La esposa del juez Alito ha evitado ser el foco de atención hasta ahora

El juez de la Corte Suprema Samuel Alito y su esposa Martha-Ann visitan la Rotonda del Capitolio durante el funeral del reverendo Billy Graham, el 28 de febrero de 2018. (Erin Schaff/The New York Times)
El juez de la Corte Suprema Samuel Alito y su esposa Martha-Ann visitan la Rotonda del Capitolio durante el funeral del reverendo Billy Graham, el 28 de febrero de 2018. (Erin Schaff/The New York Times)

WASHINGTON— En los 18 años transcurridos desde que su familia dejó su hogar en Nueva Jersey para ingresar en algunos de los círculos más exclusivos de Washington, Martha-Ann Alito nunca ha buscado ni cultivado una identidad particularmente pública.

Como esposa del juez Samuel Alito, ha mantenido una vida en gran medida privada desde la confirmación de su marido ante la Corte Suprema en 2006, basada en criar a dos hijos y apoyar a su esposo cuando ha lidiado con el escrutinio y las hostilidades políticas.

En las pocas ocasiones en que ha dado un paso al frente para dirigirse a una audiencia o conversar con periodistas, Martha-Ann Alito a menudo ha hablado de sí misma en términos de su papel dentro de una familia nuclear muy compacta, manteniéndola unida a través del meteórico y en ocasiones arduo ascenso de su marido dentro del poder judicial.

“La parte más sorprendente es por qué a la gente le importa nuestra vida”, afirmó en una entrevista de 2006, mientras recordaba la audiencia de confirmación de Samuel Alito, que en un momento le causó lágrimas y provocó una discusión sobre el costo que el partidismo puede tener sobre los familiares de los nominados.

Pero desde que un artículo de The New York Times planteó preguntas sobre cómo y por qué apareció una bandera estadounidense invertida en el jardín frontal de la casa de su familia en Alexandria, Virginia, pocos días después de que una turba en el Capitolio portara la misma bandera el 6 de enero de 2021, Martha-Ann Alito, de 70 años, se ha encontrado abruptamente en el centro de la controversia. Su marido dijo que ella la había izado en medio de una disputa vecinal.

Cuando la familia estaba a punto de mudarse a Washington, los hijos de los Alito estaban en edad universitaria. Martha-Ann Alito dijo haber recibido con beneplácito el cambio, ya que dejó su carrera como bibliotecaria para ser ama de casa y madre a tiempo completo.

Pero los arduos preparativos y el duro recibimiento que encontró Samuel Alito en el Congreso dejaron un recuerdo amargo que ella recordaría públicamente durante años, en los que denunció el proceso y la cobertura mediática que lo rodeó.

“Personalmente, los dos meses previos fueron la parte horrible de nuestra vida”, sentenció al presentar a su marido en una ceremonia de premiación en abril de 2007. “Y afortunadamente no estaba en Washington, así que no tuve que leer los periódicos, los blogs o ver la computadora, y he continuado con ese patrón: ya no leo excepto cuando decido agarrar un libro”.

Las preguntas incisivas que Samuel Alito enfrentó por parte de los demócratas en relación a sus opiniones respecto al aborto, su afiliación con un grupo conservador de exalumnos de la Universidad de Princeton y si se sometería a los precedentes de la corte le parecieron degradantes a su esposa.

“Tal como está el mundo hoy en día, Sam ni siquiera está cerca de ser una amenaza inminente a las libertades civiles”, afirmó en la entrevista de 2006.

Superar esa transición abrupta le recordó los trastornos de su infancia, de los que Alito ha hablado públicamente. Su padre, que trabajaba como controlador de tráfico aéreo en la Fuerza Aérea, mudaba regularmente a la familia entre puestos de avanzada en Texas, Florida, Maine y las islas Azores de Portugal. Su madre trabajaba como bibliotecaria en las bases donde vivían.

Tras seguir el camino profesional de su madre para convertirse en bibliotecaria de una biblioteca pública de Nueva Jersey, la Fiscalía en Newark, Nueva Jersey, y el Departamento de Justicia, Alito construyó una vida pública confinada en Washington que se ha centrado principalmente en proyectos apolíticos y obras de caridad.

Cuando el esposo de la jueza Ruth Bader Ginsburg, Martin Ginsburg, falleció en 2010, Alito organizó la publicación de un libro de cocina como celebración de sus pasiones culinarias. En honor al servicio de su padre, también ha conversado sobre su trabajo como directora de una organización cuyo objetivo es acabar con la falta de vivienda entre los veteranos.

Mientras que las esposas de otros jueces de la Corte Suprema —como Jane Sullivan Roberts o Virginia Thomas— se han visto envueltas en controversias en los últimos años sobre sus vidas profesionales e inclinaciones políticas, Alito las había evitado.

Los tratos personales de Alito solo han llamado la atención en momentos inusuales: una vez, después de que ella y Samuel Alito compartieron una comida con una pareja que luego afirmó que les habían informado con anticipación la decisión de un caso pendiente, y en otra ocasión cuando las acciones y los intereses mineros heredados de su padre plantearon preocupaciones menores sobre conflictos de intereses en casos en los que su marido podía tomar decisiones.

Martha-Ann Alito se graduó en la Universidad de Kentucky con una licenciatura en literatura comparada en 1976 y una maestría en bibliotecología en 1977. Conoció a Samuel Alito en la biblioteca de derecho cuando él era fiscal auxiliar. Los dos se casaron en 1985, cinco años después de su primera cita, en la iglesia en la que él fue bautizado.

c.2024 The New York Times Company