EU financió indirectamente al laboratorio de Wuhan para investigar al coronavirus

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El Dr. Anthony Fauci es asesor del presidente estadounidense Donald Trump y una especie de héroe popular de ese país por su constante y sereno liderazgo durante la crisis de la pandemia. Al menos una encuesta muestra que los estadounidenses confían más en Fauci que en Trump con respecto a la pandemia del coronavirus, y pocos científicos han sido interpretados en televisión por Brad Pitt.

Sin embargo, apenas el año pasado, el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID, por sus siglas en inglés), la organización encabezada por el Dr. Fauci, financió a científicos del Instituto de Virología de Wuhan y otras instituciones para realizar trabajos de investigación sobre mutaciones de ganancia de función en coronavirus de murciélagos.

En 2019, con el apoyo del NIAID, los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés) se comprometieron a aportar 3.7 millones de dólares durante seis años para realizar investigaciones entre las que se incluían algunos trabajos sobre ganancia de función. El programa siguió a otro proyecto a cinco años con una aportación de 3.7 millones de dólares, para recolectar y estudiar coronavirus de murciélagos, el cual concluyó en 2019, con un costo total de 7.4 millones de dólares.

Muchos científicos han criticado la investigación sobre ganancia de función, que implica la manipulación de virus en el laboratorio para explorar su potencial para infectar a seres humanos, debido a que genera el riesgo de iniciar una pandemia debido a una liberación accidental.

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Se piensa que el SARS-CoV-2, que es el virus que actualmente ha provocado una pandemia global, se originó en los murciélagos. Los organismos de inteligencia de Estados Unidos, tras afirmar originalmente que el coronavirus se había producido naturalmente, admitieron el mes pasado que la pandemia pudo haberse originado por una fuga ocurrida en el laboratorio de Wuhan. (En este momento, la mayoría de los científicos señalan que es posible, pero no probable, que el virus causante de la pandemia haya sido modificado o manipulado).

El Dr. Fauci no respondió a la solicitud de comentarios de Newsweek. Los NIH respondieron con una declaración que dice, en parte: “La mayoría de los nuevos virus humanos provienen de la vida silvestre, y representan una importante amenaza para la salud pública y para la bioseguridad en Estados Unidos y en todo el mundo, como lo demuestra la epidemia de SARS de 2002-2003, y la actual pandemia de COVID-19… Los estudios científicos indican que no existe ninguna prueba que indique que el virus fue creado en un laboratorio”.

La investigación de los NIH se componía de dos partes. La primera comenzó en 2014 y comprendía la vigilancia de coronavirus de murciélagos con un presupuesto de 3.7 millones de dólares. En el programa se financió a Shi Zheng-Li, un virólogo del laboratorio de Wuhan, y otros investigadores, para investigar y catalogar los coronavirus de murciélagos en la naturaleza. Esta parte del proyecto se concluyó en 2019.

Una segunda fase del proyecto, que comenzó en ese año, incluyó trabajos adicionales de vigilancia, pero también investigaciones sobre ganancia de función para comprender la forma en que los coronavirus de murciélagos podrían mutar para atacar a los seres humanos. El proyecto fue dirigido por EcoHealth Alliance, un grupo de investigación sin fines de lucro, bajo la dirección de su presidente Peter Daszak, experto en ecología de las enfermedades. Los NIH cancelaron el proyecto apenas el pasado viernes 24 de abril, informó Politico. Daszak no respondió inmediatamente a las solicitudes de comentarios realizadas por Newsweek.

En la propuesta del proyecto se declara: “Utilizaremos datos de secuencia de la proteína S, tecnología de clonación infecciosa, experimentos de infección in vitro e in vivo y análisis de enlaces a receptores para probar la hipótesis de que el porcentaje de los umbrales de divergencia en las secuencias de la proteína S pronostican el potencial de desbordamiento”.

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En palabras comunes, el “potencial de desbordamiento” se refiere a la capacidad de un virus de pasar de los animales a los seres humanos, lo cual exige que los virus puedan enlazarse a los receptores de las células humanas. Por ejemplo, el SARS-CoV-2 es experto en enlazarse al receptor ACE2 de los pulmones y otros órganos humanos.

