Europa, camino del espacio con el despegue del Ariane 6, acaba con "la crisis de los lanzadores"
Cuando este martes miles de personas observen el lanzamiento de cohete Ariane 6 en la Guayana Francesa, en la Agencia Espacial Europea respiraran alivados. Atrás habrá quedado lo que su director general, Josef Aschbacher, define para 'Euronews' como la "crisis de los lanzadores".
En julio de 2023, con el último viaje de Ariane 5, Europa perdió la opción de llegar al espacio. Y con él la capacidad de poner en órbita satélites sin depender de terceros. A los años de retrasos en la construcción de Ariane 6, acompañados de problemas técnicos, los fallos del cohete Vega-C o la pandemia, se había sumado el fin de las relaciones con Rusia y de la posibilidad de usar los cohetes Soyuz.
"Con el lanzamiento de Ariane 6 estamos recuperando el acceso al espacio para Europa. Esto es fundamental", apunta Aschbacher desde el Puerto Espacial de Kourou en la Guayana. "A finales de año tenemos previsto un regreso a vuelo para Vega-C y podríamos tener otros microlanzadores este año".
Si Ariane 6 es un éxito, "aumentará la resiliencia del dominio espacial europeo en un entorno geopolítico de riesgos y amenazas a mayor plazo", argumenta el investigador del Real Instituto Elcano, Félix Arteaga. Además, será clave para permitir "al sector industrial europeo competir con otros satélites comerciales y gubernamentales a corto y medio plazo".
En un momento de 'boom' espacial, el estreno de la nueva lanzadera europea permitirá al continente poner en órbita satélites para la observación terrestre, la navegación, la comunicación o incluso con fines militares.
Lanzamientos en manos de Elon Musk
En los últimos años Europa ha delegado esta tarea en empresas privadas como SpaceX, la compañía de Elon Musk, que fue la encargada de mandar al espacio varios satélites europeos del programa Galileo ante los retrasos en Ariane 6.
Una decisión que el comisario europeo de Mercado Interior, Thierry Breton, aseguró que tomaba a regañadientes. "No estoy contento con lo ocurrido, había lanzamientos que debían llevarse a cabo y no se ha respetado el calendario", aseguró en noviembre de 2023.
"Europa es cada vez más consciente de la necesidad de ser más autónoma en ciertas áreas estratégicas", explica Matja Rencelj, analista del European Space Policy Institute. "Queremos lanzar satélites con nuestras propias condiciones", insiste el experto.
Aunque puede que no se haya llegado a tiempo. Hace unos días, la organización europea de satélites metorológicos escogió la empresa de Musk para lanzar uno de sus satélites. "Esta decisión obedece a circunstancias excepcionales. No compromete nuestra política habitual de apoyo a los socios europeos", aseguraba el director general de EUMETSAT Phil Evans en un comunicado. Aschbacher en un tuit calificó la decisión de "sorprendente", especialmente al producirse a pocos días del vuelo inaugural de Ariane 6.
A pesar de este primer revés, el futuro de Ariane 6 cuenta ya con hasta 30 encargos. 18 de ellos para lanzar las constelaciones de Kuipers, el proyecto de Amazon para llevar internet a espacios recónditos.
Según Rencelj, el lanzamiento de Ariane 6 es un primer paso en la estrategia europea para el espacio. "El lanzador, al fin y al cabo, es un medio para alcanzar un fin y, que en realidad es aumentar nuestra ambición en el uso del espacio y su utilización, obviamente en beneficio de los ciudadanos europeos y de los responsables políticos europeos".
Es por ello que tanto la ESA como Arianegroup, la empresa desarrolladora del proyecto, han puesto grandes esperanzas en un proyecto que está también diseñado para transportar satélites privados al espacio. Aunque en el futuro, explica Aschbacher "nos gustaría que empresas más pequeñas o incluso más grandes desarrollaran su propia lanzadora nueva".
De esta forma la ESA podría ser "el cliente fijo y compraría servicios de lanzamiento a estas empresas. Por lo tanto, ya no desarrollaría una lanzadora propia tras Ariane 6".
Ariane 6 es el primer nuevo modelo europeo en 30 años. En su desarrollo han participado trece países europeos y ha costado 4.000 millones de euros