Otro escándalo para el Papa: una exfuncionaria del Vaticano denuncia una “diplomacia paralela a espaldas de Francisco”

La especialista en relaciones públicas Francesca Chaouqui habla con la prensa al llegar al tribunal penal del Vaticano
La especialista en relaciones públicas Francesca Chaouqui habla con la prensa al llegar al tribunal penal del Vaticano - Créditos: @Andrew Medichini

ROMA.- Como si no alcanzara con el revuelo suscitado por el libro de memorias, lleno de rencor, del secretario privado de Benedicto y por los textos con ataques al Papa dejados por el influyente cardenal australiano George Pell –quien murió sorpresivamente el martes pasado-, reapareció hoy Francesca Immacolata Chaouqui, la relacionista pública condenada en julio de 2016 por un tribunal del Vaticano a diez meses de prisión por filtración de documentos reservados.

Apodada por sus detractores como la “papessa” (la papisa) o la “mata-hari” del Vaticano, Chaouqui, lobista de 40 años, fue citada a declarar en el maxi-juicio por corrupción y malversación de fondos que está teniendo lugar en el Vaticano, que puso en el banquillo, entre otros, al cardenal italiano, Angelo Becciu. Chaouqui siempre consideró a Becciu uno de sus máximos enemigos.

Calabresa de padre marroquí, Chaouqui saltó a la fama internacional en julio de 2013, cuando fue designada por el Papa como única mujer y persona de nacionalidad italiana en la comisión de ocho técnicos que debía revisar la organización económico-administrativa de la Santa Sede (llamada Cosea, por sus siglas). Fue el monseñor español Lucio Ángel Vallejo Balda, del Opus Dei, quien se la presentó a Francisco. Ella y Balda terminaron siendo protagonistas del denominado Vatileaks II, el escándalo por filtración de documentos reservados que estalló durante el pontificado del papa argentino.

Lucio Angel Vallejo Balda y Francesca Chaouqui.
Lucio Angel Vallejo Balda y Francesca Chaouqui.

Chaouqui siempre se proclamó inocente y clamó ser víctima de una “operación” de un sector de la curia romana que nunca digirió su designación para investigar. Casada desde los 21 años, nunca pasó un día en la cárcel cuando fue arrestada, en noviembre de 2015, porque estaba embarazada de Pietro –hoy de 6 años- y tampoco después de la condena, porque su pena fue suspendida por cinco años.

Chaouqui fue convocada a testimoniar después de que, en un golpe de escena, en una audiencia del proceso, hace unas semanas, salió a la luz de que ella habría ayudado a monseñor Alberto Perlasca, exmano derecha de Becciu, a pasar a ser el principal acusador de la causa. Junto a una amiga de este arzobispo, Genoveffa Ciferri, que la hizo pasar como un “viejo magistrado”, las dos contribuyeron a redactar un “informe” con el que Perlasca, una suerte de arrepentido, delató al Becciu.

Antes de ingresar hoy al Vaticano para su cita con la justicia, Chaouqui, quien convocó a la prensa, en un virtual show, disparó munición gruesa y adelantó que iba finalmente a decir su verdad, al destacar que llevaba consigo una caja con más de 3000 páginas de documentos.

“Voy a contar cómo el cardenal me alejó del Santo Padre y después cómo el Santo Padre volvió a llamarme a su lado y cómo luché junto a él para que la transparencia que había comenzado con la Cosea siguiera”, dijo. “Voy a demostrar cómo hubo un verdadero intento de poner en jaque la diplomacia pontificia sustituyéndola con una diplomacia paralela que se desarrollaba a través de empresas de inteligencia pagadas por un poder oculto, que se movía a espaldas del Papa y que lo utilizaba”, disparó.

Francesca Chaouqui muestra documentos que llevó a la indagatoria
Francesca Chaouqui muestra documentos que llevó a la indagatoria - Créditos: @Andrew Medichini

Chaouqui, que aseguró que iba a pedir una revisión del llamado proceso Vatileaks II, negó haber fingido ser un “anciano magistrado”, sino que explicó que fue Ciferri, la amiga de Perlasca, quien inventó eso. “A mí lo que me interesaba era solamente que el papa Francisco supiera la verdad y que supiera que el principal colaborador del cardenal lo había usado, maniobrado, engañado”, explicó.

Alegó, además, que no estaba buscando una “rehabilitación” porque “desde el momento en que el papa Francisco volvió a llamarme en 2018, supo cómo fueron las cosas y ya he ganado”. “No soy el cardenal Becciu”, destacó, al explicar que, como se sabe, si bien mantuvo el título, este prelado perdió todos sus derechos cardenalicios -entre los cuales, participar de un cónclave-, que busca recuperar.

“No es por venganza, no es por rescate. Es por amor al papa Francisco, a la Iglesia y a la verdad. Hasta dentro de poco, Don Angelino”, tuiteó Chaouqui a la mañana de lo que ella consideró su gran día, un día que esperaba desde hace diez años.

Durante la audiencia, la mujer reiteró que en 2018 volvió a contactarse con el papa Francisco con el único objetivo de “ayudar al Santo Padre a entender el engaño al que fue sometido durante años”. En un clima de lo más telenovelesco, a su vez Becciu, así como sus abogados, acusaron a Chaouqui de mentir. Y para demostrarlo, aportaron una carta que le envió el Papa al cardenal después de que este, en agosto pasado, le escribió una misiva en la que expresaba su malestar después de haber visto que la mujer había sido recibida al final de la audiencia general, en el llamado “besamanos”. Franciso respondió diciéndo que lamentaba que eso le hubiera dolido, que había olvidado la “aventura de esta señora” y que le pedía perdón si eso lo había ofendido o lastimado, pero que lo había hecho porque es su costumbre “olvidar las cosas feas”.