Estanflación, el escenario de pesadilla que más teme el gobierno de Biden antes de las elecciones

El presidente Joe Biden durante una conferencia de prensa en Rehoboth Beach, Delaware, el 3 de junio de 2022. (Foto AP/Patrick Semansky, archivo)
El presidente Joe Biden durante una conferencia de prensa en Rehoboth Beach, Delaware, el 3 de junio de 2022. (Foto AP/Patrick Semansky, archivo)

WASHINGTON.- Los últimos datos de la economía de Estados Unidos han traído una palabra enterrada en la década del 70: “estanflación”, una combinación corrosiva de inflación elevada con una actividad económica anémica. “La estanflación de Biden llega”, tituló esta semana un editorial del periódico The Wall Street Journal. La Casa Blanca insiste que la economía no está en una crisis, sino simplemente en una “transición” luego de la fuerte recuperación a la pandemia del coronavirus.

El dato más inquietante fue la caída que sufrió en el segundo trimestre el PBI, la segunda baja trimestral consecutiva, una definición comúnmente aceptada de recesión. Ese freno, combinado con una inflación anual cercana al 10%, resucitó el fantasma de la crisis que sufrió Estados Unidos a fines de los 70, la última vez que el mundo se enfrentó a una combinación de alzas en el costo de vida con un declive de la actividad.

Los precios de la nafta ayudaron a disparar la inflación
Los precios de la nafta ayudaron a disparar la inflación

Ese escenario es una pesadilla de la Casa Blanca de Joe Biden y los demócratas, que pondrán en juego en las próximas elecciones legislativas de noviembre el exiguo control que tienen en ambas cámaras del Congreso. Los republicanos han usado los últimos datos económicos para atacar a la administración demócrata.

Ante el panorama turbio que pintan los datos del PBI y la inflación, la Casa Blanca optó por mirar el vaso medio lleno e intentó llevar la atención a los indicadores que aún son positivos: el desempleo en el 3,6%, el aumento del empleo y el alza de los salarios, el crecimiento de las exportaciones y del consumo, que continúa sólido, pese a todo, aunque se ha desacelerado. La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, dijo que no se veía un “debilitamiento generalizado de la economía”.

Optimistas y pesimistas

“Eso no es lo que estamos viendo en este momento cuando miras la economía. La creación de empleo continúa, las finanzas de los hogares siguen siendo sólidas, los consumidores gastan y las empresas crecen”, describió Yellen, y agregó que la economía estaba en “transición hacia un crecimiento más estable y sostenible”.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) fue mucho menos optimista esta misma semana al presentar sus últimas proyecciones para la economía global. El economista Jefe del FMI, Pierre-Olivier Gourinchas, dijo que las perspectivas “se inclinan abrumadoramente a la baja”, y que en el peor escenario que pueden avizorar los economistas del Fondo, Estados Unidos y Europa “experimenten un crecimiento cercano a cero el año próximo, con efectos colaterales para el resto del mundo”.

Gourinchas enumeró entre los riesgos un recrudecimiento de la guerra en Ucrania que lleve a Rusia a cortar el suministro de gas a Europa, una inflación “obstinadamente alta”, y unas condiciones financieras mucho más ásperas por el endurecimiento sincronizado que han orquestado los bancos centrales más poderosos del planeta. El crecimiento se ralentizaría por debajo del dos por ciento, algo que solo ocurrió en los 70 y a principios de los 80, luego de la crisis financiera global y durante la pandemia del coronavirus.

ARCHIVO - La secretaria del Tesoro, Janet Yellen
ARCHIVO - La secretaria del Tesoro, Janet Yellen

El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, sostuvo al igual que Yellen que la economía no está en recesión. Powell además se mostró confiado en que la Fed podía timonear al país al mejor escenario posible: una baja de la inflación con una desaceleración económica, un escenario de “aterrizaje suave”.

El riesgo para el banco central norteamericano es bajar la inflación a costa de un “aterrizaje duro”, es decir, una recesión, o, peor aún, un escenario en el cual la inflación siga elevada y la economía igual sufra un golpe, un escenario nítido de estanflación.

“No estamos tratando de tener una recesión. Y no creemos que tengamos que hacerlo. Creemos que hay un camino para que podamos reducir la inflación mientras mantenemos un mercado laboral sólido”, dijo Powell esta semana en su tradicional conferencia de prensa, luego de que la Fed anunció una nueva suba en la tasa de interés.

Powell rechazó la idea de una recesión porque dijo que había “demasiadas áreas de la economía que se están desempeñando demasiado bien”. El jefe de la Fed citó la fortaleza del mercado laboral, que continúa creando cientos de miles de empleos por mes, y recordó que el crecimiento “fue extraordinariamente alto el año pasado”.

Joe Biden, en la Casa Blanca. Press/Contacto/Yuri Gripas - Pool via CNP
Joe Biden, en la Casa Blanca. Press/Contacto/Yuri Gripas - Pool via CNP

“No tiene sentido que la economía esté en recesión con este tipo de cosas sucediendo. Entonces, no creo que la economía estadounidense esté en recesión en este momento”, dictaminó.

Con todo, la dualidad que muestra la economía norteamericana le ha brindado munición a los republicanos, que machacan al gobierno de Biden cada vez que pueden con los precios récord de la nafta o la caída del producto bruto.

La popularidad de Biden se encuentra en un piso, y la economía aparece hoy por hoy como un talón de Aquiles para los demócratas, que pondrán en juego su mayoría en ambas cámaras del Congreso en las legislativas de noviembre próximo. Estados Unidos llegará a esos comicios con la inflación más alta de los últimos 40 años, y una economía que se mueve con muchos menos agilidad.