¿Por qué el nuevo estadio Santiago Bernabéu se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza para el Real Madrid?
La remodelación del histórico estadio Santiago Bernabéu se ha convertido en una fuente de problemas para el Real Madrid y en el detonante de una rebelión de los vecinos contra el ruido de los conciertos y las molestias de las obras.
En su página web, la recién constituida Asociación Vecinal de Perjudicados por el Bernabéu (AVPB), una de las organizaciones vecinales que está detrás de las protestas y denuncias, carga contra “los impactos negativos del proyecto de remodelación del Estadio Santiago Bernabéu y la conversión del mismo en un megacentro comercial y de espectáculos”.
Inaugurado en 1947 y propiedad del club presidido por Florentino Pérez, el Bernabéu está situado en Chamartín, un barrio próspero de la capital.
Los vecinos en torno al estadio tienen una renta anual de 38.850 euros per cápita, entre las más altas de España, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
El barrio era tranquilo, descontando los días de partido, pero eso ha cambiado en los últimos meses.
“Su piso retumba cuando hay conciertos”, explica a la AFP Luis Eúsa, un estudiante universitario, refiriéndose a la vivienda de sus abuelos, justo enfrente del estadio.
“En el barrio vive mucha gente mayor, y no están acostumbrados al ruido hasta tan tarde”, añadió.
Un icono para Madrid
Karol G., Luis Miguel, o Taylor Swift -dos recitales en mayo- han tocado recientemente en el coliseo blanco, y la AVPB denuncia que han pasado de celebrarse unos 35 eventos anuales en el pasado, a proyectarse “más de 300”, como los conciertos de los últimos meses.
El estadio remodelado, que pasó de 81,000 a 84,000 plazas, estaba destinado a convertirse en un icono de Madrid, con una cubierta metálica asimétrica y ondulada, techo y césped retráctiles, un almacén para guardar el pasto cuando hay eventos, tiendas, zonas VIP, nuevos marcadores, nueva iluminación y nueva acústica.
Una obra para la que el Real Madrid necesitó tres créditos que suman 1.170 millones de euros (más de $1,300 millones), el primero en 2018, lo que no ha impedido que el club haya tenido beneficios en todos los ejercicios desde entonces.
El nuevo estadio, cuyos trabajos comenzaron en 2019, debía ser una fuente importante de ingresos, unos planes que podrían verse alterados.
Primero, y tras un verano de polémica, el club anunció el 13 de septiembre que se suspendían todos los conciertos hasta 2025 para tratar de solventar el problema del ruido.
El club dijo entonces en un comunicado que su “objetivo será siempre que las actividades del estadio garanticen su compromiso con la ciudad de Madrid y resulten beneficiosas para su entorno”.
Contactado por AFP, el Real Madrid declinó añadir nada más.
Nos han engañado
Sin embargo, Gonzalo, un jubilado que pasea a su perro ante el estadio y que no quiso dar más datos sobre su identidad, no se hace ilusiones: “no creemos ni en el Real Madrid ni en el ayuntamiento, nos vendieron que esto iba a ser una maravilla y nos han engañado”, confió a la AFP.
Además, el 26 de septiembre, un tribunal de Madrid obligó a paralizar cautelarmente las obras de construcción del nuevo aparcamiento subterráneo del estadio y de un túnel para que los grandes vehículos -camiones con equipamiento de conciertos o autobuses de equipos y aficionados- puedan llegar hasta debajo mismo del coso.
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El aparcamiento subterráneo se estaba construyendo en unos terrenos públicos cuya explotación fue cedida por la ciudad al club, en forma de concesión, lo que motivó acusaciones al alcalde José Luis Martínez-Almeida -conocido fan del Atlético de Madrid- de dar un trato de favor a Pérez y el Real Madrid.
A diferencia de otros estadios, como el nuevo Metropolitano del Atlético de Madrid, situado en una gran explanada en las afueras de la capital, lejos de las viviendas, el Bernabéu está muy pegado a los edificios.
“El fútbol es el día del fútbol, y ya está”, un par de días a la semana como mucho, explica Manuel Amaro, de 62 años, 9 de ellos como conserje de un edificio en una calle que da al estadio y en cuyos bares los hinchas radicales suelen tomar cervezas antes del partido.
Pero con el nuevo Bernabéu, “nadie está contento, nadie”. Ni siquiera los vecinos madridistas.