La escasez que evita que pacientes con cáncer reciben quimioterapia

Stephanie Scanlan, que a principios de este año tuvo que continuar el tratamiento sin dos de los tres fármacos que suelen utilizarse para su tipo poco común de cáncer de huesos, se ajusta un pañuelo, en Tallahassee, Florida, el 30 de septiembre de 2023. (Mark Wallheiser/The New York Times)
Stephanie Scanlan, que a principios de este año tuvo que continuar el tratamiento sin dos de los tres fármacos que suelen utilizarse para su tipo poco común de cáncer de huesos, se ajusta un pañuelo, en Tallahassee, Florida, el 30 de septiembre de 2023. (Mark Wallheiser/The New York Times)

Stephanie Scanlan se enteró de la escasez de medicamentos básicos de quimioterapia la pasada primavera de la manera más aterradora. Había muy poco de dos de los tres fármacos utilizados habitualmente para tratar su cáncer poco común de huesos. Tendría que seguir adelante sin ellos.

Scanlan, de 56 años, directora de una ajetreada oficina estatal en Tallahassee, Florida, había buscado los fármacos durante meses a medida que el cáncer se extendía desde la muñeca hasta la columna, pasando por las costillas. En verano, estaba claro que tendrían que amputarle la mano izquierda a la altura de la muñeca.

“Estoy muerta de miedo”, dijo ante la operación. “Esto es Estados Unidos. ¿Por qué tenemos que elegir a quién salvamos?”.

Este año, la interrupción del suministro de medicamentos clave para la quimioterapia ha confirmado los peores temores de los pacientes —y del sistema de salud en general— porque algunas personas con cánceres agresivos no han podido recibir el tratamiento que necesitan.

Esos medicamentos y cientos de otros genéricos, como la amoxicilina para tratar infecciones y el fentanilo para calmar el dolor durante las intervenciones quirúrgicas, siguen escaseando. Pero el agravamiento de la crisis no ha propiciado soluciones para mejorar el suministro de medicamentos genéricos, que constituyen el 90 por ciento de las recetas médicas en Estados Unidos.

Robert Califf, comisionado de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por su sigla en inglés), ha esbozado los cambios que podría introducir la agencia para mejorar la situación. Pero dijo que la raíz del problema “se debe a factores económicos que no controlamos”.

Joe Carr ayuda a envolver la amputación en la muñeca de su esposa Stephanie Scanlan, que a principios de este año tuvo que continuar el tratamiento sin dos de los tres fármacos que suelen utilizarse para su tipo poco común de cáncer de huesos, en Tallahassee, Florida, el 30 de septiembre de 2023. (Mark Wallheiser/The New York Times)
Joe Carr ayuda a envolver la amputación en la muñeca de su esposa Stephanie Scanlan, que a principios de este año tuvo que continuar el tratamiento sin dos de los tres fármacos que suelen utilizarse para su tipo poco común de cáncer de huesos, en Tallahassee, Florida, el 30 de septiembre de 2023. (Mark Wallheiser/The New York Times)

“Están más allá de las competencias de la FDA”, señaló.

En las entrevistas, más de una decena de ejecutivos y exejecutivos afiliados a la industria de medicamentos genéricos describieron muchos riesgos que disuaden a una empresa de aumentar la producción que podría aliviar la escasez.

Estos dijeron que los precios eran tan bajos que fabricar medicamentos que salvan vidas podía significar la quiebra. Se trata de un sistema en el que más de 200 fabricantes de medicamentos genéricos compiten por contratos con tres empresas intermediarias que custodian la puerta a un gran número de clientes.

En algunos casos, los fabricantes de medicamentos genéricos ofrecen precios bajísimos para superar a sus rivales y hacerse con los codiciados contratos. En otros casos, los intermediarios —denominados organizaciones de compras grupales (GPO, por su sigla en inglés)— exigen precios más bajos días después de firmar un contrato con un fabricante de medicamentos.

La presión a la baja sobre los precios es intensa, lo que sin duda beneficia a pacientes y contribuyentes. Los grupos de compradores compiten entre sí para ofrecer a los hospitales los productos más baratos, lo que, según las empresas intermediarias, también beneficia a los consumidores. Ganan honorarios de los fabricantes en función de la cantidad de medicamentos que compran los hospitales.