De acuerdo con Richard Ebright, experto en enfermedades infecciosas de la Universidad Rutgers, la descripción del proyecto se refiere a experimentos que mejorarían la capacidad de los coronavirus de murciélagos de infectar a las células humanas y animales de laboratorio mediante técnicas de ingeniería genética. En medio de la pandemia, este es un detalle que vale la pena señalar.

Ebright, junto con muchos otros científicos, ha sido un franco opositor a la investigación sobre ganancia de función, debido al riesgo que presenta de generar una pandemia a través de una liberación accidental del laboratorio.

El Dr. Fauci es famoso por su trabajo durante la crisis de VIH/sida en la década de 1990. Nacido en Brooklyn, en 1966 se graduó como el primero en su clase en la Facultad de Medicina de la Universidad de Cornell. Como director del NIAID desde 1984, ha asesorado a cada uno de los presidentes estadounidenses desde Ronald Reagan.

Hace una década, durante una controversia relacionada con las investigaciones sobre ganancia de función en virus de la gripe aviar, el Dr. Fauci desempeñó una importante función para promover ese trabajo. Argumentó que la investigación compensa el riesgo que implica pues permite que los científicos hagan preparaciones, por ejemplo, para investigar posibles medicamentos antivirales que podrían ser útiles si se presenta una pandemia.

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El trabajo en cuestión fue un tipo de investigación sobre ganancia de función que implicaba tomar virus en estado silvestre y pasarlos a través de animales vivos hasta que mutaran, adquiriendo una forma que pudiera plantear una amenaza de pandemia. Los científicos lo utilizaron para tomar un virus que se transmite mal ente seres humanos y convertirlo en uno que fuera altamente transmisible, en lo que constituye el sello distintivo de un virus pandémico. Este trabajo se realizó infectando a una serie de hurones, permitiendo que el virus mutara hasta que un hurón que no había sido infectado deliberadamente contrajera la enfermedad.

El trabajo implicaba riesgos que preocupaban hasta a los investigadores más curtidos. Más de 200 científicos pidieron que el trabajo se detuviera. El problema, dijeron, es que aumentaba la probabilidad de que se desatara una pandemia debida a un accidente de laboratorio.

El Dr. Fauci defendió el trabajo. “[D]eterminar el talón de Aquiles molecular de estos virus permitirá que los científicos identifiquen objetivos para los nuevos antivirales que podrían utilizarse para prevenir la infección de las personas en riesgo, o para tratar mejor a las que ya se han infectado”, escribieron Fauci y dos coautores en el Washington Post el 30 de diciembre de 2011. “Décadas de experiencia nos indican que la difusión de la información obtenida a través de las investigaciones biomédicas para legitimar a los científicos ya los funcionarios de salud constituye una importante base para generar contramedidas adecuadas y, finalmente, proteger la salud pública”.

Sin embargo, en 2014, debido a la presión del gobierno de Obama, los Institutos Nacionales de Salud instituyeron una moratoria a los trabajos, suspendiendo 21 estudios.

Sin embargo, tres años después, en diciembre de 2017, los NIH terminaron la moratoria, y comenzó la segunda fase del proyecto del NIAID, que comprendía la investigación sobre ganancia de función. Los NIH establecieron un marco para determinar cómo avanzaría la investigación: los científicos debían obtener la aprobación de un panel de expertos, que decidirían si los riesgos estaban justificados.

Las revisiones sí se realizaron, pero en secreto, lo cual ha generado críticas contra los NIH. A principios de 2019, cuando un reportero de la revista Science descubrió que los NIH habían aprobado dos proyectos de investigación sobre la influenza en los que se usaban métodos de ganancia de función, los científicos que se oponían a este tipo de investigación vilipendiaron a los NIH en un editorial publicado en el Washington Post.

“Tenemos serias dudas sobre si estos experimentos se deberían realizar”, escribieron Tom Inglesby de la Universidad Johns Hopkins University y Marc Lipsitch de Harvard. “[C]on las deliberaciones realizadas a puerta cerrada, ninguno de nosotros tendrá la oportunidad de comprender cómo el gobierno tomó esas decisiones ni de juzgar el rigor y la integridad de ese proceso”.

Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek