La estrepitosa caída del "medio zar" que se quemó con el sol del poder

El joven de buena presencia y carácter ingenioso jamás imaginó, mientras ofrecía panecillos rellenos por las calles de Moscú, que un día tendría en un puño no solo esa ciudad sino todo el imperio ruso: Aleksander Danilovich Menshikov se metió bajo el ala de Pedro El Grande, mantuvo su influencia luego de su muerte, acumuló un poder sin precedentes, pero se quemó con el sol del poder y se desplomó desde lo más alto.

Para conocer la historia de este ambicioso personaje, nacido el 6 de noviembre de 1673, es necesario situarse en Moscú, en los tiempos de lo que se conoció como el zarato de Rusia. Como se dijo, de joven se ganó la vida como vendedor callejero, pero su gran carisma y agilidad mental pronto atrajo la atención de Franz Lefort, el primer favorito de Pedro El Grande, que lo tomó a su servicio y lo hizo entrar luego en la guardia personal del zar.

Martín Baña, profesor a cargo de la Cátedra de Historia de Rusia de la Universidad de Buenos Aires (UBA) e investigador de Conicet, explica que la sociedad rusa en la que logró escalar Ménshikov era una "estructura de comando", con un zar que gobernaba a través de la nobleza. "Esta ejercía el poder a través de sus redes de patronazgo, pero daba lugar a una movilidad ascendente para los sectores del bajo pueblo que servía para legitimar al gobierno y rejuvenecer el sistema", afirma.

Een 1697 una delegación diplomática rusa encabezada por el boyardo Fiódor Golovin se dirigió a Ámsterdam para fortalecer la coalición contra el Imperio Otomano. El zar Pedro I viajó con ellos de incógnito y aprovechó la estada para aprender cómo se construían los barcos. "De allí regresaría con dos nuevos favoritos: el propio Golovin y el suboficial de artillería Aleksander Ménshikov", señala Baña, autor del libro Una intelligentsia musical. Modernidad, política e historia de Rusia en las óperas de Musorgsky y Rimsky-Korsakov (Gourmet Musical, 2017).

A diferencia de Golovin -que pertenecía a una antigua familia boyarda- Ménshikov era hijo de un cetrero de la corte (no era el único, Alexis Kurbatov y Piotr Shfirov, también provenían de las clases bajas). Tenía una instrucción básica, aunque dominaba el alemán "militar" necesario como para hablar con los extranjeros que no supieran el ruso. "Los dos apoyaron a Pedro en dos cuestiones fundamentales: la separación de su esposa Eudoxia y el inicio de una guerra contra Suecia, en la cual Rusia terminaría triunfando y cambiando su posición dentro de Europa", relata Baña.

En efecto, fue la Gran Guerra del Norte, contra Suecia, la que le dio el gran espaldarazo a este hombre que de la nada había logrado colarse en los intersticios del poder. En ella mostró destacadas aptitudes militares, logró la victoria y conquistó para Rusia territorio con acceso al Báltico y, sobre todo, un bastión cerca del cual pronto se fundaría la que estaba destinada a ser la nueva capital del imperio, San Petersburgo.

En poco tiempo hilvanó otra serie de importantes triunfos militares que le valieron el nombramiento como mariscal de campo y la designación como gobernador en la región de Ingria, donde tenía amplios poderes para el cobro de los impuestos, el reclutamiento y los tribunales. "Los gobernadores de las otras 8 provincias provenían de la vieja aristocracia y de la familia política de Pedro. El zar buscaba establecer así un nuevo equilibrio de poder", comenta Baña.

En 1714, el zar descubrió que tanto Ménshikov como otros funcionarios estaban involucrados en hechos de corrupción vinculados a la construcción de San Petersburgo, una ciudad que se estaba construyendo prácticamente de cero. Baña cuenta que, si bien no fue azotado como los demás y conservó el cargo de gobernador, fue obligado a devolver millones de rublos y perdió el favor del zar, que recuperaría al solucionar una crisis de suministro del ejército ruso en Finlandia.