“El modelo de negocio es inservible”, afirmó George Zorich, farmacéutico y ejecutivo jubilado del sector de los medicamentos genéricos. “Es estupendo para las GPO. No es ideal para los fabricantes de medicamentos, ni para los pacientes en algunos casos”.

El mes pasado, en un discurso dirigido a los intermediarios del suministro de medicamentos, Califf los exhortó a “pagar más”, afirmando que mejoraría el acceso a los productos médicos y sería “bueno para el negocio”.

En los últimos años han bajado los precios de dos de los tres fármacos que le ofrecieron en un principio a Scanlan para tratar su cáncer. Durante esos años, Intas Pharmaceuticals, un gigante indio de los genéricos, fue ganando cuota de mercado a medida que otras empresas se marchaban, según datos de la U.S. Pharmacopeia, una organización sin ánimo de lucro que hace un seguimiento de la escasez de medicamentos.

Sin embargo, la empresa tuvo que detener la producción en Estados Unidos para hacer frente a los problemas de calidad que la FDA citó tras una inspección sorpresa de su extensa planta en India. Los inspectores habían descubierto a trabajadores del personal de control de calidad que trituraban y arrojaban ácido sobre registros importantes. En febrero, el cese de la producción desencadenó una crisis de abastecimiento que se dejaría sentir en todo el país.

Intas reanudó hace poco la producción, pero la FDA sigue indicando que los medicamentos escasean. Los principales centros oncológicos informan que la escasez está remitiendo, aunque persiste la preocupación por las existencias en las zonas rurales.

Los fármacos escasos son baratos y esenciales, y revolucionaron su campo hace décadas, cuando curaron por primera vez a algunos pacientes con cáncer de testículo, pulmón, ovario, páncreas y mama, afirman los oncólogos.

El cáncer de Scanlan, llamado osteosarcoma, se consideró curable para cerca del 65 por ciento de los pacientes después de que se añadiera el cisplatino al régimen del cóctel en la década de 1970.

No es ‘un país de primer mundo’

Julie Gralow, directora médica de la Sociedad Estadounidense de Oncología Clínica, descubrió señales de acumulación de existencias en algunos sistemas sanitarios ya en febrero, cuando la FDA anunciaba por primera vez la escasez, mientras que las estanterías estaban vacías en otros centros sanitarios.

“Lo llamamos una mala distribución basada en quién tiene acceso, quién puede permitirse crear una pequeña reserva en su centro”, aseguró Gralow.

El impacto emocional ha sido muy variado. Algunas personas con cáncer estaban demasiado centradas en pagar el alquiler o alimentar a la familia como para luchar por los medicamentos que necesitaban con desesperación, afirmó Danielle Saff, trabajadora social de CancerCare, una organización sin fines de lucro que apoya a los pacientes.

Otros, como Lucia Buttaro, de 60 años, profesora de la Universidad de Fordham, estaban furiosos. No recibió el carboplatino que le habían recetado para tratar una recidiva de cáncer de ovario en mayo o junio, a pesar de que el cáncer se estaba extendiendo a los pulmones.

“En mi opinión, no somos un país del primer mundo si no podemos obtener lo que necesitamos”, afirmó.

En el caso de Scanlan en Florida, dado que su cáncer era poco frecuente, invasivo y avanzaba con rapidez, sigue sin estar claro si la escasez influyó.

Aun así, los expertos en cáncer expresaron su preocupación por el hecho de que Scanlan no hubiera recibido los cócteles de quimioterapia habituales antes de su amputación en septiembre.

No utilizar las tres quimioterapias genéricas, “ese milagro moderno” para los pacientes con osteosarcoma “es un verdadero problema”, afirmó Lee Cranmer, experto en sarcomas del Centro Oncológico Fred Hutch de Seattle, que no participó en el tratamiento de Scanlan.

Desde entonces ha recibido radioterapia. El mes pasado se enteró de que el cáncer que ya tenía en las costillas y la columna vertebral no se había extendido más. A pesar de que su nuevo equipo de Moffitt Cancer Center de Tampa, Florida, le recomendó hace poco cuidados paliativos, Scanlan dijo sentirse derrotada y aterrorizada.

La escasez le pasó factura, dijo, y añadió: “No puedo evitar pensar en qué hubiera pasado si hubiera ocurrido algo diferente desde el principio”.

c.2023 The New York Times Company