Zero Point” (Hasta el Punto Cero) los muestra desgranando el rosario de las influencias adquiridas hasta lograr un trabajo de una lucidez creativa que elude las comparaciones.

“To Zero Point” es un afectuoso pas de deux sobre la neurosis de angustia en el siglo XXI que al mismo tiempo nos descubre la existencia de una cualidad pragmática insospechada en la espiritualidad del “Fratres” de Arvo Pärt, cuando es utilizado como música para ballet. Fratres significa “hermanos” en latín.

Llegar al punto cero es descubrir dónde termina el camino y ya no es permitido ir más allá. “To Zero Point” es la narración de una etapa en ese camino, recorrido por ambos con conocimiento de causa, sin titubeos y sin un paso en falso.

Un poco más tarde, ya al final de la noche, todos los participantes regresan para recibir el aplauso del público. Salen, saludan y se incorporan de manera ordenada a una alineación evidentemente establecida con anterioridad.

Todo transcurre según lo planeado hasta que aparecen Beatriz y Armando y el teatro estalla en una ovación a la que se suma el resto de los artistas en escena. “Honor a quien honor merece”, diría el poeta.

IBFM 2022 continúa ofreciendo funciones esta semana con la Étolies Classical Grand Gala el sábado 13 de agosto a las 8 p.m. en el Adrienne Arsht Center for the Performing Arts (entradas entre $52 y $73) y la Closing Gala of the Stars el domingo 14 a las 5 p.m. en el Miami-Dade County Auditorium (entradas $35 y $62). Las entradas pueden adquirirse en https://www.internationalballetfestival.org/calendar-of-events o visitando los sitios web de los teatros.

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