Errático e impredecible, este boxeador va a una prueba muy dura contra un mago del boxeo

La pelea entre Ryan García y Devin Haney la han querido vender sobre una pátina de nostalgia.

En cada publicidad se nos habla de las seis batallas que sostuvieron cuando ambos eran un par de adolescentes en filas amateurs con tres victorias para cada uno.

De modo que el choque que tendrá lugar este sábado en el Barclays Center de Brooklyn, Nueva York, es para dilucidar de una vez y por todas quién es el mejor ahora que son dos hombres hechos y derechos con trayectorias profesionales.

Habría que decirlo: Haney ha tomado esta pelea únicamente por dinero y cierta relevancia que viene asociada con enfrentar a una sensación de redes sociales como García, mientras que el King aceptó este combate...bueno, ni eso queda claro porque su comportamiento errático dice mucho sobre su persona y poco o nada sobre el combate.

Si bien es cierto que los dos tenían un nivel parejo en sus tiempos de amateurs, la realidad es que Haney se ha distanciado y bastante de García, y su trayectoria muestra éxitos sobre figuras de primera línea como Vasyl Lomachenko, Regis Prograis o George Kambosos. A 25 años se puede decir que se encuentra en su “Prime’’.

García, por su parte, no ha vencido a nadie de primera línea y salvo su mejor momento contra Luke Campbell, ha vivido a base de una popularidad tremenda en el público joven que pulula en redes sociales porque su único encuentro con un rival de élite terminó con nocaut, cuando Gervonta Davis le propinó un golpe al hígado que le obligó a poner rodilla en la lona.

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Lo que sí tiene García y le falta a Haney es poder de venta. Ese mismo enfrentamiento con Davis superó el millón de Pagos Por Ver, algo que no se lograba en el boxeo desde los mejores tiempos de Saúl “Canelo’’ Álvarez, pero que quizá ahora no vuelva a repetirse.

Haney es un boxeador exquisito en su técnica, depurado en sus movimientos, efectivo en sus combinaciones, pero generalmente no suele tomar riesgos y se desenvuelve en la periferia de la zona alejada de la pelea, provocando impaciencia en el público.

García, alocado e inconstante, posee una tremenda velocidad de manos y piernas, pero su comportamiento errático en las conferencias de prensa y sus lagunas defensivas parecen formar la tormenta perfecta que llega a la geografía de un Haney metódico y disciplinado.

Una mínima visualización de este enfrentamiento debería decirnos que poco a poco Haney iría desmenuzando y exponiendo a García con sus trampas y fintas al punto de desesperarlo, aunque es muy probable que el nocaut no haga su aparición en la noche del sábado.

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Haney no tiene ese poder destructor con un solo golpe, ni por asomo el que posee un hombre como Davis y su camino a la victoria pasaría por ir sumando rounds, en espera que la personalidad enigmática de García se desmorone por completo en el ring.

García sí carga más poder en sus puños, pero Haney es demasiado rápido e inteligente para cometer un error garrafal y regalarle su cuerpo a un hombre que no solo se juega su carrera sino que pondrá a prueba su capacidad de vendedor entre el público joven.

Claro está que García ha prometido un nocaut, pero una derrota aquí afectaría, incluso, a esa base de fanáticos que no necesariamente sigue el boxeo con la pasión de los viejos fanáticos, esos que no están convencidos de que el King deba estar en el deporte.