Insaciable y avariento como pocos, Ménshikov siguió rapiñando a más no poder y maltratando a la vieja aristocracia, por lo que otra vez fue acusado de corrupción. Pero ahora no fue Pedro El Grande quien lo salvó, sino otra persona clave, Catalina, la propia esposa del zar y criada de un pastor luterano, que hacía un tiempo tenía un romance con él.

Pronto tendría oportunidad de devolverle el favor a su amante: cuando murió Pedro El Grande, en 1725, fue él quien ayudó a Catalina a llegar al trono para convertirse en Catalina I de Rusia. Siendo amante y mentor de la emperatriz, durante el corto reinado de Catalina esta, Ménshikov fue prácticamente el gobernante absoluto de Rusia, se construyó un palacio con su nombre a orillas del río Neva y empezó a ser llamado el "Medio zar".

El historiador y escritor Jean des Cars retrata en su libro La saga de los Romanov el apogeo de este personaje durante el reinado de Catalina. "Ménshikov actuaba en su lugar: ella no se sentía con fuerza para hacerlo y le estaba agradecida por haberla elevado al rango de soberana. Catalina había sido su primera amante, ya casada, y él era su primer ministro. Se trataba de una sociedad", se relata en la obra mencionada.

La repentina muerte de Catalina en 1727 no empañó el poder de Ménshikov, porque logró que fuera nombrado zar alguien que él también dominaba: Pedro II, que era nieto de Pedro el Grande y tenía solo 12 años. Pero había algo más: el astuto hombrecillo había logrado que en su lecho de muerte la emperatriz firmara una cláusula por la cual aceptaba que ese adolescente reinara, siempre y cuando se casara con María Ménshikova, que no era otra que la hija de Ménshikov. De esta manera, él se aseguraba mantener el control total del imperio.

Es decir que, a sus 52 años, aquel hombre proveniente de las clases bajas y que alguna vez se había ganado la vida vendiendo panecillos rellenos por las calles de Moscú, era ahora la figura más poderosa de Rusia, había acumulado una inmensa fortuna y tenía en un puño el destino de un vasto imperio. Estaba en su mejor momento. Tocando el Cielo con las manos. Pero... siempre hay un "pincelazo" que complica las cosas.

Ménshikov estaba tan envalentonado con el poder acumulado que había intensificado sus ataques contra la aristocracia rusa y contra la propia dinastía Romanov, por lo que mantenía al joven zar encerrado en su propia casa, para tenerlo permanentemente bajo su control. Pero, en el verano de 1727, enfermó gravemente, debió mantenerse en cama y ese fue el momento en que todo se le empezó a desmoronar.

Cansado de su tutela, el joven zar se escapó e inmediatamente la aristocracia rusa, que se la tenía jurada a Ménshikov por el hostigamiento que este le había propinado, aprovechó la oportunidad y armó junto con Pedro II un complot contra él: en apenas cuatro meses, declinó la estrella del hombre más poderoso de Rusia. Fue arrestado y calificado como el ladrón más grande del imperio.

"Destituido tras un simulacro de proceso, el insoportable nuevo rico que se había creído zar escapó a los latigazos y a la decapitación gracias a la indulgencia, un poco forzada, de Pedro II y a la restitución de todo lo que había robado: lo habían encontrado varias veces in fraganti. Le connmutaron la pena por la deportación a Siberia, con toda su familia, en particular, su hija María, la que debía casarse con el zar.", expresa Des Cars en su libro.

La caída del antiguo favorito de Pedro el Grande fue estrepitosa. Solo dos años después, murió en la miseria junto a su hija María de solo 16 años. En La saga de los Romanov se resume de manera magistral su final: "El destino de Aleksander Ménshikov, que se quemó con el sol del poder, fue el perfecto ejemplo de que, en Rusia, un aire demasiado fuerte barría a los presuntuosos, los fanfarrones y los ladrones hacia el frío de la muerte".

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