Yahoo Noticias ¿Qué esconde la mansión más lujosa de Miami? Conoce los secretos de Vizcaya
En sus comienzos en medio de pantanos, manglares y cocodrilos, Miami nunca imaginó que tendría un palacio de 70 habitaciones, con jardines simétricos, fuentes, estatuas y chimeneas europeas, y que lo visitarían reyes, papas y jefes de estados, novias y quinceañeras.
Frente a la bahía de Biscayne, en el barrio con la vegetación más frondosa de Miami, Coconut Grove, cerca de Brickell y del downtown, para que los turistas no tengan que desviarse, está el Vizcaya Museum & Gardens. Es la casa de invierno que un industrial de Chicago, James Deering, dueño de International Harvester, una compañía de maquinaria agrícola y equipos pesados, construyó en tierras cálidas porque el médico se lo recetó contra la anemia.
Cuáles son los misterios y mitos que se tejen alrededor de esa mansión construida en 1914 al estilo de una villa italiana, y que trajo el mundo a Miami al contratar a los mejores artistas, arquitectos y diseñadores de la época, para conseguir el lujo y la extravagancia que confirmaron el poder de una de las fortunas más sólidas de Estados Unidos.
Los Secretos del Vizcaya inicia la segunda temporada del podcast Miami Oculto, con el que el Nuevo Herald se propone hablar de la historia de una ciudad joven y de la necesidad de conservar sus joyas arquitectónicas como el Vizcaya. Y para hablarnos del museo y los jardínes del Vizcaya, de sus comienzos, de su trayectoria y de su misión actual, tenemos como invitadas a Rebecca Peterson, mánager senior de programas comunitarios, y Alejandra “Alex” Serna, directora de mercadeo y comunicaciones de Vizcaya Museum and Gardens.
El Nuevo Herald tuvo acceso privilegiado a las habitaciones y detalles del Vizcaya que el público no puede visitar.
Un barco de piedra y las puertas secretas del Vizcaya
Si te has preguntado qué función tiene la barcaza de piedra en el agua, frente a lo que hoy es el patio del Vizcaya, y que un día fue la entrada para los millonarios que llegaban en yate, te adelantamos que, además de ser el escenario de las mejores fiestas en la época de Deering, tiene un propósito práctico: proteger a la mansión de los huracanes.
Fue uno de los más crueles ciclones, el de 1926, el que destruyó el jardín de rosas más inusitado del Vizcaya, que hace cinco años volvió a renacer gracias a la labor del equipo del Vizcaya, que en sus comienzos empleó al 10 por ciento de la población de Miami.
¿Qué tiene que ver Colombia con uno de los artífices de la belleza más destacada del Vizcaya, la que se puede recorrer durante horas a la sombra del verde total? ¿Y qué papel tiene el Vaticano en el pasado de una fuente que hoy está en Vizcaya y un día surtió de agua a un pueblo a unos 50 kilómetros de Roma?
¿Por qué en la mansión de Deering a veces abres una puerta y no lleva a ningún lado, mientras que otras puertas quizás fueron el camino a una noche de diversión?
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El interés por la simetría, la pasión por el diseño, pero también el interés por incorporar los avances tecnológicos, llevaron al diseñador del Vizcaya, Paul Chalfin, a esconder la cabina del teléfono desde la que Deering llamaba buscando protegerse de los espías corporativos. La verdad es que el mismo Deering contrataba espías para que le dijeran cómo se movían los competidores, así que bien sabía por qué tenía que cuidar quién lo escuchaba cuando hablaba.
Te invitamos a dar un paseo por la “fantasía” que Deering se construyó en Miami, donde los vitrales tienen los colores del amanecer y el atardecer, y el techo de la piscina es un fresco pintado por un artista neoyorquino con la fauna de su estado natal y de la Florida.
Y no te olvides de leer esa carta, guardada en una urna de cristal, que habla de unas “reconfortantes cobijas”, un código en clave, que agradece el envío de un cargamento de licor en la época que el alcohol estaba prohibido en Estados Unidos. Por último, no se te ocurra tomar una siesta en una de las camas del Vizcaya, como hizo un guardaespaldas de un jefe de estado durante la Cumbre de las Américas en 1994. Además de lámparas, cortinas, tapices y gobelinos, hay cámaras, muchas cámaras, que Deering desde siempre amó la tecnología y las de hoy están para cuidar su herencia a la Ciudad del Sol.
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