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El espectáculo de Donald Trump: celebró el 4 de julio con fuegos artificiales y sin dar lugar al coronavirus

WASHINGTON.- Casi tres millones de enfermos y 132.000 muertos. Los Estados Unidos es el país más afectado por la pandemia de coronavirus pero el presidente Donald Trump nunca decretó la cuarentena. Todo lo contrario. Desde el principio de la pandemia evitó considerarla de gran gravedad y con el correr de los días se negó a usar tapabocas, a respetar la distancia social, a tomar medidas de higiene y a evitar las aglomeraciones. Anoche lo mostró de nuevo. Ante una multitud que pedía "cuatro años más" en alusión a las elecciones de noviembre, en su mayoría sin máscaras, el republicano se jactó de un país "justo y excepcional" en el entorno del Monte Rushmore, en medio un espectáculo de fuegos artificiales en la víspera de la fiesta nacional del 4 de julio, sin mencionar los altos niveles de contagio de Covid-19 registrados en los últimos días.

"Diremos la verdad tal como es, sin disculparnos: los Estados Unidos de América es el país más justo y excepcional que haya existido en la Tierra", dijo.

A semanas de los primeros picos en varios estados hoy se registran nuevos récords en al menos siete de ellos y sin embargo el presidente no habló del tema. Un médico de Alabama pidió que se decretase la cuarentena pero el mandatario decidió no detenerse en el brote. Se aferró al mensaje de que "la crisis está siendo manejada", de que la economía "vuelve a rugir" y de que el año 2021 será "histórico". Solo eso dijo.

Ante el monte de granito donde están esculpidos los rostros de cuatro de sus predecesores históricos, George Washington, Thomas Jefferson, Theodore Roosevelt y Abraham Lincoln, Trump quiso reforzar su mensaje nacionalista e insistió en que "los estadounidenses son fuertes y orgullosos".

En pleno debate sobre los símbolos del país, a raíz de las multitudinarias protestas contra el racismo y la violencia policial tras el asesinato de George Floyd, el republicano denunció: "Nuestro nación es testigo de una despiadada campaña para aniquilar nuestra historia, difamar nuestros héroes, borrar nuestros valores y adoctrinar a nuestros niños. Grupos enojados están intentando derribar las estatuas de nuestros fundadores, desfigurar nuestros más sagrados memoriales y desatar una ola de crímenes violentos en nuestras ciudades". Sus declaraciones tuvieron lugar después de que en las últimas semanas, manifestantes derribaron estatuas de generales confederados, que lucharon en la guerra de Secesión (1861-1865) contra la abolición de la esclavitud.

"No se equivoquen, esta revolución cultural de izquierda está diseñada para derrocar a la revolución estadounidense. A nuestros hijos se les enseña en la escuela a odiar a su propio país", insistió. "Hay un nuevo fascismo de extrema izquierda que exige lealtad absoluta. Si no hablamos su idioma, realizamos sus rituales, recitamos sus mantras y seguimos sus mandamientos, seremos censurados, desterrados, incluidos en la lista negra, perseguidos y castigados. Eso no nos va a pasar ", dijo el mandatario.

Trump tuvo una recepción calurosa en Dakota del Sur, el estado donde está el monte, un lugar poco poblado que en 2016 votó un 60% a su favor. La gobernadora Kristi Noem se sumó con entusiasmo al evento y declaró: "Dijimos a los que tienen aprensión que se pueden quedar en casa. Para quienes quieren unirse, vamos a distribuir mascarillas gratuitas, si deciden ponerse una. Pero no va a haber distanciamiento social".

La de anoche fue la primera exhibición de fuegos artificiales en este sitio en una década, ya que fueron interrumpidos en 2010 por miedo a los incendios forestales.

Pero Trump siempre se refiere con fascinación a este lugar, esculpido entre 1927 y 1941 en la cadena montañosa de Black Hills. En 2017, incluso llegó a evocar, en broma, la idea de que su rostro sea incluido en la piedra.

Agencias Reuters y AFP